❝ Jimin ha perdido parte de su alma. Ha perdido a Tae. No sabe por cuánto tiempo, ni tiene conocimiento del porqué. Lo único que sabe, es que las lágrimas que se asoman por sus ojos, provienen directo del corazón. ❞
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# Leer en modo nocturn...
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Había momentos en los que Jimin extrañaba a Tae, tanto que le empezaba a doler el pecho, como si le faltara una mitad, como si le hubieran sacado el aire con el cual respirar. La tristeza lo hacía sentir enfermo, nunca pensó que debería extrañarlo, su idea era pasar su vida con él e incluso cuidar de sus hijos si era necesario, haría lo que fuera para poder pasar más momentos con él. Le enorgullecía decir que era su mejor amigo, la persona que mejor lo conocía, y hacía sentir.
Era irremplazable en su vida.
En su primer año de universidad, siempre desayunaba con Tae, sin embargo en el siguiente año este decidió tomar materias extracurriculares y el tiempo para su típico desayuno de tostadas y café negro se había extinto. Por lo que, Taemin era la primera persona con la que desayunaba en meses.
—¿Está bueno?—cuestiono el pelinegro, el otro hizo un sonido de aprobación masticando la tostada—Me alegra, estaba preocupado, no soy muy bueno en la cocina.
Jimin río mientras, sin darse cuenta apoyó una pierna sobre la silla, como solía hacer. El menor comía felizmente, e ignoraba totalmente la voz en el fondo de su cabeza que le gritaba que parara. La cocina del mayor era muy acogedora, con una mesa de madera oscura en conjunto con las sillas, y las estanterías con las que se había golpeado.
—Oh, Taemin hyung recie-—se detuvo un segundo pensando—Eres mayor que yo, ¿verdad?
—Sí... Por bastante.
Eso asombro a su compañero de desayuno, no parecía mucho más grande que él.
—¿En serio? ¿Qué edad tienes?—consulto antes de tomar un sorbo de su té. Jimin vio como su mayor hacía un gesto de incomodidad.
—Realmente no me gusta decir mi edad—murmuro haciendo círculos en el borde de la taza.
—No te preocupes, hyung, a mí tampoco me gusta mencionar mi edad—confesó el menor mientras hacía un gesto de que no importaba—Lo que iba a preguntar era, ¿es posible que cuando me desmaye haya visto otro par de pies? Además de los tuyos, quiero decir.
Taemin se le quedó mirando unos segundos con la tostada en la boca sin entender, sus ojos se movían hacia los costados pensando arduamente, hasta que abrió la
boca entendiendo.
—Sí... Ya sé de qué hablas—rio—era mi hermana, mi hermana mayor. Me ayudó a llevarte a la cama.
Jimin abrió la boca y se acomodo en su asiento. Ese chico parecía tener la vida que siempre quiso. Desde niño deseó tener una hermana o un hermano, realmente no importaba si era mayor o menor, solamente quería alguien con quien compartir y poder cuidar. Taemin también era guapo y con un cuerpo que el menor envidiaba de arriba para abajo, contaba con una casa hermosa en un barrio muy tranquilo, solo debía caminar unos diez pasos para ir a trabajar y tenía disponibilidad para todos los libros que quisiera. Vaya suerte tienen algunos.
—¿Y dónde está? ¿En la librería?
—No, ella salió—el pelinegro se paró agarrando su plato y taza poniéndolos bajo el grifo abierto—tenía cosas que hacer. ¿Quieres más té?
Ante el asentimiento del menor, lleno la pava de agua y la apoyó sobre la hornalla. No sabía qué le pasaba, pero el menor estaba especialmente preguntón, y no parecia tener ninguna intención de limitarse.
—¿Y tus padres?
—No hablo con ellos hace años.
—¿Tienes mascotas?
—Se podría decir que tengo un gato, es un poco infiel, va y viene.
—¿Cómo se llama?—el mayor rio.
—No tiene nombre.
—¿Por qué no tiene nombre?—las interrogantes de Jimin eran constantes y solo interrumpidas por las respuestas que daba el mayor, a este no le molestaba tener a tal curioso invitado en su casa, eso sí, no podía negar que se sentía desconcertado por tal cualidad, Jimin no parecía ese tipo de persona. Desde la perspectiva del mayor se veía del tipo observador, que sacaba sus propias conclusiones y que no tenía suficiente coraje para ser un fisgón. Que equivocado estaba.
—Ya que estás haciendo tantas preguntas...—hablo Taemin poniendo un saquito en la taza y llenándola de agua en su primer hervor—¿Yo también puedo andar de curioso?
—Si, por supuesto, luego de todas las preguntas que te hice...—El mayor apoyo el té justo enfrente de él mientras se sentaba con las manos cruzadas sobre la mesa, la infusión aún no estaba terminada, su color era claro y seguramente si la probaba ahora sabría a agua.
—La amistad con ese tal Tae, ¿era suficiente para ti?
¿Qué?
¿Qué fue lo que Taemin dijo?
¿Si la amistad de Tae era suficiente?
¿Cómo conocía a Tae?
¿Suficiente para que?
¿Para él?
Por supuesto que lo era, sin embargo repentinamente los ojos de Taemin le daban terror y sentía, como en su sueño, que era pequeño, que la oscuridad lo encerraba, lo sofocaba, lo iba a matar.
¡Me matará!
Intento gritar, la voz no salía. El comedor se volvía cada vez más sombrío. Los intentos de gritar iban uno detrás de otro, tampoco podía moverse, solo lo podía mirar a el. A Taemin, con sus ojos negros. Se rindió. Estaba aterrado. No lo quería mirar, no quería.
—No... Jimin, ¿cómo voy a matarte?—risa—Si tú ya estás muerto.
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Publicado: 27.11.2020
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