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— ¡Es que no entiendo, ¿por qué no viene y me dice las cosas de frente?!

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— ¡Es que no entiendo, ¿por qué no viene y me dice las cosas de frente?!

Exclamó la chica con un tono exasperado al tiempo que se dejaba caer de espaldas sobre los innumerables cojines del lugar. El castaño suspiró con pesadez, era, posiblemente, la quinta vez que la menor tocaba el tema sólo para quejarse, y no le pagaban por aguantar a mocosas amigas de Kalim.

De hecho, ni siquiera me pagan.

Se corrigió mentalmente, sirviendo otra taza de té con un movimiento casi robotico.

—¿Un admirador secreto? ¡Qué emocionante, yo también quiero regalos!

Dijo el peliblanco, saltando sobre su lugar y denotando así su emoción ante la situación ajena.

La fémina entrecerró los ojos, escudriñando con la mirada al chico. Si las palabras de Vil eran ciertas, podía estar frente a su admirador misterioso.

—Pero siempre te mandan regalos.

Le respondió Jamil, tratando de retomar su tranquilidad interna e imaginándose a sí mismo en algún otro lugar lejos de ahí. Muy, muy lejos.

—¡Pero no misteriosos!

Si, definitivamente no es él.

Soltó un suave suspiro, mirando hacia el techo. Se quedaba sin opciones (por no decir que había comenzado sin ellas) y los obsequios se habían detenido. No era de extrañar, varios de los estudiantes estaban en temporadas de exámenes intermedios, suponía que por eso su admirador se había detenido un tiempo.

O tal vez se aburrió de mí...

Por alguna razón, pensar aquello hizo que sintiera una opresión en el pecho, dolorosa e incómoda. Prefería pensar en la primera opción, esa donde aquel desconocido estaba ocupado y sin tiempo para brindarle confusiones mentales.

Debe ser muy estudioso y dedicado, supongo.

Debe ser muy estudioso y dedicado, supongo

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𝑻𝒆𝒙𝒕𝒊𝒍𝒆𝒔; 𝑳𝒆𝒐𝒏𝒂 𝑲𝒊𝒏𝒈𝒔𝒄𝒉𝒐𝒍𝒂𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora