ℳ𝒜ℬℰℒ 𝒮ℰ 𝒞𝒪𝒩𝒯𝒜𝒞 𝒞𝒪𝒩 ℒ𝒜𝒮 𝒞𝒜𝒵𝒜𝒟𝒪ℛ𝒜𝒮

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Nos guió hasta la última tienda, que no parecía diferente de las otras, y nos hizo pasar. Bianca estaba sentada junto a la chica del pelo rojizo.
A mí aún me costaba pensar en ella como en la diosa Artemisa.
Mientras que Annabeth parecia ya haberlo asimilado.
El interior de la tienda era cálido y confortable. El suelo estaba cubierto de alfombras de seda y almohadones.
En el centro, un brasero dorado parecía arder solo, sin combustible ni humo. Detrás de la diosa, en un soporte de roble,
reposaba su enorme arco de plata, que estaba trabajado de tal manera que recordaba los cuernos de una gacela.De las paredes colgaban pieles de animales como el oso negro, el tigre y otros que no supe identificar. Pensé que un activista de los derechos de los animales habría sufrido un ataque al ver todo aquello.
Pero como Artemisa era la diosa de la caza, quizá tenía el poder de reemplazar a cada
animal que abatía. Me pareció que había otra piel tendida a su lado y, de repente, advertí que era un animal vivo: un ciervo de pelaje reluciente y cuernos
plateados, que apoy aba la cabeza confiadamente en su regazo.
—Siéntense con nosotras, Percy Jackson y Annabeth Chase—dijo la diosa.
Me senté en el suelo frente a ella.
Annaberh se sento a mi lado con su cara de cero expresión. La diosa me estudió con atención, cosa que a mí me incomodaba. Tenía una mirada viejísima para ser una chica tan joven.
—¿Te sorprende mi edad? —me preguntó.
—Para nada—.dijo Annabeth.
—Eh… un poco—.dije yo(claro Annabeth (ya sabia de un principio de quien se trataba la chica de doce años).
—Puedo aparecer como una mujer adulta, o como un fuego llameante, o como desee. Pero esta apariencia es la que prefiero. Viene a ser la edad de mis
cazadoras y de todas las jóvenes doncellas que continúan bajo mi protección hasta que se echan a perder.
—¿Cómo…?
—Hasta que crecen. Hasta que enloquecen por los chicos, y se vuelven tontas e inseguras y se olvidan de sí mismas. El enojo de la hija de Atenea crecia con cada palabra que salia de la boca de la diosa
—Ah—.dije desviando la antencion de la diosa acia a mi.
Zoë se había sentado a su derecha y me miraba de un modo furibundo, como si yo fuese el culpable de todos los males que Artemisa había descrito. Como si la mera noción de ser un chico la hubiera inventado yo.
—Has de perdonar a mis cazadoras si no se muestran muy amigables contigo
—dijo Artemisa—. Es rarísimo que entren chicos en este campamento. Normalmente les está prohibido el menor contacto con las cazadoras. El último
que pisó el campamento… —miró a Zoë—. ¿Cuál fue?
—Ese chico de Colorado. Lo transformasteis en un jackalope, mi señora.
—Ah, sí —asintió Artemisa, satisfecha—. Me gusta hacer jackalopes, ya sabes, ese animal de la mitología americana, mezcla de liebre y antílope. En todo caso, te he llamado para que me hables un poco más de la mantícora. Bianca me ha contado algunas de las cosas inquietantes que el monstruo dijo. Pero quizá ella no las haya entendido bien. Quiero oírlas de tus labios.
Se lo conté todo, de principio a fin. Cuando terminé, Artemisa puso una mano en su arco, pensativa.—Ya me temía que tendría que usarlo.
Zoë se echó hacia delante.
—¿Lo decís por el rastro, mi señora?
—Sí.
—¿Qué rastro? —pregunté.
—Están apareciendo criaturas que yo no había cazado en milenios — murmuró Artemisa—. Presas tan antiguas que casi las había olvidado. Me miró
fijamente. Vinimos aquí ayer noche porque detectamos la presencia de la mantícora. Pero ése no era el monstruo que ando buscando. Vuelve a repetirme
lo que dijo el doctor Espino exactamente.
—Eh… « Me horrorizan los bailes de colegio» .
—No, no. Después de eso.
—Dijo que alguien llamado el General me lo iba a explicar todo.
Zoë palideció. Se volvió hacia Artemisa y empezó a decirle algo, pero la diosa alzó una mano.
—Continúa, Percy.
—Bueno, entonces se refirió al Gran Despertador…
—Despertar —me corrigió Bianca.
—Eso. Y dijo: « Pronto tendremos al monstruo más importante de todos. El
que provocará la caída del Olimpo» .
La diosa permanecía tan inmóvil como una estatua.
—Quizá mentía —sugerí.
Artemisa meneó la cabeza.
—No, no mentía. He sido demasiado lenta en percibir los signos. Tengo que
cazar a ese monstruo.
Haciendo un esfuerzo para no parecer asustada, Zoë asintió.
—Saldremos de inmediato, mi señora.
—No, Zoë. Esto he de hacerlo sola.
—Pero Artem…
—Es una tarea demasiado peligrosa incluso para las cazadoras. Tú y a sabes
dónde debo empezar la búsqueda, y no puedes acompañarme allí.
—Como… como deseéis, mi señora.
—Hallaré a esa criatura —prometió Artemisa—. Y la traeré de vuelta al Olimpo para el solsticio de invierno. Será la prueba que necesito para convencer
a la Asamblea de Dioses del peligro que corremos.
—¿Y usted, señora, sabe de qué monstruo se trata? —pregunto Annabeth.
Artemisa agarró su arco con fuerza.
—Recemos para que esté equivocada.
—¿Una diosa puede rezar? —inquirí, porque era una idea que nunca se me
había ocurrido. La sombra de una sonrisa aleteó por sus labios. Annabeth me lanzo una mirada que decia "enserio"yo solo me encoji de hombros.
—Antes de irme, Percy Jackson, tengo una tarea para ti.
—¿Incluye acabar convertido en un jackalope de ésos?—dijo esta vez Annabeth quitandome la palabra de la boca.
—Lamentablemente, no. Quiero que escolten a las cazadoras hasta el Campamento Mestizo. Allí permanecerán a salvo hasta mi regreso.
—¿Qué? —soltó Zoë—. ¡Pero Artemisa! Nosotras aborrecemos ese lugar. La
última vez…Annabeth a esta altura ya tenia el rostro rojo de la furia.
—Ya lo sé —respondió la diosa—. Pero estoy segura de que Dioniso no nos guardará rencor por un pequeño, eh… malentendido. Tenéis derecho a usar la
cabaña número ocho siempre que la necesitéis. Además, tengo entendido que han reconstruido las cabañas que vosotras incendiasteis.
Zoë masculló algo sobre estúpidos campistas…
—Y ya sólo queda una decisión que tomar. —Artemisa se volvió hacia
Bianca—. ¿Te has decidido y a, niña?
Bianca vaciló.
—Aún me lo estoy pensando.
—Un momento —dije—. ¿Pensarse qué?
—Me han propuesto… que me una a las cazadoras.
—¿Cómo? ¡Pero no puedes hacerlo! Tienes que ir al Campamento Mestizo y
ponerte en manos de Quirón. Es el único modo de que aprendas a sobrevivir por
tus propios medios.
—¡No es el único modo para una chica! —dijo Zoë.
No podía creer lo que estaba oyendo.
—¡Bianca, el campamento es un sitio guay ! Tiene un establo de pegasos y un
ruedo para combatir a espada… Quiero decir, ¿qué sacas uniéndote a las
cazadoras?
—Para empezar —repuso Zoë—, la inmortalidad.
La miré boquiabierto; luego me volví hacia Artemisa.
—¿Está de broma, no?
—Zoë raramente bromea —dijo Artemisa—. Mis cazadoras me siguen en mis aventuras. Son mis servidoras, mis camaradas, mis compañeras de armas.
Una vez que me han jurado lealtad, se vuelven inmortales, sí. Salvo que caigan en el campo de batalla, cosa muy improbable, o que falten a su juramento. Miro esta vez a Annabeth pero esta la ignoro su mirada girando su rostro a otro punto.
—¿Y qué han de jurar? —pregunté.
—Que renuncian para siempre al amor romántico —dijo Artemisa
—Mabel no lo querria asi—.escupio Annabeth con furia. A cambio yo aun esta en shok
—. Que
no crecerán ni contraerán matrimonio. Que seguirán siendo doncellas eternamente. Por eso Mabel no le agradaban las cazadoras. Ella era una persona muy hermosa y romantica.
—¿Cómo usted, señora?—.pregunte. Mabel me hablo de que Ella habia renunciado al amor y lo enojaba que estaba ella. La diosa asintió.
Traté de imaginarme aquello. Ser inmortal. Vagabundear por ahí con tus amigas del cole para siempre. No me cabía en la cabeza.
—O sea que usted recorre el país reclutando mestizas…—No sólo mestizas —me interrumpió Zoë—. La señora Artemisa no
discrimina a nadie por su nacimiento. Todas aquellas que honren a la diosa
pueden unirse a nosotras. Mestizas, ninfas, mortales…
—¿Y tú qué eres?—.pregunto Annabeth con furia. vale lo que pasa es que Annabeth era una amiga fiel a Mabel,ella la amba con todo el corazon(claro como una amiga) y su furia por no poder salvar a Mabel la descargaba con la diosa y cazadora. Ya que Mabel odia sus leyes.
Un relámpago de cólera cruzó su mirada.
—Eso no es de vuestra incumbencia. La cuestión es que Bianca puede unirse a nosotras si lo desea. La decisión está en sus manos.
—¡Es una locura, Bianca! —le dije—. ¿Y qué pasa con tu hermano? Nico no puede convertirse en cazadora.
—Desde luego que no —dijo Artemisa—. Él irá al campamento. Por desgracia, es lo máximo a lo que puede aspirar un chico.
—¡Eh! —protesté.
—Podrás verlo de vez en cuando —le aseguró Artemisa a Bianca—. Pero ya
no tendrás ninguna responsabilidad sobre él. Los instructores del campamento se
harán cargo de su educación. Y tú tendrás una nueva familia. Nosotras.
—Una nueva familia —repitió Bianca con aire de ensoñación—. Sin ninguna responsabilidad.
—Bianca,piensa bien lo que vas hacer—.dijo Annabeth,su rostro parecia querer llorar.
—Bianca, no puedes hacerlo —insistí—. Es una locura.
Ella miró Annabeth y luego a Zoë.
—¿Vale la pena?—le dijo a zoë.
Zoë asintió.
—Sí.
—¿Qué tengo que hacer?
—Repite —le dijo Zoë—: Prometo seguir a la diosa Artemisa.
—Pro… prometo seguir a la diosa Artemisa.
—Doy la espalda a la compañía de los hombres, acepto ser doncella para siempre y me uno a la Cacería.
Bianca repitió estas palabras.
—¿Ya está?
Zoë asintió.
—Si la señora Artemisa acepta tu compromiso, ya es vinculante.
—Lo acepto —dijo Artemisa.
Las llamas del brasero se avivaron, arrojando por toda la estancia un resplandor plateado. Bianca no parecía distinta, pero ella respiró hondo, abrió los
ojos y murmuró:
—Me siento… más fuerte.
—Bienvenida, hermana —dijo Zoë.
—Recuerda tu promesa —añadió Artemisa—. Ahora es tu vida.
Yo no podía intervenir. Me sentía como un intruso. Y como un fracasado integral. No podía creer que hubiese llegado hasta allí y sufrido tanto para perder
a Bianca a manos de un club femenino eterno. Annabeth a esta altura temblaba de furia,queria explotar y si lo hacia no seria lindo.
—No te desesperes, Percy Jackson —me dijo Artemisa—. Aún tienes que mostrarles a los Di Angelo el campamento. Y si Nico así lo decide, puede
quedarse a vivir allí.
—Estupendo —dije, intentando no sonar arisco—. ¿Cómo se supone que vamos a llegar al campamento?
Artemisa cerró los ojos.
—Se acerca el amanecer. Zoë, desmonta el campamento. Tenéis que llegar cuanto antes a Long Island sin sufrir daños. Pediré a mi hermano que os lleve.
A Zoë no pareció entusiasmarle la idea, pero asintió y le dijo a Bianca que la siguiera. Cuando salían, ésta se detuvo un instante a mi lado.
—Lo siento, Percy, pero deseo hacerlo. Lo deseo de verdad.
Salieron las dos y me quedé solo con aquella diosa de doce años.
—Entonces —le dije con aire sombrío—, ¿su hermano se encargará de
llevarnos, señora?
Sus ojos plateados destellaron.
—Así es. ¿Sabes?, Bianca di Angelo no es la única que tiene un hermano irritante. Ya va siendo hora de que conozcas a mi muy irresponsable gemelo.
Apolo











Los amoooo

¿Le gusta como esta Annabeth en esta historia?

Queria ponerla mas unida a Mabel...me gusta mas a Annabeth como una amiga

Los amooo

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Los amooo

Los amooo

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      𝒶ℱℛ𝒪𝒟ℐ𝒯𝒜•✧─────•percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora