¡Una semana construyendo un rompecabezas especial!
Día 1: Hilo rojo del destino
Día 2: Crossover
Día 3: Cliché favorito
Día 4: Adaptado a una película de tu infancia
Día 5: Aroma
Día 6: Idol y fotógrafo
Día 7: Estrellas
Creada por @yoongi-pooh
Inici...
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– ¡Quédate quieto o si no el gato se va a asustar!
Yugi rió travieso ante el reclamo de su amigo y ensanchó aún más su sonrisa dejando ver los hoyuelos y los dientes levemente chuecos dándole un toque más adorable a la toma junto a un pequeño felino de pelaje blanco y esponjoso colado entre los delgados brazos del tricolor, contó hasta tres y se escuchó el disparo de la pequeña cámara que le regaló su padre por su décimo cumpleaños. Emocionado, guardó el aparato en su mochila al haber conseguido otra buena fotografía para la colección que Yugi y él empezaron a formar, un pequeño álbum de fotos donde se encuentra todo lo que un niño de su edad pudiera sentir curiosidad o simples memorias del amatista y él posando con animales o caminando por lugares diferentes.
– Yugi, cuando sea un fotógrafo muy reconocido, ¿te casarías conmigo?
Dijo de pronto, parando su camino a casa después de clases en la primaria de su pueblo, con una expresión bastante seria y con las mejillas regordetas por la vergüenza
– ¿Ah? ¡Pero si ya estamos casados, recuerda lo que dijo mi madre!
El niño lo miró de mala manera, se sentía ofendido ante tal recuerdo
La madre de Yugi siempre adulaba la relación que ambos niños tenían desde que nacieron y bromeaba sobre que parecían esposos, desde entonces el pequeño amatista lo tomó como otra forma de llamar a su amistad pero el otro infante de apariencia muy similar a la suya se ponía nervioso y ansioso.
Yugi aun no podía entender lo que era un beso cerca de los labios o el significado de una rosa roja.
– En ese caso, cuando seamos grandes voy a buscarte hasta donde estés y te pediré matrimonio
No se atrevió a ver esos grande ojos hambrientos de conocer cada rincón del mundo y solo se dedicó a observar el arrebol que empezaba a asomarse en el cielo como una de las pinturas que su maestra favorita pintaba.
– ¡¿Lo dices en serio?!, ¡me encantaría, y así podremos ser amigos para siempre!
Alzó los brazos con gran fulgor y soltó leves saltitos por el aire, más tarde podría contarle a su madre que su amigo al fin se decidió a ser más cercano con él.
Por ahora estaba bien no decirle que deseaba ser su esposo, quedando como un deseo infantil en medio del corto camino a sus respectivas casas.
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