Six Little Locks

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Dan despertó a los pocos minutos, seguía luciendo enfermizamente pálido y afectado pero estaba bien. Scarlett lo ayudó a sentarse y le ofreció un vaso de agua. Ella corrió de ida y regreso al baño más cercano por el botiquín de primeros auxilios. Él estaba sentado y completamente quieto, casi saltó cuando Scarlett se agachó junto a él pero la niña le ofreció su mejor sonrisa para tranquilizarlo. Con cuidado se ocupó de limpiar su herida con alcohol. No podía evitar estar preocupada por él. ¿Tal vez la máscara le había causado un mal recuerdo? Creyó que Dan estaba temblando, no dejaba de mirar sus manos enguantadas y retorcerlas.

—Cuando era más chica también me aterraba esa tonta máscara —dijo ella—. Pero papá me explicó que es necesario, tiene que ser lo suficientemente aterradora para que el mal tenga miedo. Por eso las gárgolas en las iglesias son feas.

Dan siseó con dolor al sentir el alcohol contra su herida pero Scarlett enseguida sopló para aligerar el ardor. Lo hizo con cuidado y cariño, del mismo modo que su madre siempre lo hacía con ella. Lo importante, al tratar a otro, era hacerlo con amor. La preocupación era la mejor medicina en esos casos. Así que pasó la bolita de algodón con suavidad, y luego escogió una de sus banditas favoritas para colocarla. Le gustaban las banditas con dibujos de animales, creía ingenuamente que eran mejores que las comunes. ¿Pero si unas flores amarillas podían protegerla de hadas, por qué no servirían unas banditas con dibujos?

—Listo, ahora te sentirás mejor —dijo Scarlett con orgullo tras terminar su trabajo y le señaló el animal que había escogido en la caja de banditas—. Es mi favorita, la estaba guardando para algo especial.

—¿Un zorro? —preguntó él sorprendido y ella asintió.

—Los zorros son lindos. A papá no le gustan, dice que son engañosos y malos, pero a él no le gusta ningún animal. Dice que los gatos están relacionados con brujos, perros con demonios, incluso las aves con hadas. Pero los zorros son lindos. Son inteligentes, así que esa bandita te hará inteligente para que puedas atrapar al yurei. Te ayudaré con eso.

—Gracias, Red-chan.

Scarlett estuvo feliz al verlo sonreír a pesar que esa vez su habitual alegría no llegó a los ojos. Lo ayudó a levantarse y lo guió hasta la cocina, lejos de esa fea máscara que lo había espantado. Dan se sentó en un banco mientras ella se ocupaba de coger todos los recipientes correctos y los ingredientes para hacer la mezcla de cupcakes. Su móvil estaba a su lado, la aplicación con la receta perfectamente a su vista. Él no dijo nada respecto a la bandita, tampoco intentó quitársela a pesar que Scarlett sabía que como cualquier chico grande debía pensar que era tonto y sin efecto. Pero las cosas siempre se sentían como si se curasen milagrosamente al poner una bandita encima. ¿Cierto?

—¿Te asustas fácilmente? —preguntó Scarlett.

—No —respondió Dan sin dejar de mirar sus manos.

—Lo siento por esa máscara fea, debí haberte advertido. ¿Te recordó a lo sucedido con tu familia?

Enseguida se mordió la lengua y se arrepintió, esas cosas no se preguntaban. Pero su curiosidad siempre era más fuerte que cualquier educación o consideración, su madre siempre la había regañado por eso. Dan suspiró, y ella pretendió estar más ocupada mezclando los ingredientes para no tener que lidiar con él. No podía imaginar el horror que habría vivido, o qué había dejado esas cicatrices en sus manos. Dudaba que él se asustara fácilmente luego de eso, no parecía de ese tipo.

—Los monstruos que mataron a mi familia, eran por mucho más horribles que eso —respondió él.

—¿Cómo lucían?

—Si te los describiera, no dormirías por el resto de tus días. Pero son los monstruos más crueles y sádicos que puedes encontrar en la vida, no dudaron al matar a mis padres y hermanos sin importar la falta de motivo o las súplicas. No se contentaron con mis padres, también fueron tras mis hermanos, mayores y menores.

Nine Little Locks (Oscar a la mejor historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora