01. Euphoria

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JungKook ama el café.

Mierda, no hay cosa más deliciosa que eso para él.

Se encontraba ahora mismo decorando un hermoso arreglo de distintas flores en tonalidades púrpuras y rosas.

"Fiore" era una floristería popular porque todos sus arreglos eran de flores que allí mismo sembraba.

Luego, saca las preciosas flores con su raíz y las coloca juntas con tierra en una misma maceta. Para hacer el hermoso arreglo.

¿Lo mejor de la tienda? Era que JungKook regalaba fertilizantes e instrucciones para que al llegar a casa el precioso ramo, podían plantarlo en casa.

Así era un hermoso regalo sin necesidad de asesinar las florecitas.

Jeon JungKook era un joven amado por todo el vecindario, y desde luego, su clientela.

Además de ser un roba suspiros por su gentileza y amabilidad. Y sobre todo su perfecto rostro.

Además de que se ejercitaba en casa y claro cuidaba su figura.

Podría decirse que era el chico perfecto.

El chico perfecto que... Rechazaba a todos.

Sí, tanto chicos como chicas.

No había algo o alguien que lo sacara de su adorada soltería.

SeokJin, su compañero de trabajo, le molestaba con que moriría sólo.

Aunque este secretamente pensaba que quizá era asexual.

JungKook siempre dice que todo su amor y dedicación era destinado a las flores y toda su adoración al café.

O claro, eso decía.

Todo cambió aquel viernes trece.

JungKook, que estaba solo en esos momentos ya que había enviado a SeokJin a recoger el pedido de semillas, estaba dibujando las nuevas ideas que tenía con las preciosas Espuelas de caballero que había ordenado, cuando la campanita de la puerta tintineó.

Un precioso joven de rizos dorados entró con un rostro sorprendido. Abrió sus ojitos observando. Maravillado con las bellas flores.

JungKook estaba sorprendido de la belleza que poseía aquel chico.

Era tan delicado. Acomodaba sus anteojos con el dedo corazón de sus largas y delgadas manos.

Su cuerpo era delgado igual. Se veía por las adorables piernas que los pantalones cortos dejaban a la vista.

Su enorme sudadera blanca estaba sucia de pintura.

El chico giró en su dirección y se exaltó.

ㅡ¡No sabía que había alguien!ㅡ dijo tras dar un pequeño gritito al espantarse. Para después dar una reverencia. ㅡbuenas tardesㅡ

JungKook estaba mudo, con la boca abierta. Los enormes y marrones ojitos del jovencito eran increíblemente hermosos. Uno tenía doble párpado y el otro no, simplemente adorable.

ㅡMuchas buenas gustoㅡ dijo pero se corrigió de inmediato. ㅡbuenas tardes... Mucho gustoㅡ rió.

ㅡLas flores son muy lindas, señorㅡ dijo no acercándose demasiado a las plantas. Ya que temía tirarlas.

ㅡSí lo son... Son hermosasㅡ dijo saliendo de su mostrador y acercándose al pequeño niño. ㅡpero no me digas señor, soy jovenㅡ rió un poco.

ㅡUis, lo sientoㅡ se disculpó. ㅡes que es usted muy grandeㅡ rió.

La risa de aquel chico era su música favorita a partir de hoy.

ㅡTampoco me hables de usted, tengo apenas veinticuatro añosㅡ le sonrió embobado.

ㅡUhm Okey, yo tengo diecinueveㅡ dijo orgulloso. ㅡlos cumplí hace una semanaㅡ platicó.

JungKook abrió su boca sorprendido ㅡEntonces te daré un regaloㅡ y corrió dentro de su pequeño invernadero.

TaeHyung se golpeó la frente. No tiene que hablar tanto o harta a las personas. O eso le dice su hermano mayor.

El pelinegro volvió con una maceta del tamaño de la palma de su mano, con unas pequeñas lantanas.

TaeHyung abrió su boca emocionado. Eran hermosas y pequeñas. Rositas y amarillas.

ㅡ¡Wa! ¡Son hermosas!ㅡ dijo tomando con delicadeza las flores.

JungKook asintió. ㅡEspero te gustenㅡ

El teléfono del pequeño sonó en sus pantalones. ㅡUis. Me tengo que ir, señorㅡ dijo. ㅡQuiero decir... Uis no sé su nombreㅡ

JungKook estaba muriendo de ternura por dentro.

ㅡJungKook. Llámame JungKookㅡ dijo feliz.

TaeHyung asintió y corrió hasta la puerta. ㅡ¡Adiós señor JungKook!ㅡ y salió del lugar.

JungKook rió.

ㅡAy dios míoㅡ Dijo Jin que había entrado por la puerta trasera. ㅡ¿por qué sonríes así a la nada? ¿Te has vuelto loco?ㅡ dijo divertido.

ㅡNo, es nadaㅡ 

















Piú Bello Di Un fiore (resubiendo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora