Introducción: Capítulo 9: When dreams come true.

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Ni siquiera me detuve a pensar en nada. Corrí escaleras arriba hacia el cuarto piso en aquel edificio. Abrí la puerta, esperando encontrarme con Seo Young. Pero no tengo tanta suerte.

En el pequeño comedor se encontraba Aron, parecía esperar algo además de a mi. No puedo dejar de pensar en cuántos chismes y rumores provocará el que esté aquí.

Dejé mi bolso en el sofá frente a la puerta, cuando Aron me notó dentro me sonrió.

—Joon—exclamó con basta felicidad en su tono de voz—, volviste. Tampoco creía que me dejarías plantado.

—Estás en mi casa llegando de imprevisto, ¿Cómo podría dejarte plantado?—respondí con una apagada entonación. No quería ser grosera, sólo decía lo que pensaba en el momento.

—EunJoon—escuché a Seo Young de la cocina—, debo irme. Por favor, sé educada y atiende a tu compañero como se debe.

Salió de la cocina mientras pronunciaba aquellas palabras y recogía sus cosas. No quiero estar sola... Con él. Sollozaba mi cabeza con un tono de voz propio.

—Nos vemos—dije.

Apenas y pude despedirme, ya escuchaba los pasos de Seo Young al bajar las escaleras.

Me tallé el rostro con la manos mientras pronuncié.

—Aron, estoy algo confundida, han pasado muchas co...—fui interrumpida cuando él habló más fuerte.

—Escucha, sé que yo no me gané la suerte de gustarte. Pero quiero ganarmela por causas justas, ¿Podría intentarlo?

¿Porqué había lágrimas brotandome de los ojos ya? El ambiente se inundó en un silencio profundo y podía oir sus respiraciones.

—¿Te has puesto a pensar que no eres el único que quiere intentarlo, y que si dejo que todos lo intenten no estaré mas que lastimándolos?—fue mi respuesta.

Uno, dos, tres. Me costó un poco darme cuenta de que había dicho algo incorrecto.

—¿Que todos lo intenten?—su expresión hablaba mejor que sus palabras. Él no lo sabía. Él no había sospechado de sus propios compañeros, pero claro, ¿Cómo podría haberlo hecho?

Se puso de pie, y se quedó parado unos segundos. Llevó sus manos a su rostro y las dejó ahí por unos segundos. Mi mente intentaba buscar palabras para reparar el daño que justo había ocasionado, pero de mis labios no salía absolutamente nada. Nada.

Me volvió a mirar, ahora con sus manos sobre su nuca y sin decir ni una sola palabra. ¿Qué otra cosa le quedaba por decir? Estaba mudo, como yo. Pero podía notar en su mirada que estaba molesto. A un grado indefinido.

—Supongo que ahora debo irme—dijo mientras avanzaba con tranquilidad a la puerta que estaba justo a mi lado.

La abrió y la cruzó sin detenerse, el calor que su cuerpo despedía lo sentí y cerré mis ojos al momento, con fuerza. Mi apartamento se volvió más oscuro, ahora sin la prescencia de Seo Young ni la de Aron.

La soledad a veces es buena, no me quejo, para ser sincera. Pero desde que había descubierto qué era sentirse realmente querida, la soledad parecía haber cambiado desde la última vez que la experimenté.

Sujeté mi cabello en una cola alta y cambié mis prendas a unas que me quedaban considerablemente, más grandes. Retiré mi maquillaje de mi rostro. Supuse que hacer algo más me mantendría distraída. 

No sé cuándo dejarás de ser tan ingenua, Eun Joon.

Me dejé caer en el sofá y miré al techo unos segundos. Mis párpados se volvieron pesados, las cortinas cubrían las ventanas, eso explicaba la falta de luz. El sofá nunca antes se había sentido más cómodo. Había un profundo silencio en toda la habitación que me envolvía por completo y yo nadaba en él...

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