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—¡_______!

Se escuchó a lo largo del pasillo, giró un poco el rostro, desorientada y buscando entre las personas que pasaban por ahí al dueño de aquel llamado. No hizo falta buscar mucho, ya que rápidamente varios alumnos fueron empujados seguidos de un "lo siento" por parte de un albino.

Cuando este llegó hasta donde estaba la chica, tomó una nueva bocada de aire, agitado por el gran camino que había recorrido.

—¿Kalim? ¿Qué sucede?— Preguntó todavía más confundida al verle ahí.

—¡Hay una nueva!

Ante la confusión de tan nula explicación un castaño tuvo que carraspear para ser visto. La chica pegó un brinco al escucharle justo detrás de ella y, al girarse, comprobó que se trataba de Jamil.

—Lo que quiso decir fue que tu admirador volvió a aparecer— Exclamó cortésmente, por no decir que algo hastiado, nuevamente, de haber tenido que seguir al albino en una persecución innecesaria. Las escaleras que conectaban los casilleros al edificio de la fémina estaban cerca de ellos y en realidad Kalim no tendría por qué haber corrido alrededor de medio kilómetro para buscarla.

En cuanto ___ comprendió aquello le dejó en manos a un durmiente gato que ni enterado estaba de la situación y salió corriendo justo por el mismo camino que recorrió su alegre amigo, repitiendo los empujones.

—Ay, el amor..~

—Estoy rodeado de idiotas...- Resopló el moreno, buscando qué hacer con el felino sobre sus brazos.

- Resopló el moreno, buscando qué hacer con el felino sobre sus brazos

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“Supongo que te debo una disculpa por ausentarme, pero tuve contratiempos. De todas formas, me enteré de que ese molesto director te dio un teléfono y creaste una cuenta de Magicam. Este chal te haría ver radiante en alguna de tus fotos... Que tengas un buen día.”

—K.

Una sonrisa surcó sus labios y la emoción se arremolinó dentro de su pecho. En tantos días de espera no se había percatado de cuánto extrañaba a su misterioso admirador.

La nota adhesiva fue reemplazada por una nueva, donde ___ respondió en una caligrafía más recatada y moldeada en comparación a la contraria, que se observaba elegante pero, de alguna manera, perezosa.

“Lo usaré en las próximas que tome. ¡Gracias! Por cierto, ¿Tus inconvenientes tienen que ver con los exámenes? Debes estar agotado...¡Esfuérzate mucho, confío en ti!”


Y, tras dejar la nueva nota, te retiraste radiante de la felicidad.

El mayor, que se mantenía oculto tras una de las columnas (o eso quería pensar, ya que no puedes esconder una presencia tan intimidante entre puros primeros años) salió para leer la respuesta, alzando una ceja.

¿Cuáles exámenes?

𝑻𝒆𝒙𝒕𝒊𝒍𝒆𝒔; 𝑳𝒆𝒐𝒏𝒂 𝑲𝒊𝒏𝒈𝒔𝒄𝒉𝒐𝒍𝒂𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora