Quisiera poder amarte sin temor a los prejuicios.
Desearía poder gritarle al mundo que estoy perdidamente enamorado de ti.
Huir del mundo contigo y que cuando tome tu mano y nuestros dedos se entrelacen; se selle la promesa del amor eterno, porque m...
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Merodeando por las lúgubres calles sin deseos de regresar a su casa, Taehyung se encontró a si mismo pensando y considerando en ir a ver a Jungkook.
Indudablemente sabía que el menor le haría sentir mejor y que le prestaría real atención a todo lo que tenía para decir mientras se desahogaba.
Era afortunado, porque no todos tenían a alguien como Jungkook, nadie podía ser escuchado, mimado, amado, soportado como Jungkook lo hacía con él. Todo el tiempo dedicado a su persona, su interés y preocupación, la forma en que lo cuidaba e intentaba hacerle sentir bien porque siempre quería verlo bien... Sólo él tenía el privilegio de disfrutar de todas esas cualidades que el menor le otorgaba.
Ni con todo el dolor que había padecido a causa de su oculta orientación, iba a cambiar de opinión respecto a sus sentimientos por él, por ese lindo chico de ojos grandes almeldrados y cabello azabache. Quién lo salvó cuando él se encontraba sumido en una constante melancolía, que lo arrastraba a los lugares más recónditos y oscuros de su nublada mente.
Prosiguió a caminar decidido en verlo aunque fuese por ultima vez, ya que no creía poder salvarse de su padre cuando le dijese que "su novia" declinó de tener intimidad delante de él y sus amigos.
Conociendo al hombre, sabía a lo que se enfrentaría, su padre no lo tomaría bien y terminaría golpeandolo, lo que podría llegar a provocarle graves contusiones e incluso, la muerte.
Como era un hombre que hacía parte de un grupo criminal, que se caracterizaba por vender y promover el consumo de drogas como la cocaína, que tenía mucha experiencia con las armas y llevaba multitudes de muertes encima, no dudaría en ningún momento en hacerle daño a su único hijo y sentir nulo remordimiento por eso. Con aquello en mente, Taehyung apresuró el paso hacía la casa de Jungkook.
Llegó cansado luego de haber caminado por tanto tiempo. Como ya era costumbre, Taehyung subió cuidadosamente a un pequeño muro para poder llegar a la altura de la ventana de Jungkook y asomarse para observar el panorama.
Encontró al menor sentado ensimismado, en un boceto que estaba haciendo a lápiz en una de las tantas libretas artísticas que el chico tenía. Taehyung sonrió y mordió su labio por la bonita imagen frente suyo, la felicidad instalándose en su pecho, sus ojos aún hinchados por las previas lágrimas pero que permanecían con un brillo especial porque estaba ahí, tan cerca de su amor.
Tres toquecitos resonaron en el cristal de la ventana y Jungkook a sabiendas de que se trataba y a pesar de la hora, se apresuró en abrirla con cautela. Sacó sus brazos y tomó los contrarios para levantarlo y ayudarlo a entrar en la habitación sin demasiado esfuerzo.
Jungkook cerró la ventana junto con las cortinas antes de dirigir su atención a Taehyung, quien lo miró directamente y extendió su mano para que el menor pudiese tomarla, lo cual hizo.
El mayor tiró de él y ambos se juntaron, como si se tratase de dos imanes que no pueden mantenerse separados por la fuerte atracción magnetica que existía entre ellos. Se abrazaron, Jungkook lo tomó de la cintura, Taehyung rodeó el cuello ajeno con sus brazos antes de unir sus labios en un casto beso.