Equilibrio

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No hay nada, absolutamente nada que te sobre o te falte. La dosis justa siempre llega en el momento en que parece no haber más nada. 

Cuando ya no das más, cuando sentís que no podes más, podes más. No sé como, pero podes. Cuando ya no te alcanzan los brazos para abrazar el mundo por la felicidad de sentir esa paz, llega la medida justa, ese cuerpito donde tus brazos llegan justito a rodearlo completamente y se transforman un poco tus días. Cuando ya llovió demasiado, cuando ya estas empapada hasta los huesos, y sentís estar rendida sobre una ola, amanece desde el final del mar. Del final o del principio, no lo sé. Pero amanece, y ese sol te trae hasta el olor de la tranquilidad, entonces ya estas de nuevo en primavera y la flor que crece sos vos.

 La felicidad nació en tu alma casi sin darte cuenta y sin ningún permiso. El mundo jamás pide permiso para darte lo que necesitas, porque de eso se trata ese equilibrio divino que hace que todos, con todas las cosas que nos pasan, que pensamos, que soñamos, que perdimos y damos, a pesar de todo eso querramos seguir viviendo. Casi sin saber concretamente por qué. La sensación bendita de querer vivir, tiene sus argumentos en esos segundos donde podes sentir y decirte "que bueno que puedo vivir, que bueno, loco!", y es así como algunos dicen tener una tarea en esta vida, la de vivir por completo cada pulso y segundo de la existencia y sentir al menos ese equilibrio divino de la vida, que no es otra cosa que ser feliz. 

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@cielojoaquincastro en Instagram.

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