Solo en ciertas circunstancias podemos demostrar nuestros verdaderos sentimientos; sin embargo, tales situaciones no permiten que aquel ser al que van dirigidos pueda verlos con claridad.
Cómo se había acordado, todos llegaron a tiempo; pero como sucede en toda reunión, algunos arriban un poco temprano y otros un tanto tarde. Sin embargo, el entusiasmo de conocer el nuevo hogar de Michiru Kagemori, era tan grande como la limosina de Nina, dónde pudieron entrar todos sin problema; a excepción de la joven tanuki y su amiga zorro, las cuales decidieron ir volando. La primera guiaría al auto; mientras que la segunda, solo haría compañía.
- Oye Michiru, ¿tu nueva casa está muy lejos? - pregunta Nazuna.
- Un poco, está alejada del centro de la ciudad.
Al terminar de decir esto, la joven zorro nota que su amiga entristece la mirada conforme se van alejando de los edificios más altos de la ciudad. En un principio estaba contenta, ahora parecía dudosa, incluso temerosa. Nazuna la conocía muy bien, sabía que éste tipo de cambios llegan a asustar a su amiga, sabe que en el fondo es valiente, solo necesita que alguien la motive para que sus pensamientos negativos no nublen su vista.
- Conozco esa mirada, se que tienes miedo. No me importa si me dices lo contrario, yo sé cómo eres, no puedes engañarme. Y antes de que respondas te diré solo una cosa: confía en ti misma, has salido adelante en las situaciones más difíciles, evadiste a muchos humanos que odian a los beastman, salvaste una ciudad del completo caos provocado por un beastman sangre pura con problemas de superioridad. Así que vivir en tu propia casa y mudarte serán pan molido.
Después de éstas palabras, la peliazul se muestra más segura y solo contesta:
- Gracias Nazuna, en serio necesitaba un poco de apoyo emocional.
- Para eso están las amigas.
Ambas ríen; y cuando Michiru vuelve su mirada al camino, señala que están a punto de llegar. En las alturas, ambas observan el lugar: una casa de tres pisos, color marfil con negro, lo suficientemente grande para que una familia de ocho personas pueda vivir ahí, un jardín extenso que rodea la casa y por la parte trasera alcanzó a observar que tenía una piscina.
El dúo volador se sorprendió al ver el inmueble, quedaron sorprendidas, Michiru se sintió algo incómoda al ver tan lujosa casa al pensar que tal vez ese regalo era un poco exagerado para iniciar su vida como una ciudadana de Anima City.
- Deberíamos avisar al chófer que aquí es - dice la pelirrosa, sacando a Kagemori de sus pensamientos.
La joven tanuki se adelanta para abrir la reja de la casa; mientras que la chica zorro vuela hacia la limosina para indicarles por dónde deben ingresar. Una vez estacionado el auto, todos bajan del mismo, algunos se asombrar al ver el lugar, otros se concentran en estirar los músculos por estar casi una hora sentados; sin embargo el único que solo se enfoco en salir de la multitud para dirigirse al jardín, fue Shirou, sin cambiar su rostro serio se separó del grupo para tomar un respiro. Una vez que Michiru se acercó a la puerta de la casa y la abrió, todos fueron ingresando al interior de ésta, junto con sus respectivas bolsas y mantas para dormir; y con algunas botanas o refrescos para comer.
La casa tenía un pequeño vestíbulo con escaleras en medio, las cuales llevaban a los pisos superiores, detrás de éstas se podía observar una puerta que posiblemente sería un pequeño almacén o la entrada al sótano, a la derecha se encontraba el comedor y la cocina; a la izquierda se encontraba la sala. Por ahora, solo esa parte habían explorado esa parte, ya que estaban sorprendidos; puesto que esperaban encontrar una casa vacía y que haría mucho eco con las voces de todos, pero dicha propiedad estaba amueblada.
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No me juzgues por ser un humano
RandomUn lobo y una tanuki (perro-mapache) trabajando en equipo para mantener la paz en Anima City; sin embargo, la llegada de nuevos ciudadanos y las visitas de los humanos a la ciudad comienzan a romper la armonía del dúo dinámico, incluso la seguridad...