Desearía ser...

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《Todavía recuerdo ese tres de diciembre cuando estaba con tu suéter
Dijiste que se veía mejor en mí, que en ti
Si tan solo supieras cuánto me gustabas》

Su vida había cambiado drásticamente después de la muerte de su madre, quizo ser fuerte por su hermana menor pero estando sola en ese solitario parque se permitió llorar, un llanto amargo que dolió en lo profundo.

Ahí, en ese lugar, en medio de lágrimas y en un estado lamentable lo encontró, encontró a la persona que se volvería tan importante en su vida y en su corazón.

Un niño que no teniendo a nadie de la misma sangre que él seguía sonriendo, seguía animando a los demás a vivir. Un niño con la fuerza de un guerrero, porque ella no creía poder aguantar todas esas pérdidas y volver a sonreír.

Para ella, él era su héroe. Su camino. Su amor.

Fue su hombro y su soporte.

Y cuando volvía a reír como antes de toda la tragedia, le dedicó esa risa, esa felicidad que solo él podría provocar.

Porque así era Naruto. Uzumaki Naruto era un sol. El más brillante para ella y para su joven corazón.

Después de meses, una mañana sin nada en particular se levantó de su cama, se miró al espejo y dijo en voz alta (para ella):

-Amo a Naruto Uzumaki- quedo más roja que un tomate pero en ningún momento dudo sobre esa afirmación.

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Faltaba tres semanas para navidad, ella estaba jugando en el patio trasero con sus hermanos y Naruto. La nieve cubría todo el lugar y no paraban de corretear sobre ella.

Algunos ríen, mientras otros lloran, algunos aman mientras otros odian y algunos viven mientras otros mueren.

Neji, el hermano mayor de Hinata había entrado un momento. Sus risas siguieron hasta que él regresó, tal vez la única que no había notado el cambio había sido Hanabi, quien se encontraba bastante distraída tratando de hacer un muñeco de nieve.

-¿Estas bien?- pregunto despacio y lo suficiente bajo para no llamar la atención de la menor. Naruto se mantuvo a lado de Hinata, también intrigado con la expresión que trataba de ocultar el otro.

-Los Uchihas- dijo, lento y aturdido, sin embargo, terminó negando con la cabeza -no es nada, traigo algo para comer- no dio tiempo a replicas porque ya había desaparecido.

Hyuga y Uzumaki se miraron entre sí, confusos.
Era Neji, al final terminara explicándolo, se consolaron juntos.

Al final al terminar de comer, ella no hizo más que sonrojarse cuando Naruto le había puesto su suéter negro encima, después de la advertencia del mayor sobre que se enfermaría por salir.

Hinata solo pudo desear quedarse para siempre con esa chamarra. Anhelando que Naruto la olvidara.

Pero no fue así.

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Ella se había enterado, Neji había suavizado bastante la noticia debido a que su padre no era muy apto para eso. Fue un pequeño shock para las féminas pero asintieron, dispuestas a ser de ayuda.

Tal vez había sido el morbo, no lo sabría pero no pudo evitar buscar la noticia.

Sicario asesina a prestigiosa familia.

Solo el encabezado le provocó un miedo inexplicable, aún así, se negó a irse sin saber.

Sus ojos se cristalizaron y dejó varios párrafos sin leer que describían la escena. Cuando sus ojos ubicaron lo que buscaba se obligó a leer hasta el final.

Uchiha Sasuke, un sobreviviente. El único de la familia que vivió después de ese horrible suceso. El hijo menor, un niño de su edad, eso ya lo sabía por su hermano pero había calado dentro de ella.

Ella esperaba leer el acto de amor de la familia Uchiha y como estos lo protegieron a diestra y siniestra pero no había nada de eso.

Aparentemente el niño se niega a hablar de lo sucedido y se temía que el sicario (que nadie tiene idea de cómo es ni quién es) regrese a terminar el trabajo.

Sasuke se negaba a hablar y por lo que se sabe él estaba en su cuarto cuando el sujeto llegó. Él estuvo solo por casi veinte minutos con un sicario y no murió.

Hinata se sintió orgullosa, no lo conocía y no sabía que había pasado pero ese niño se habia aferrado a la vida. A pesar del dolor, vivía.

La sonrisa resplandeciente de Naruto llegó a su memoria.
Todos los guerreros tienen sonrisas hermosas.

Sasuke debería tener una igual, ella no tenía dudas.