ERES MÍO

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El gran edificio era inmaculado, gritaba dinero y lujo, como tantas otras cosas que rodeaban a la gente de su calibre. Las grandes puertas bañadas en oro recibían a quien pasase por su lado, invitándolos a entrar a ese mundo de corrupción y lujuria. Era difícil resistirse ante tales tentaciones, una vez rendido no había forma de escapar, la sensación falsa de poder y riqueza los consumía para llevarlos a un camino de locura pintado de fingida felicidad.

Alrededor de treinta pisos, uno de los edificios más altos y grandes de aquella peligrosa ciudad, en cada piso un poco más de riqueza y cuanta más altura, más poder se manejaba, así funcionaba el W & F . Grandes ascensores de vidrio con detalles de plata, una fuente delicada dentro del hall, unos sillones color vino aterciopelados, la gente vestida de traje y con altos tacones de marca, dinero, y más poder, era todo lo que se podía encontrar.

La puerta doble del espacioso ascensor se abrió en el piso veinte, dándole la entrada a un alto pelinegro vestido con un traje oscuro, y su reconocida corbata roja. Entró con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, con ojos rasgados sin sacar la vista de enfrente, la cabeza bien alta, caminando con seguridad y confianza. Sus dedos todavía olían a tabaco, al igual que sus labios, y una sonrisa ladina le adornaba el rostro altanero. Daba pasos largos, sin prisa alguna, disfrutando cada mirada que se posaba en él, era consciente del poder que tenía, y por supuesto, de sus visibles atractivos.

Y no dudaría en usarlos a su favor.

El pelinegro conocía bastante bien aquel edificio por el que ahora transitaba, podría hacerse el desentendido, pero de ignorante no tenía nada. Juguetón, ruin y desvergonzado se adentraba en aquellas puertas, siendo consciente del mal que podría provocar en quien lo rodeaba. Pero esto poco le importaba, con tal de conseguir su silenciosa victoria, con tal de sentir por sus venas la gloriosa sensación de poder haría cualquier cosa.

Aquel edificio le pertenecía en su totalidad al señor Koutarou, gran influencia y persona con quien su padre, el Sr. Tetsurou, había hecho grandes negocios. Había recorrido decenas de veces aquellos pasillos como para no saber en dónde se metía, la gran cantidad de ojos que lo vigilaban, miradas que seguían cada uno de sus pasos, cámaras que solo apuntaban a él. Lo sabía muy bien, y también sabía perfectamente quienes se encontraban en aquellos altos pisos.

El azabache se pasó una mano por el pelo, enredando sus dedos entre sus finas hebras oscuras, acomodándoselo para atrás mientras dejaba caer unos pocos mechones traviesos sobre su frente. Se acercó imponente y sereno al curvo y alto escritorio, con detalles dorados, donde la secretaría tecleaba algo en su laptop. La morocha con escote tenía el pelo recogido en una alto rodete y dos mechones le caían a cada costado, dándole un poco más de soltura. Kuroo se inclinó sobre el claro escritorio de mármol y vidrio, dejando reposar ambos codos, sintiendo el frío en su piel, poniendo todo el peso de su cuerpo en sus brazos.

— Disculpe — carraspeó en un tono grave y sensual. La morocha, que hasta ahora no lo había notado, levantó rápidamente la mirada al escuchar una voz tan cautivadora. Un leve sonrojo se hizo presente en sus mejillas, notándose aún bajo todo su maquillaje, sus pupilas se dilataron al ver tan precioso hombre tan cerca de su rostro.

— Señor, ¿qué necesita? — dijo en voz baja, intentando no trabarse, mientras sus ojos pasaban de su pelo a sus labios, para volver a su corbata desajustada adrede. Inconscientemente y con delicadeza se acomodó el pelo, poniendo un mechón detrás de su oreja, acción que le indicó al azabache que ya la tenía bajo su poder. Sonrió lascivo y triunfante.

— Vine a ver a un amigo — el pelinegro señaló lentamente con el dedo la gran puerta que tenía a su derecha, a unos pocos metros, una doble puerta negra y alta, con picaportes bañados en oro, demostrando la cantidad de dinero que manejaba aquel piso. La secretaria siguió la dirección a la que apuntaba su índice, y volvió a su mirada. — pero es una sorpresa, si sabe a lo que me refiero —

PROPUESTA INDECENTE [ONE-SHOTS haikyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora