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Día 21: Noche

Una vez que el corazón late puedes saber si estás ansioso, enamorado, asustado o triste. Las sensaciones se intensifican demasiado a tal punto que podrías creer que en algún momento sufrirás un paro cardiaco. La vampiresa estaba pasando por esa situación, hacía mucho centurias que no sentía ese músculo palpitar.

Tocó el anillo de su dedo izquierdo, lo hizo girar suavemente y este se deslizó de su dedo hasta caer al piso, quedó estupefacta al verlo caer de esa manera. ¡Demonios ahora tenía un pequeño ataque al corazón! ¿Qué significaba aquello?

— ¡Por todos los cielos! ¿Acaso me gusta, Adonis? — Sintió el latido de su corazón en la garganta y las orejas. Empezó a respirar de manera pausada. — No me gusta, solo quiero que esté bien. ¿Cierto?

Chasqueó los dedos para recuperar el anillo y colocárselo de regreso en el dedo. ¿Por qué no lo dejó tirado? Era la costumbre o eso quería creer. Se acercó a la ventana más cercana para respirar algo de aire fresco, el olor de las flores la ayudaría a procesar sus temores, abrió las cortinas para observar el exterior; al hacerlo quedó cara a cara con Draco Malfoy.

— ¿Tú eres la dama fantasmal? — Preguntó él, sonreía de oreja a oreja cual niño que acababa de descubrir un tesoro escondido.

— Soy algo peor, Adonis. — rebatió para luego reír. — Soy un vampiro.

— Tienes unos colmillos muy afilados. — en lugar de salir asustado, el mago sintió como si la conociera bien. — ¿Puedo pasar? Hace demasiado frío.

— ¿Sabes que puedo convertirte en mi cena? — La vampiresa se hizo a un lado para dejarle paso, al hacerlo pudo observar a Theodore parado en la entrada que estaba luchando con las flores.

— La probabilidad de convertirme en vampiro es muy alta, estaré agradecido si lo haces. — El saltó por la ventana para ingresar. — ¿Nos hemos visto antes?

Hermione sonrió. — Mi comida está coqueteando conmigo.

— ¿Qué? No hago eso, yo siento que te he visto antes. — Draco le mostró una sonrisa radiante, hasta el se sorprendía, debería estar temblando de miedo, sin embargo, sentía mucha emoción por tenerla cerca. — Tus ojos son hermosos.

Hermione sintió como su corazón empezó a latir con fuerza, estaba teniendo una arritmia debido al halago. — ¡Te gusta coquetear con los seres?

— Eres la primera.

Boom, Boom.

El corazón amenazaba con salir corriendo de su pecho par saltar a los brazos del mago.

— Sí, se nota que eres muy puro. — Se mordió el labio inferior en un afán de molestarlo.

La observó atentamente — ¿Cómo lo sabes?

— Intuición. — Hermione sintió como el anillo cedía de su dedo anular, así que otra vez volvió a caérsele.

Ambos vieron como el anillo se iba rodando hasta perderse bajo un mueble. Luego se observaron por varios segundos.

— ¿Estás casada? — Draco la cuestionó con cierta decepción. No podía creer.

— No, el anillo es una atadura para evitar herir a alguien... — Lo miró a los ojos — Ahora no quiero herirlo, quiero protegerlo.

Draco sumó 2 + 2 en el acto, ella era la amiga de la que Theodore había estado hablando. Por la que le había dicho que salía y que estaba bajo un artefacto maldito.

— Entonces tienes novio.

Hermione rio sin poder evitarlo, era gracioso sin proponérselo. — No, ya no lo quiero.

— Me alegro, ahora tengo una oportunidad. — Volvió a mostrarle una sonrisa impecable.

El corazón de Hermione latió con más fuerza que cuando tenía el anillo. «Es normal que me parezca más guapo?» — No hagas eso, mi corazón podría explotar.

— ¿Qué? ¿Sonreír? — Draco lo hizo mucho más sin querer, le resultaba impresionante que una vampiresa flirteara de esa manera. La vio sostener su corazón, hasta escucho el latido. — ¿Merlín, es cierto?

— Piensa en cosas tristes y no sonrías. — Dijo Hermione muy avergonzada, ¿Qué estaba pasándole? Miró su mano para comprobar que el anillo se hubiera ido. — Si lo haces moriré esta noche debido a un ataque al corazón....

«...Al corazón que hiciste latir. Creo que esta es tu manera de controlarme sin necesidad del anillo. ¿qué clase de magia es esa?» Pensó, tomaba aire para calmarse, era ridículo lo que estaba ocurriéndole.