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Dos escasos meses habían transcurrido desde aquella caótica confesión. ___ no había dado una respuesta concreta y, en este caso, Leona lo entendía. El acuerdo había sido sencillo, se darían el tiempo de conocerse y que la joven llegara a desarrollar el mismo nivel de sentimientos que le ofrecía el mayor.

Cuando ese momento llegue, te lo haré saber, tienes que estar atento” Fue lo que dijo la muchacha. Diablos, ¿quién se creía que era?

Sin lugar a dudas la quería demasiado. Citas y pequeños detalles adornaban sus encuentros, el corazón de la chica no podía aguantar más, era obvio. En realidad, de no ser porque ciertamente no lo conocía a profundidad habría aceptado desde el inicio. Pero no, tenía que darse su lugar.

Se levantó del pasto y sacudió su uniforme. Estaba decidido, esa tarde aceptaría gustosa los sentimientos de Leona.

—Nee~ Jade, ¿no se están tardando mucho? Ya deberían estar pasándose el chicle

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Nee~ Jade, ¿no se están tardando mucho? Ya deberían estar pasándose el chicle...— Exclamó el chico mientras se dejaba caer descuidadamente sobre una de las bancas del jardín principal. Agobiado por la situación ajena en la que había decidido meterse a observar.

En efecto, Floyd. Pero los enamorados necesitan su tiempo.

Puntualizó para controlar los humores de su semejante, sentándose de a su lado y observando el panorama también.

Puntualizó para controlar los humores de su semejante, sentándose de a su lado y observando el panorama también

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Una tela, una pequeña pañoleta atada a su cuello en un delicado moño y de tonalidad azul. Pero él no recordaba haberle regalado una con ese estampado. ¿Entonces...?

—¡Ruggie!

Entró azotando la débil puerta de madera, la cual simplemente se tambaleó de un lado a otro, si el golpe hubiera sido más centrado quizás la habría roto.

La hiena dio un respingo al escuchar el golpe y llamado detrás de él, dejando la esponja para trastes a un lado y llevando su otra mano en dirección a su pecho.

Menudo susto, ¿Qué pasó? ¿Ya quieres tu filete de las doce? Ya estaba lavando los trastes...

—No, eso no —Interrumpió con apuro, aunque ahora que lo pensaba, comerse un filete no estaba mal...No, tenía que concentrarse.— ___ lleva otro estampado, mira.

Hizo el ademán de sacar su celular para mostrarle la rápida fotografía que había tomado previamente, necesitaba una traducción de su confidente. Pero Ruggie lo detuvo.

No hace falta, ella misma vino a pedirme alguno que concordara con el mensaje que quería darte.

Le miró con expectación, su corazón latía desenfrenado, nervioso por la respuesta de su amada.

Un corazón encadenado, quiere decir que a cualquier otro chico que ya tiene a alguien a quien su corazón pertenece y que ya no está disponible para nadie.

Entonces ella...

Los ojos del más bajo se abrieron apresuradamente, tal vez había sido malinterpretado como un rechazo. Pero se relajó en cuanto percibió una ligera sonrisa boba y altanera sobre el rostro del segundo príncipe. Y entonces, se giró hacia la puerta dispuesto a salir.

De nada.— Exclamó con énfasis.

Se detuvo por instantes y, sin girarse, respondió.

Gracias por...por todo.

Y se marchó, dejando a un Ruggie confundido por los cambios tan drásticos que el amor podía permitir.

Y se marchó, dejando a un Ruggie confundido por los cambios tan drásticos que el amor podía permitir

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Corrió hacia el invernadero, sabía que estaba allí. Ambos sabían que era el lugar donde debían encontrarse.

Nada más entrar se topó con aquella sonrisa que le arrancaba suspiros y pensamientos acaramelados que nunca admitiría tener. No hizo falta hablar, sólo atreverse a dejar de pensar de más y lanzarse a los brazos del otro.

Las manos femeninas acariciaban con delicadeza los pómulos contrarios, paseando uno de sus pulgares sobre aquella cicatriz que hasta el momento nadie más que ella había logrado acariciar con cariño.

—¿Estás seguro de esto? no soy una princesa, ni aristócrata y,.. y podría no ser lo mejor para ti —Las dudas comenzaban a sobresalir.

Hay miles de personas que dirán que no deberíamos estar juntos, que ninguno es el correcto para el otro.- Se inclinó hacia su rostro, ocasionando que sus narices rozaran.

Pero no voy a hacerles caso nunca.-Y, dicho eso, la beso.

En ese instante ambos labios se tocaron con la suavidad de una pluma, y ninguno pudo evitar corresponder, deleitándose con el reconfortante cariño del otro.

No había sido en un lugar perfecto, ni en el tiempo perfecto o con las condiciones perfectas, pero había sido el beso perfecto con la persona correcta.

FIN




Bonus

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Bonus



—El trío terminó, Deuce, seremos sólo dos.— Exclamó de manera dramática, moviendo una de las hojas del arbusto en el que se encontraban parcialmente escondidos. No era una novedad, de hecho de haber sido más listos se habrían escondido entre los girasoles, como el dúo de Scarabia. O en las ramas de los árboles, como Rook en esos momentos.

—¿El qué?— Preguntó el pelinegro, confundido, a diferencia de su amigo él estaba feliz por la nueva pareja.

—¡Hey! yo estoy aquí, seguiremos siendo tres, funagh.—Se quejó el felino.

No, su libertad pasó a la historia, idiotas. Está domada. Ahora vales la mitad, Grimm.

—!!!

𝑻𝒆𝒙𝒕𝒊𝒍𝒆𝒔; 𝑳𝒆𝒐𝒏𝒂 𝑲𝒊𝒏𝒈𝒔𝒄𝒉𝒐𝒍𝒂𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora