Capítulo 2

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—Anan... ¡Anan despierta! No puedes seguir durmiendo.

Adel Seok se despertó de manera instantánea al sentir los suaves toques en sus manos y rostro. Le dolía mucho la cabeza y se sentía mareada.

Lo primero que vió fué a una mujer de mediana edad muy hermosa, tenía el cabello castaño oscuro y ojos verdes. Pero... ¿Por qué estaba llorando? A su lado también pudo divisar a un hombre igualmente apuesto con el cabello tan negro que rallaba a su ser azabache, tenía ojos azules. Dedujo que se trataba del esposo de la mujer por la forma en que la abrazaba estaba sentado a su lado.

Un momento.

¿Qué hacen dos personas en su habitación?
De inmediato quiso replicar, pero en cuanto lo intento sintió su garganta seca y áspera.

—Mi bebé, no te esfuerces cariño— la mujer bonita le hablo dulcemente y pudo distinguir alegría en sus ojos.— Cariño ve a llamar al doctor ¡Rápido!

Hizo un esfuerzo por mirar todo el cuarto en el que se encontraba, dedujo que por los implementos y la camilla donde estaba que en ese momento se encontraba en la habitación de un hospital.

Recordó que anoche después de ver el último capítulo en el que aparecía su personaje favorito se acostó a dormir. Entonces cómo es que ahora se encuentra en la cama de un hospital  sintiendo que un camión le pasó por encima. No lo sabía y el malestar de su cuerpo le impidió razonar de manera adecuada, mucho menos tuvo conciencia para escuchar las palabras de la mujer a su lado ni percatarse del hombre que abandonó la habitación.

— Anan, mi niña preciosa lo mejor es que descanses, no te muevas todo estará bien— de susurró aquella mujer de manera tan dulce como si intentará calmar a un niño.

¿Anan?....¡¿ Anan?!

¿Qué Anan?
Un mal presentimiento de alojó en su pecho. Instintivamente se tocó la cara y de inmediato se asombro. Suave y perfecta. Esas dos palabras se le vinieron a la mente para describir su cara, no había rastro de imperfección como era usual para ella.
Siguió inspeccionando su cuerpo vestido con la bata de hospital: sus manos eran muy bonitas y delgadas, uñas bien cuidadas, una cintura fina y caderas redondas.

¿Qué estaba pasando?

De manera nerviosa y asiendo caso omiso de las palabras de la mujer a su lado levantó la sábana que la cubría y se alzó la bata.

No estaba. La cicatriz que antes tenía en la rodilla, no estaba.
De forma rápida bajo de la cama casi cayéndose por sus débiles piernas en el proceso.

—No porfavor, no te levantes. Te vas a lastimar— dijo la mujer de manera angustiada mientras trataba de impedir que diera un paso más.

Adel la esquivó, y entro de manera apresurada al baño de la habitación.

El espejo que estaba justo enfrente de la puerta mostraba el hermoso reflejo de una mujer de cabello negro azabache, ojos verdes  adornados por unas espesas pestañas y una piel muy blanca y tierna.
Aún sin poder creer que ese reflejo fuera suyo, levantó su mano, tocó su cabello y su cabeza solo para ver cómo la mujer en el espejo hacía lo mismo.

De repente algo se le vino a la mente.

"Una hermosa mujer de cabello largo ondulado tan azabache como la noche, ojos azul ,diamante, labios de fresa y piel de porcelana"

Esto no era posible, era ella pero no era ella al mismo tiempo. La cabeza le comenzó a dar vueltas, todo a su alrededor se puso borroso y un dolor fuerte se instauró en su pecho. El grito de algunas voces fue lo último que pudo recordar  antes de que la oscuridad la abrazará nuevamente.


Anan Seok le dice ¡no! al señor XiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora