¿Alguna vez, has tenido a tu dulce preferido delante de ti, sin poder comerlo? ¡Es como me siento yo en estos momentos! ¡Si, la figura de mi nuevo diseñador gráfico no sale de mi mente!
Es alto, uno ochenta y cinco por lo menos, su piel quemada, como la de los surfistas que acaban de salir de una temporada de sol y mar. Sus fuertes piernas se definen muy bien, con ese pantalón de vaquero ajustado que lleva puesto. Sin olvidar su bulto. Su torso tiene definido cada uno de sus músculos. Que resaltan por debajo de la camisa. Menos mal, que a partir de mañana vendrá con traje. Levanta su vista y me sonríe.
¡Oh cielos, estoy metida en tremendo problema! Esos hermosos ojos negros que tiene, me fascinan, su fuerte mandíbula, sus carnosos y varoniles labios, esa manera de mirarme fijamente a los ojos me desarma.
Lo miro desde mi oficina, está instalado ya en la suya, ¡justo al frente de la mía! Un mechón de pelo juega a salirse del resto, cayendo encima de su ojo izquierdo, dándole un toque encantador. Giro sobre mi silla, y llamo a mi mejor amiga por teléfono.
— Hola Ema, ¿por qué me llamas, en horas de trabajo?
— Serrí mi amiga, ¡estoy metida en tremendo problema!
— ¿Qué pasó mi amiga? ¿La empresa tiene problemas? ¡Sabes, que puedes contar conmigo para lo que sea!
— ¡No se trata de eso!
— Espera, ¿por qué susurras?
— ¿Te acuerdas, las veces que hemos estado hablando, de nuestro príncipe encantado?
— Sí, ¿a qué viene eso?
— ¡Tengo el mío, sentado justo en frente de mi oficina!
— ¡¿Qué?!
— ¡Lo peor no es eso, mi amiga!
— ¡¿Pero hay más?!
— ¡Tiene veintitrés años!
— Ja, ja, ja espera ¿qué dijiste? ¡Veintitrés años! Ja, ja, ja.
— ¡No te rías, que no es broma! ¡Lo acabo de contratar, como mi nuevo diseñador gráfico!
— Ja, ja, ja, ¿me estás tomando el pelo? ¿Verdad?
— ¡Que no chica! Espera un momento, le voy a tirar una foto y te la mando.
Me levanto disimuladamente de mi despacho, y camino como si fuera a ir al pantry. Robin, está de pie con unas carpetas en las manos muy serio, escuchando la explicación de Joe. Le tiro una foto disimuladamente.
Ellos, se giran al escuchar el sonido, pero yo sigo como si nada hasta mi destino. Le envío la foto a mi amiga. Y le vuelvo a marcar.
— ¡Oh mi amiga, eso está para comérselo! ¿Segura, que solo tiene veintitrés años?
— ¡Sí, acabo de leer su biografía! Aparenta un poco más de edad. Pero es esa. ¡Le llevo, unos malditos doce años!
— Calma Ema. Tienes que respirar profundo. Recuerda nuestra consigna. ¡Todos lejos de casa!
— ¡Lo sé! ¡Pero, casi me es imposible, quitarle los ojos de arriba!
— Ema, míralo como si fuera tu hijo, ja, ja, ja.
— ¡No te burles Serri, no es gracioso!
— ¿Por qué lo contrataste?
— ¡No sé, me quedé en blanco cuando lo vi! ¡Solo podía ver, lo buenote que está!
— Pues después del mes de prueba, despídelo. Asunto arreglado.
— Sí, eso mismo haré. Después del mes, lo voy a despedir. ¡Lo que no sé, cómo voy a sobrevivir ese mes!
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Doce años menor
No FicciónY, ¡es cuando todos los nervios que existen en mi cuerpo, saltan como un resorte, como si me hubiesen electrocutado! Salgo de su agarre, obligándome a sonreír. _ Muchas gracias. Digo alejándome, sin dejar de observarlo. ¡Oh cielos! ¿Habrá salido...