Capitulo 5

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Saint salió de su nuevo apartamento y empezaba a caminar hacia la parada de autobús más cercana, cuando un sedán negro se detuvo en la acera junto a él. Se preguntaba si el conductor lo habría confundido con otra persona, entonces vio bajarse la ventanilla, el hombre preguntó

— ¿Sr. Suppapong?

—¿Sí?

—El Jefe... eh... el Sr. Tanapon me instruyó para que le recogiera —dijo el desconocido.

—El señor Tanapon hizo... eh. ¿Por qué?

—B-bueno —balbuceó el extraño mientras se tocaba el cuello, obviamente incómodo al ser cuestionado sobre las órdenes de su jefe—. No lo mencionó, Sr. Suppapong. Sólo me dijo que le llevara a cualquier lugar al que necesitase ir, hasta que llegara su coche.

—¿Mi coche? —preguntó Saint, un poco desconcertado—. No tengo coche, Sr... perdona ¿cuál es su nombre?

—Krist, señor. Usted me puede llamar Krist. Y joder, se suponía que iba a ser una sorpresa. El jefe me va a matar.

—Dudo que te vaya a matar, Krist. Una sorpresa, ¿eh? ¿Me está consiguiendo un coche? Hmmm... Y por favor, llámame Saint.

—Esta bien le llamare Saint, pero por favor ¿puede entrar en el coche?

Saint se mudó hacia el lado opuesto, abriendo la puerta antes de deslizarse en el asiento delantero del pasajero.

—¿No sería mejor que se sentara en la parte de atrás, Sr...umm, Saint?

—No. Me gusta ver el paisaje desde el frente —contestó Saint.

—Está bien. —Krist asintió con la cabeza—. ¿Y ahora?

Saint recitó la dirección y vio como los ojos de Krist se ampliaron por la sorpresa.

—¿Algún problema, Krist?

—No, señor. No hay ningún problema en absoluto.

Estaba claro que Perth no les había hablado a algunos de sus hombres, sobre la ocupación de su actual amante y su lugar de trabajo. A Saint le extrañó un poco, sonrió burlonamente mientras Krist lo llevaba hacia el centro de operaciones del FBI.

—¿Quiere que espere aquí, Saint? —le preguntó Krist cuando finalmente llegaron.

—Podría tomarme algunas horas, Krist. ¿Quieres dar una vuelta primero?

—Está bien. Estaré de vuelta en ¿dos horas?

Saint asintió con la cabeza, pero después negó nuevamente con la cabeza, al pensar en Off.

—No, mejor en tres horas. Y gracias, Krist. —Saint salió del coche y cerró la puerta detrás de él con firmeza antes de caminar hacia la entrada del FBI.

***

Saint abrió paso, subiendo las escaleras en lugar de tomar el ascensor. Los que habían trabajado con él lo suficiente, sabían que esa era su rutina habitual. No importaba si necesitaba llegar a la quinta planta, o a la decimoquinta, subiría por las escaleras, no perdería la oportunidad de mantenerse en forma cuando podía. Lo necesitaba por su línea de trabajo.

Saint se detuvo primero en el departamento de informática y se encontró con Sammy, su supervisora. Le entregó una copia de la carta formal de renuncia.

—¿Estas renunciando? —preguntó Sammy, sorprendida, al leer el contenido de la carta.

—Sí.

—Pero, lo has estado haciendo tan bien. Sé que han pasado meses, pero estoy segura de que te ofrecerán un puesto en el departamento pronto. Ya he hablado con Earth sobre eso y...

El Padrino y su AmanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora