CAPÍTULO I

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        Los exploradores habían vuelto para avisar que el ejército romano ya estaba en marcha .
Antes de ver a la primera cohorte , los guerreros celtíberos ya se habían desplegado por el escarpado y boscoso terreno .
         Los caballos fueron escondidos y se les tapa el hocico para que no suelten un relincho inoportuno . Todos los guerreros celtíberos guardan silencio y evitan hacer ruido , como si estuvieran en una cacería . Salvo que hoy , no van a cazar ciervos o venados , sino romanos .
         Desde su posición , junto con otros guerreros , ven en profundo silencio y en tensión , pasar a las  cohortes romanas .

               Al joven Indibil le sorprende como marchan los guerreros romanos , como si fueran un mismo hombre , en grupos rectangulares

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         Al joven Indibil le sorprende como marchan los guerreros romanos , como si fueran un mismo hombre , en grupos rectangulares . Sus pisadas retumban la tierra . Ha oído que los romanos se llaman así mismo soldados .
         Tendido en el suelo  , vestido con una túnica blanca con mangas cortas que le llega a los muslos , y  como protección un pectoral de hierro y un casco de cuero abierto . Su escudo rectangular al lado , y en su mano derecha una onda hecha de cuero  , y en un zurrón lleva metidos los proyectiles de bronce para la onda . En la vaina porta una espada de doble filo de antenas .
         Indibil no comprende la diferencia entre un guerrero y un soldado . Ahora mismo siente un sudor frío , y la garganta reseca .
No sabe a qué más miedo le tiene , si al número de enemigos , o a la vergüenza de tener miedo .
Con disimulo mira en torno a él , a sus compañeros y nota con sorpresa que los demás también andan con nervios y miedo .
         Lo nota en como alguno agarra las armas , como otro se moja los labios con la lengua y otro mira con ojos desorbitados la numerosa y larga columna enemiga . El veterano Asturcon , le mira y le guiña el ojo . Es un gesto de confianza que agradece .
         Ahora , solo hace falta a que llegue la señal para que comience la batalla .

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          Agazapado tras las rocas , el guerrero belo y líder de los celtíberos Caro , observa cómo va entrando el ejército consular en el valle , por el estrecho cuello de botella natural , entre las colinas .
         Cerca de ambos líderes , están los devotio , guerreros que han jurado sobre los dioses dar sus vidas para protegerles .
         Todos los guerreros están en posición , esperando agazapados , con impaciencia desatar su furia contra los invasores romanos .
       
        - El cónsul romano marcha con sus  soldados , muy  confiado en su fortaleza - comenta Leucon .
 
         - No he conocido un jefe romano que no fuera arrogante . Espera un sitio o una batalla en campo abierto , donde una legión puede desplegar toda su fuerza . Aquí no pueden y tendrán que luchar en nuestros términos - dice Caro .
       
         Cuando ve que ya son suficientes , Caro hace la señal convenida , que se va repitiendo a la vanguardia .
         Como salidos de las entrañas de la propia tierra , cientos de guerreros celtíberos , arevacos y belos se levantan y entonan un himno de batalla , ante la mirada atónita de los romanos .

          Como salidos de las entrañas de la propia tierra , cientos de guerreros celtíberos , arevacos y belos se levantan y entonan un himno de batalla , ante la mirada atónita de los romanos

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 LA EMBOSCADA  - escrito por Jesús Quintela Navazo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora