Capítulo 4

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Alicia,

Después de unas horas más en las carreras nos fuimos al club, ya era de madrugada y el prez nos había llamado diciendo que teníamos una reunión de improvisto a las diez, ósea dentro de siete horas y la verdad me moría de sueño.

Yo había sido la que menos había tomado, entonces me tocaba manejar, llegando al club se bajaron y mientras yo estacionaba, me esperaron en la entrada, cuando entramos al club nos encaminamos a una mesa, no estaba lleno por obvias razones de hora, paseo la mirada y me encuentro con unos ojos azules grisáceos que me miran fijamente, no puedo detallar bien su rostro, ya que su mirada era como un gran imán que me atraía como si yo fuese un metal, está acompañado de otro hombre afroamericano, los dos me miran fijamente pero no les doy mucha importancia, retiro la mirada y me dirijo a los chicos.

--Yo me voy a dormir, y si no quieren llegar tarde como nos es de costumbre, les aconsejo que hagan lo mismo, buenas noches a todos. —no les doy tiempo de responder y me retiro a mi habitación y después de una larga ducha, al fin puedo tocar mi cama de nuevo, trato de dormir, pero mi mente permanece en el chico misterioso, su mirada era fría pero cálida al mismo tiempo, te retaba a acercarte a cometer cualquier delito, es de esas miradas que sabes que si te acercas lo suficiente te arrastrara a tu perdición.




(...)





Me despierto a las ocho y me alisto, me visto con unos jeans claros y un top blanco, botas de combate y mi chaleco, me dejo el pelo suelto y no uso mucho maquillaje, lo dejo natural como siempre.

Bajo a desayunar y me topo con varios hermanos, me siento y como es de costumbre me ponen el desayuno en frente, después los chicos bajaron y pasamos un buen rato mientras terminamos de desayunar.

Ya faltando poco para las diez nos vamos para la oficina del prez, llegamos y él estaba sentado en el escritorio.

--Tomen asiento chicos, comencemos. --después de eso pasamos dos horas hablando sobre el club y todos los asuntos pendientes.

Estaba tan metida en la computadora que no me di cuenta de las dos personas que habían entrado a la oficina, levanto la mirada y me encuentro con los mismos ojos azules grisáceos que me atormentaron en mis sueños, tenía la mirada fijada en mí, y de no haber sido por el grito de Hera, creo nos hubiéramos mantenido mirándonos por más tiempo.

--¡AAAAAAAH volviste! --Hera se colgó de sus brazos mientras él la envolvía con una sonrisa.

--¿Me extrañaste, hermanita? --Y ahí fue donde supe, el que tenía en frente era nada más ni nada menos que el heredero de los Blaks Gods.

Todos entusiasmados por la llegada del chico, se levantaban para abrazarlo y decirle cuanto lo extrañaban, todos menos yo, solo observaba el cariño reflejado en sus rostros, presenciaba ese momento como una espectadora esperando ver su siguiente paso, analizando cada uno de sus movimientos.

Hera y Hestia lloraban, mientras Zeus y Poseidón no paraban de sonreír, en todo el tiempo que los conozco nunca los vi sonreír tanto como lo hacen el día de hoy, estaban felices y se notaba que el chico de ojos azules grisáceos traía felicidad al club, había un brillo que no estaba antes en sus ojos, ahora se sentían completos.

--Dios, no vuelvas a irte por favor. --Hestia no dejaba de llorar y los ojos del chico se llenaban de lágrimas, más no derramadas.

De un momento a otro, la puerta se abre y la Señora Black o mejor conocida como Rea esposa del prez, entra a la habitación buscando con sus ojos al chico que sin poder evitarlo más, cae al suelo de rodillas mientras sus ojos derramaban todas esas lagrimas que se negaban a salir hace un momento, mientras veía a la mujer que estaba en el marco de la puerta.

--¿Eres tú mi niño? --preguntó mientras se acercaba. --Soy yo mamá, he vuelto. --Fue la respuesta del hombre que en ese momento se veía como un niño asustado buscando los brazos de su madre.

La señora Black, corriendo se acercó hasta su hijo y lo abrazo, mientras ellos estaban ahí abrazados, sus hermanos y padre se acercaron formaron parte de tan profundo he intenso momento. Yo, Zeus y el chico que venía con Hades presenciamos de tan profundo momento y ahí supimos que en ese instante, desde hoy nadie más los iba a volver a separar y quien se atreviere, se atuviera a las consecuencias porque desde hoy los Blacks Gods volvían a ser más fuertes de lo que alguna vez fueron.



(...) 



Después de la muestra de cariño, la familia Black nos observa con felicidad y vergüenza, los señores Black se ríen mientras limpian sus lágrimas, Hera y Hestia sonríen tímidas mientras se sonrojan al igual que su hermano menor, mientras el mayor me mira fijamente, no sé qué tiene este tipo con mirarme de esa manera será a todos o solo a mí.

Miro a mi alrededor y los chicos restantes tienen una sonrisa conmovedora por la situación de la familia, mientras yo me mantengo en mi lugar y con seriedad miro todo, no es que no me conmueva la situación claro me pone muy feliz que por fin estén juntos, simplemente me incomoda todo el cariño demostrado, no soy de dar mucho cariño y cuando pasa es muy esporádicamente.

--Bueno chicos él es Milo, estuvo conmigo este tiempo y quiere formar parte del club –salgo de mis pensamientos cuando el mayor de los Black habla presentando a su amigo—Hola he escuchado tanto de ustedes, espero me acepten en su familia. --Bromea

--Claro que si cariño, te debemos mucho por cuidar de nuestro muchacho. --los señores Black le agradecen y su hijo se sonroja, interesante.

Se instala un incómodo silencio, Hades y yo nos miramos mientras los demás nos miran curiosamente esperando cuál de los dos habla primero, él me mira esperando a que sea yo la que hable, pero todos saben que ser sociable no es mi fuerte y que no voy a decir nada a menos que sea necesario, yo solo observo.

--Erick, ella es nuestra sargento de armas, no la conoces por que vino poco después de que te fuiste. --El prez es el que decide terminar con el silencio mientras presenta a su hijo.

--Erick—se presenta—pero prefiero que me llamen por mi nombre de carretera, en ese caso, Hades mucho gusto.

--Perséfone. --es lo único que digo.

Cuando termino de decir mi nombre de carretera sus ojos se iluminan y vuelve a ver a Hera quien también lo mira fijamente como si se estuvieran hablando telepáticamente, vuelve a mirar y curiosidad brilla en su mirada.

--Si no me necesitan más me retiro. --y antes de darme la vuelta, miro por última vez esos ojos azules, que sé que van a ser mi perdición, pero aun así me atraen como luz a las polillas.


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Aquí termina el capítulo 4, espero que les guste tanto como a mí escribirlo, nos vemos en el siguiente y no olvides votar y comentar, gracias. 

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