Capítulo 6

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La angustia y los nervios no abandonaron el corazón de Anan en todo el trayecto hacia el hospital.

¿Qué tan mala suerte tenía que tener una persona para encontrarse a la bandera de muerte principal?

Porque claro, puede ser que el verdugo que corto su cabeza no fuera él pero si preparo el hacha para cortarsela a la Anan original.
Por un momento de su lado más egoísta surgió un pensamiento.

¿Y si lo dejaba morir?

Bueno talvez no sea tan mala idea, ni sería su culpa. Solo tenía que abandonar el vehículo y...

Rápidamente apartó esos pensamientos de su mente.

A pesar de que este hombre loco tenía mucho que ver con su muerte futura ella no iba a hacer nada inhumano.
Solo lo llevaría y lo dejaría ahí.

El resto ya no era su problema.

Ese fue su plan pero en cuanto llegó y quiso dejar el problema al hospital, el médico inmediatamente se lo impidió asegurando que debía haber una persona responsable acompañadolo.

La idea de llamar a la madre Xi vino tan pronto a su cabeza como la descartó, hacerle saber que ella ayudó a su hijo solo le daría una razón más para seguirla apreciando y adorando como si fuera su nuera.

Eso era lo que menos necesitaba en estos momentos.

Suspiró cansada.
Ahora aparte de qué ayudaba a quién la iba a matar. ¿También tiene que cuidarlo?

Podría estar leyendo novelas, viendo animes o mangas en la comodidad de su casa, pero no, estaba estancada manchada de sangre en un hospital con horrible olor a desinfectante e inyecciones.

¡Ni siquiera tenía su celular!

Después de casi una hora el doctor le explicó que su condición no era grave, la bala en realidad le dio en un hombro y solo estaba desmayado temporalmente por la perdida de sangre. Tendría que cambiarse las vendas y tomar analgésicos y en dos semanas como mucho estaría perfecto.

-Puede pasar a verlo. Su novio está en perfectas condiciones, ya no tiene que preocuparse.

¿Preocupada? ¿Quién ella?

Al parecer el doctor pensó que verla con la cara hacia abajo y moviendo constantemente sus pies significaba que estaba muy ansiosa por lo que le podría pasar a su novio.

Con demasiada pereza como para aclarar el malentendido y ante las miradas de las enfermeras decidió hechar un vistazo.
Como una animadora consagrada y sin tener nada más que hacer, la curiosidad por ver a un personaje tan perfectamente creado y en el que se invertieron miles de dólares la llevaron a entrar a esa habitación.

Tal como imaginaba el protagonista masculino aún con la gran venda en su brazo, las magulladuras en su rostro y su apariencia enferma. Se veía en pocas y mundanas palabras, increíble.

In-cre-í-ble.

Su caballera era de un castaño muy oscuro rayando a café, su piel blanca sin ninguna imperfección, grandes cejas y pestañas, y un aura principescos que haría suspirar a cualquier mujer.

Que bueno que ella no era cualquiera.

Bajo ese maquillaje de perfección y encanto, se escondía un tipo sin escrúpulos que estaba dispuesto a hacer lo que sea por conseguir sus propósitos.

Eso no necesariamente estaba mal. Para los negocios y su vida personal le había asegurado el éxito que tenía hoy en día, el mismo que mostró a la hora de defender a la heroína. Cada vez que alguien la acosaba, intentaba propasarse o simplemente le hacía las cosas difíciles, él como protagonista se encargaría de sellar su trágico final.

Prueba de su ferocidad era el hombre que encontró a un lado del coche en el estacionamiento, al ser el hombre más exitoso de la ciudad naturalmente tendría muchos enemigos.

Sentada a lado de su cama, no pasaron ni diez minutos hasta que el hombre abrió los ojos.
Tampoco pasaron ni sesenta segundos antes de que la mirara con ojos feroces.

-¿Por qué no te has largado todavía?-fueron las primeras palabras que pronunció con dificultad el desagradecido hombre.

-¿Disculpa? De nada en serio, no tienes que agradecerme que te haya salvado la vida. Enserio que eres demasiado agradecido- Anan se sintió completamente indignada, después de haber sacrificado su valioso tiempo.-¿Tienes alguien a quien llamar para que venga a verte? No puedes ser dado de alta sin una persona responsable a cargo.

Como un niño malcriado Yiyan Xi no le respondió a Anan.

Cada minuto que pasaba perdía más la paciencia. ¡Hump! Se cree la última Coca-Cola del desierto.

Sin esperar más, tomo el celular que estaba en el diván. Lo encendió a pesar de la pesada mirada del hombre en la cama y al ver que solo se podía desbloquear por un patrón o la duella digital.
El no se la iba a dar, así que decidió jugar una carta.

-¿Qué haces? Quítate de encima, no intentes nada extraño- Yiyan Xi no se sorprendió ante el descaro de esta mujer, que clase de mujer se subía encima de un hombre. Ver el hermoso rostro de Suyin cerca por un momento lo dejo sin respiración.

El no esperaba encontrar a Anan ahora, no de esta manera. Cuando su madre le exigió molesta que los acompañará a almorzar en honor a la recuperación de su futura nuera, Yiyan solo pudo pensar en lo molesto que sería hacerlo. Aunque una parte de él estaba preocupado cuando se enteró de su accidente, la otra solo pensaba que no debería preocuparse por ella, pero como no preocuparse si se trataba de la mujer que...

No esperaba que al acudir al restaurante lo atacarán de imprevisto, el se defendió pero no pudo evitar la herida en su hombro.

Aturdido por sus pensamientos no se fijo en como Anan tomo el su mano derecha y la paso por encima del celular, afortunadamente el dedo índice era el indicado.

-¿A quién debería llamar?-Anan se bajó de la cama en cuanto logro su objetivo. Al notar el silencio del hombre volvió a insistir-. Será mejor que me diga un nombre así tenemos que pasar el menor tiempo posible aguantandonos.

Ya que se lo encontró en una situación tan desagradable, lo mejor sería aprovechar el momento y dejarle en claro a este hombre que claramente la detestaba que ella, Anan Seok no quería nada con él.

-Wu Lin-excupio sin más, aunque por dentro estaba un poco desconcertado por dentro.

¿Escuchó bien o también se dio un golpe en la cabeza?

El tono de voz y la manera en que le hablo difería mucho de la Anan complaciente y ansiosa que siempre trataba de ganar su atención.

Después de fácilmente encontrar el número de contacto, Wu Lin entro de forma apresurada por la puerta del hospital.

-¿Qué es lo que pasó?- le preguntó a Yiyan Xi.

Wu Lin era un tipo delgado de piel blanco y ojos azules. Tenía una apariencia tierna e intelectual con sus gafas negras.




Anan Seok le dice ¡no! al señor XiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora