Raíces

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La traición es la supervivencia de aquellos que se sentían acorralados por un ser de su misma raza, pero poderosos, capaces de curar y crear armas con sus propias auras. Los que una vez fueron sus aliados se convirtieron en sus enemigos y para poder subsistir vivieron en las montañas, aunque con el tiempo sus poderes eran codiciados, tanto así que le pagaban a personas por traer ese místico ser, ya que se rumoreaba que su sangre daba dotes e inmortalidad. 

 Una triste mañana, mientras el alfa traía a su mate, la barrera que los protegía se debilitó y atacantes arrasaron con la aldea; asesinaron y raptaron mujeres como niñas, debido a la gran belleza única que estas poseían. Eran trigueñas o de piel canela, con una gran cabellera negra rizada y unos hermosos ojos azules que atraen a cualquier persona. Algunos huyeron, pero estar lejos de su hogar y manada hicieron que murieran lenta y dolorosamente, al igual que muchos de los niños que fueron raptados. 

La diosa observaba los capaces y sangrientos que podían ser los lobos de Marte. Así que, para poder mantener a sus hijos con vida, engendró a dos chicas, a quienes crio en su templo, alejadas de las ciudades de guerra y de los hijos de Marte, que jamás las encontrará, convirtiéndolas en sacerdotisas con grandes dotes, belleza y poderes. La diosa las dejo a cargo del cuidado del templo mientras hacía sus deberes; sin embargo, el deseo de saber qué hay en el exterior hicieron que se aventuraron en un pueblo nómada comerciante, y el ajetreo de dicha ciudad las estresaba, ya que no estaban acostumbradas a tantos movimientos e idiomas, y lo inevitable pasó, una se separó de la otra, y no pudo encontrarla, al volver al templo, le contó lo ocurrido a la diosa y está lloro desconsoladamente, pues perdió a una de sus hijas. Por ende, le pidió ayuda a las otras diosas para que esté a salvo y pueda volver a casa, no obstante la única que se apiadó de su desdicha fue Venus, quien le pido a uno de sus sirvientes que cuidara de ella que hasta el día de hoy no encuentra su camino a casa.

 — La historia es muy triste, Coco— dice la niña acostada al lado de su amigo. 

 — Es cierto, si la diosa la amaba tanto, ¿por qué no la busco?— la mujer solo reía al ver la curiosidad. 

 — ¡Niños, niños, calma!— suspira— la diosa en forma de que volviera a su hogar, creo un camino de estrellas que solo salen una vez al año— los arropa para que se vayan a dormir. 

 — Pero, ¿llego a su hogar?— tomando de su brazo y mirándola con unos ojos brillantes. 

 — Ella aún no llega, pero siempre se guía del camino de las estrellas— dándoles un beso en la frente a ambos— ¡Duerman bien, niños!—.

Una loba más de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora