1. ÁLEX

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La sensación de sus labios sobre la piel desataba un torrente de excitación que recorría todo su cuerpo. El suave mordisco en el cuello, las manos que apretaban su espalda con firmeza, amplificaban el placer de un contacto que ambos habían estado anticipando durante toda la noche, en un juego de seducción que por fin había desembocado en aquel encuentro. Luego los roles se alternaron, y fue él quien empujó a su contraparte contra la cama, mientras le desabrochaba lentamente la camisa. Sentándose sobre él, Álex empezó a besar aquellos labios gruesos, contorneados por esa perilla perfectamente delimitada y que favorecía tanto sus rasgos. Le devolvió el mordisco en el cuello, tal y como él lo había recibido antes, para luego ir bajando a través de las clavículas y llegar a sus pectorales, cubiertos por aquel vello corto, ahora al descubierto, que le confería un aspecto tan masculino. Álex se detuvo unos instantes en uno de sus pezones, donde su lengua se recreó, provocando que la respiración de su propietario se acelerara, ahogando un gemido. Álex sonrió, observando el gesto de placer que su acción había provocado, y luego siguió bajando por su abdomen. Allí se detuvo unos instantes, y Álex se incorporó un poco para contemplar el dibujo que aquel chico lucía junto al ombligo.

—Qué chulo tu tatuaje —le dijo, acariciando el contorno de aquel dragón en forma de serpiente enroscada.

—¿Sí, te gusta?

—Sí. Resulta excitante.

—Bueno, tengo algunas cosas más excitantes aún por enseñarte —respondió él, en tono pícaro.

—Eso no lo dudo. —Alex volvió a besar su abdomen, para ir bajando lentamente por la fina línea de vello que partía de su ombligo hacia la entrepierna. Cuando llegó hasta los vaqueros, Álex llevó sus manos al botón para desabrocharlo, pero entonces el chico le cogió de la muñeca, con firmeza.

—¿Adónde crees que vas? —le preguntó, socarronamente—. No, todavía no.

El chico se incorporó entonces y ahora fue él quien tomó la iniciativa, empujando a Álex contra la cama. Lo besó en los labios con súbita fiereza, acariciando su pecho depilado con una mano, mientras la otra bajaba hacia el paquete que abultaba bajo el pantalón.

—Me has estado calentando toda la noche —dijo el chico, mientras inmovilizaba a Álex contra la cama, en un juego de cierta dominación—. No te ha importado que estuviera mi novio delante, en la discoteca. Eso te ha puesto, ¿verdad?

—No sabes cuánto —reconoció Álex—, pero parece que no he sido el único al que no le ha importado.

—No. Esta vez me toca a mí devolvérsela a mi novio. Y en cuanto a ti...

Volvió a besar los labios de Álex, mientras le desabrochaba los botones del pantalón. El roce de su barba resultaba sensual, y aquella actitud chulesca le estaba provocando a Álex un subidón de endorfinas que casi podía sentir cómo un relámpago de electricidad que recorría su cuerpo de arriba a abajo. El morbo de la situación aumentaba a cada segundo y el chico parecía querer retrasarlo todo lo posible para que la anticipación del contacto físico surtiera el efecto deseado. Sin embargo, la excitación estaba llegando a su punto álgido, y fue él quien finalmente colocó su mano sobre el bóxer de Álex, agarrando el miembro rígido que se delimitaba bajo la tela.

—Espera un segundo, tengo una idea. —Esta vez fue Álex quien detuvo el momento. Se apartó de pronto del contacto con el chico para llevar su mano hacia la mesilla de noche, donde reposaba su móvil. Luego volvió a mirarle con mirada traviesa.

—¿Qué haces? —le preguntó él, sin comprender.

—¿Alguna vez te has grabado follando? —preguntó Álex.

—No, la verdad es que no... —El chico parecía algo incómodo, de pronto.

—¿No te pondría hacerlo conmigo, esta noche? —propuso él, con cierto aire inocente.

—No sé, tío. —Aunque parecía algo dubitativo, el chico sonrió. Aquello era buena señal, se dijo Álex.

—Vamos, será divertido. Mira... —Álex activó la cámara frontal del móvil y enfocó hacia los dos—. ¿Ves? Sólo somos nosotros.

—Tío, pero que no somos actores... —rió él, mientras observaba la pantalla del móvil en la que aparecía reflejado el rostro de ambos, muy juntos.

—De eso se trata, precisamente. No somos actores. Esto es real. Real y privado. Nadie más va a ver este video, solo tú y yo. Lo único que hay que hacer es olvidarse de la cámara y dejarse llevar.

Álex dejó entonces el móvil reposando en el stand que había sobre la mesilla y volvió a colocarse sobre el chico, que esta vez parecía algo coartado, abandonando esa actitud decidida que había venido mostrando para adoptar una mucho más sumisa. A Álex le resultaba estimulante aquel continuo cambio de rol, especialmente ahora que se sabía con la iniciativa. El chico se hallaba tenso todavía, y sin embargo parecía no poner objeción a la realización de la fantasía que había propuesto Álex. Este, por su parte, sentía la erección que presionaba contra su ropa interior, al comprobar que aquel chico era todo suyo y que tenía todo el control de la situación.

—Está bien —murmuró Álex, mirándole a los ojos, cerca, muy cerca de él—. Tú déjate hacer y una cosa llevará a la otra. Te aseguro que no vas a pensar en otra cosa que no sea yo. Voy a hacer que olvides que esa cámara está ahí grabándonos. Y ahora, tres, dos, uno, grabando y... ¡acción!

Lo Que Surja: Dime, ¿qué buscas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora