Capítulo 1

187 15 0
                                    

Había sido un iluso al creer que el inicio de su último semestre en la universidad sería emocionante. Dos clases, de dos horas cada una, habían bastado para terminar con cualquier rastro de emoción que pudiera sentir.

Primero el señor Choi había hablado sin parar sobre la importancia de las leyes de propiedad intelectual, no sólo en el arte, sino en todas las disciplinas, y luego el señor Shin les había advertido sobre lo competitivo que era el mundo laboral al que se enfrentarían al terminar sus estudios. Taeyong sabía que ambos temas eran de suma importancia, pero empezar el semestre oyendo sobre los peligros del mundo fuera de la universidad no era lo que necesitaba en ese momento, menos aún cuando ya tenía deberes que realizar para ambas clases y pendientes que resolver antes de iniciar sus prácticas al día siguiente.

Por fortuna su jornada escolar ya había terminado, de modo que ahora podía dedicarse cumplir con sus obligaciones mientras intentaba no hundirse en un mar de incertidumbre por el futuro. Sí, eso sonaba bien.

Caminaba hacia la salida a paso normal, tratando de disfrutar los últimos momentos de tranquilidad que seguramente tendría en el semestre (o la vida), cuando al doblar la esquina de un edificio, lo vio.

Se encontraba a varios metros, apoyado en una pared mientras leía algo en una hoja de papel.

Al principio creyó que se trataba de otra persona, pues su aspecto era demasiado oscuro para ser él, no sólo por el negro de su ropa, sino también por su actitud y su ceño fruncido, además tenía parte de la frente descubierta y el cabello cuidadosamente abultado en un peinado que muy rara vez le había visto; sin embargo, cuando alzó la cabeza y dejó ver mejor su perfil, Taeyong estuvo seguro de que era él. Reconocería a ese perfil en cualquier lugar: su larga y respingada nariz era inconfundible.

Sonrió porque se alegraba sinceramente de verlo. Había pasado alrededor de un año desde la última vez que se vieron y aproximadamente ocho meses desde la última en que hablaron, seguramente ahora que había vuelto tendría un montón de anécdotas divertidas que contar.

En cuanto el chico dirigió su vista hacia él, Taeyong lo saludó con un animado gesto de la mano, esperando recibir una brillante sonrisa y quizá incluso un abrazo cuando estuvieran más cerca; pero no obtuvo nada, pues el pelinegro simplemente giró la cabeza hacia un pasillo que estaba a su izquierda y comenzó a caminar en esa dirección.

¿Qué demonios había sido eso?, ¿lo había ignorado deliberadamente o simplemente no lo había reconocido? Si lo pensaba un poco, daba igual, porque de cualquier forma se sentía como un idiota en ese momento.

¿Debía seguirlo?

No tuvo tiempo de pensar si hacerlo o no porque su teléfono comenzó a sonar. Leyó el nombre de quien llamaba y respondió con una pequeña sonrisa en el rostro.

— Creí que no nos veríamos hoy — dijo apenas respondió la llamada.

Yo también, pero mi profesor fue benévolo y nos dejó salir antes, así que…¿te veo en la cafetería?

Por un momento envidió a Doyoung, pues sonaba mucho más relajado de lo que él se encontraba.

— ¿Por qué mis profesores no pueden ser como los tuyos? — se quejó — ¿En qué cafetería?

En la de los edificios de Danza, obviamente. Ya sabes que odio la de aquí.

— Bien, apartaré una mesa.

Ok, llego en diez minutos.

Colgó sintiéndose un poco mejor porque la idea de ver a Doyoung definitivamente lo entusiasmaba, sin embargo, debía admitir que se sentía un poco decepcionado por lo que había ocurrido antes de su llamada, y aún pensando en ello, emprendió el camino hacia la cafetería. Ojalá el mal sabor de boca se le pasara pronto.

Last year (TaeTen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora