07. desperate

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Natalie debatía entre tratar de salir o dejar que Michael la protegiera. Cubría los rincones que alcanzó de su cabeza con las manos heladas, conteniéndo las lágrimas. Sintiéndo los latidos de su corazón en las muñecas, sus piernas temblorosas impidiéndole maniobrar y su respiración agitada.

Ni siquiera podía pensar, no se sentía capáz de procesar el sentimiento que la había invadido al ver a esas personas en el pasillo, le habían causado terror, pánico. Estaba desesperada, pero no sabía acerca de qué.

Pasaron segundos, minutos, quizás horas; pero a ella no le importaba. Tal vez era mejor quedarse ahí, tal vez era mejor estar rodeada del mismo vacío que sentía, junto a la única persona en la que, sorpresivamente podía confiar en ese momento. Tal vez era mejor no escuchar ni siquiera los desgarrantes gritos que le gustaría soltar por tan malas cosas sucediéndo en su vida en tan poco tiempo.

Tranquila, se comunicó Michael. Ella no le respondio. Voy a ver

No, Natalie apretó los párpados para concentrarse en sus pensamientos. No me dejes.

Estoy justo aquí, no te preocupes. Michael se levantó y dio unos pasos adelante para empujar la puerta de salida, pero dió un pequeño salto al mirar el movimiento frente a él. Se están moviendo

Natalie intentó responderle, pero no pudo. Era cómo si de un momento a otro, la habitación hubiera bloqueado sus pensamientos. Se quedó admirando igual que él, ahora las cinco puertas estaban alineadas frente a ellos. Parecía que estaban en un gran problema.

Si querían salir, no sabrían que puerta tomar. Ella se levantó y rápidamente se colocó junto a él. Se miraron mutuamente, ambos esperando a que el otro estuviera seguro de salir. Michael insistió que Natalie escogiera.

No, pensó. Michael al parecer logró escucharla. Tu las viste moverse, debes estar más seguro sobre a cual ir

Michael asintió después de unos segundos, suspiró acercando su mano a una de ellas, Natalie no quisó pensar nada parecido a "¿Estás seguro qué es esa?", no quería presionarlo. Ambos tenían ya muchas cosas que procesar.

La puerta que Michael eligió se abrió lentamente, Ambos volvieron a cruzar miradas profundas, él la dejó salir primero, Natalie caminó lentamente, el pasillo lucía igual que siempre, sus oídos se acostumbraron a los ruidos lejanos de la ciudad, cómo pájaros cantando y el viento enredándose en las ramas de los árboles, al igual que unos cuantos automóviles en el tráfico de las avenidas.

-Todo parece igual- Michael dió una lenta vuelta sobre sus pies para observar- excepto el alboroto de antes.

-¿Qué paso?- preguntó ella, apenas sus ojos se aclaraban, había dejado de llorar- ¿Crees que estén bien?

-Solo hay una forma de saberlo- Michael ofreció la mano para conducir a Natalie escaleras abajo. El pulso de Natalie se aceleró, le asustaba bajar, pero tenían que hacerlo. Lo que había pasado no tenía explicación alguna, e intentar aclarar las cosas no podía ser una pérdida.

Los pasillos estaban vacíos. Michael se detuvo antes de continuar caminando, pero Natalie juntó valor y se dirigió a su bloque con él caminando detrás.

Ella abrió lentamente la puerta, que emitió un agudo rechinido, ella respiró profundamente y ambos caminaron dentro. Los muebles estaban intactos, pero las luces se encontraban apagadas.

-¿Papá?- tartamudeó, merodeó por la sala. Michael se quedó quieto en la entrada. El silencio podía ser incluso más aterrador que en el número 7.-¿Papá?- repitió con un tono insistente. Trató de regular su respiración, pero un miedo inigualable invadía todos los rincones de su cuerpo.

Natalie estuvo apunto de girarse de vuelta a Michael para salir y buscar a Clarissa, quién era la única otra persona en quién podía pensar en ese momento, pero una fuerza sosteniéndola por los hombros se lo impidió. Michael soltó un grito e intentó correr, pero la figura que sostenía a Natalie levantó una mano pidiéndole que parara

-Calma- dijo el chico, aún cubriendo la boca de ella con la mano ocupada- No voy a hacerles daño.

Natalie estaba a punto de llorar otra vez, no podía ver el rostro del muchacho, pero supo que debía ser mucho más alto que ella, tenía la piel pálida y las uñas de las manos sucias, tenía también algunos cortes y heridas alrededor del brazo.

-¿Prometes no gritar?- el chico susurró al oído de Natalie, ella sintió un escalofrío. Asinitó y él la dejó ir lentamente. Ella corrió hacia Michael y en un impulso, lo abrazó con todas sus fuerzas. Él respondió rodeándola por la citura.

-¿Quién eres, y que haces aquí?- preguntó Michael

-Luke- contestó él. Tenía el cabello rubio alborotado y sus ojos azules lucían opacos, rodeados por ojeras notables, su rostro pálido tenía marcadas facciones, y su complexión era muy delgada.- Debería preguntarles lo mismo.

-No- dijo ella- ¿Dónde está mi padre?

-Lo siento, princesa- contestó Luke- Tu padre no existe en este lado de la puerta.

-¿Qué sabes sobre eso?- soltó Michael en un tono amenazante

-Lo mismo que ustedes- respondió- Lo siento mucho

-¿Qué sientes?

-Es una trampa. Una para personas demasiado inteligentes.- Luke suspiro- Nadie realmente sale de ahí.

the silent room // m.c.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora