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Ruggie no había tardado mucho en darse cuenta de lo que sucedía alrededor de esos dos. No había otra persona en toda la escuela que pudiera conocer el significado de aquellas telas tan bien como él, pero el poder adquisitivo y los nombres de aquellos textiles si que los tenía al alcance su perezoso líder de dormitorio.

Había sido capaz de presenciar los incontables suspiros provenientes del segundo príncipe, la manera en que su cola se movía de un lado a otro cuando la chica en cuestión pasaba frente a él usando alguna de esas telas y, cómo no, la obvia manera en que procuraba caminar cerca de los salones de primer año para verla a la distancia.

Era algo tan lindo de ver que por primera vez en su vida quería ayudar sin recibir nada a cambio.

No se molestó en humillar o burlarse del felino, eso ya lo haría después. Se limitó a hacerle entender que ya sabía todo y hablarle sobre ciertas telas que podía usar a su favor, no soportaba ver cómo Leona regalaba telas a diestra y siniestra sin saber lo que significaban, suficiente había sido con el malentendido de la manta.

 Se limitó a hacerle entender que ya sabía todo y hablarle sobre ciertas telas que podía usar a su favor, no soportaba ver cómo Leona regalaba telas a diestra y siniestra sin saber lo que significaban, suficiente había sido con el malentendido de ...

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Sus elevados zapatos resonaban por los pasillos, mientras que la leve fricción de la tela de su pantalón del uniforme reafirmaba su apuro al caminar. No era para menos, desde su descubrimiento en la lavandería había estado tratando de encontrar con las manos en la masa a su superior. Tenía que ser él...¿no?

Pero, cuando finalmente lo encontró descansando sobre el pasto, una llamada de su “amigo” rubio informándole que le habían dejado un regalo a su nombre, fue suficiente para confundirla aún más. Si no era él, pero podría ser él...

Entonces lo decidió, tendría que confrontar a todos aquellos que pudieran ser sus admiradores secretos, entre ellos a Leona. Fue así que lo despertó y llevó casi a rastras a la sala de reuniones, donde otros cuantos chicos también se encontraban.

—¿Un pollo?— Respondió el de dibujo de pica, confundido pero, aún así, admirando el pedazo de tela que le tendían. —Pues es un estampado bonito.


Bien, no era él. Ni siquiera sabía el nombre del animal del dibujo.

—¡Ah! Una nueva tela? ¿dejó nota? quiero veeer.

Kalim, ya te había dicho que no eras parte de los sospechosos.

—Ah... ¿Pero si puedo ver?

Siguiente.

—¿Otra tela? vaya, debes traerlo muerto, ¿o moviendo la cola? Shishishi~ En cualquier caso, no tengo idea de qué signifique.

Cuando lo intentó con Leona este sólo vio con desinterés la tela, tampoco mostraba indicios de nerviosismo. Estaba harta y, la verdad, bastante decepcionada. No conocía mucho sobre el chico, pero internamente deseaba que fuera él.

Después de dejar ir a los chicos y disponerse a volver a su dormitorio, Leona le detuvo unos segundos, ofreciéndose a acompañarla medio camino. Asintió, tal vez no debía deprimirse todavía. Tendría más oportunidades para encontrar al chico misterioso.

Aunque no esperaba una charla extensa tampoco le gustaba el silencio que se había formando durante la caminata, aquella donde sólo podía escuchar las voces distantes de otros estudiantes

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Aunque no esperaba una charla extensa tampoco le gustaba el silencio que se había formando durante la caminata, aquella donde sólo podía escuchar las voces distantes de otros estudiantes. Así fue hasta que pasaron junto a los jardines principales, cerca del invernadero. El lugar donde se habían encontrado por primera vez.

Una familia.

Giró su rostro hacia su compañero, su voz había sonado tan bajo que no estaba segura de que estuviera hablando con ella.

—¿Disculpa?

—Quiero formar una familia contigo, eso significa la tela que te regalé...

Detuvo sus pasos casi en cuanto él lo hizo, girando su cuerpo hacia él. Sus labios quedaron ligeramente separados y a pesar de querer responder las palabras no salían. Era lo que esperaba y al mismo tiempo no lo veía venir. Todas las notas y significados llegaron a su mente al mismo tiempo, creando un remolino de pensamientos y emociones.

Al ver su nula reacción el masculino aclaró su garganta y desvió un poco la vista hacia su lado derecho. ¿Había sido poco prudente decirlo así? ¿No era la sinceridad algo bueno? No entendía, Ruggie no le había aconsejado para un momento como ese.

Considero que eso es más romántico que un “te quiero”... Aunque también es poco comparado a lo que me haces sentir.

Y el mundo se detuvo cuando la fémina tomó el descuidado cuello de su camisa para atraerlo hacia ella, dejando pocos centímetros entre sus rostros. Lo había tomado desprevenido, creyendo que era el único que podía sonrojar al contrario.

No se conocían lo suficiente, no habían hablado tanto como para interactuar de manera adecuada y, aún así, ambos podían sentir una atracción palpable, una que tenía oportunidad de crecer.

—Entonces hazme sentir lo mismo por ti.

𝑻𝒆𝒙𝒕𝒊𝒍𝒆𝒔; 𝑳𝒆𝒐𝒏𝒂 𝑲𝒊𝒏𝒈𝒔𝒄𝒉𝒐𝒍𝒂𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora