Capítulo 44

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Dejé que el alivio me inundara sólo unos instantes antes de apreciarla por completo

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Dejé que el alivio me inundara sólo unos instantes antes de apreciarla por completo. Sentada en una vieja y oxidada silla de metal, con sus manos atadas a la espalda y la respiración entrecortada miraba en todas direcciones sin poder verme. Llevaba una venda en los ojos. Estaba algo más delgada de lo que la recordaba.

Solo entonces pude verla en serio, la rabia comenzando a aumentar poco a poco, la sangre calentándose en mis venas. La vi y fue como un golpe directo al estómago. Algo despeinada, con su ropa de marca manchada de tierra y polvo, su blusa blanca abierta dejando ver su sostén y la curva de sus pechos, su falda de lápiz negra rasgada hasta medio muslo, sus piernas amoratadas y llenas de cortes, los tobillos mallugados por lo que juraba había sido una cuerda.

Su rostro cubierto de tierra, sus perfectos y preciosos labios partidos y con un corte rojizo y sangrante atravesando el labio inferior. Sus mejillas pálidas, una con un ligero morete verdoso. Pude ver parte de sus brazos y cuando vi la marca rojiza de una mano ceñida en su brazo izquierdo tuve suficiente.

Perdí la razón por completo al ver a mi mujer así. Mis manos escocieron y mi cabeza pareció explotar de rabia y frustración.

—Maldito bastardo. Voy a matarte.

Di un paso al frente y antes de poder hacer algo más, Jackson se hizo hacía atrás y apuntó la pistola en dirección a mí. Lisa pareció escuchar eso pues saltó en su silla y reprimió un gemido asustado.

—Eh eh eh, tranquilo. No querrás hacer algo de lo que los dos nos arrepintamos ¿Verdad?

—Jungkook…no.

Fue el sollozo anhelante de Lisa, y escuchar su voz fue como una droga que me tranquilizó solo un poco. Estaba viva, y fuera de los cortes y moretes superficiales parecía estar bien. No quise pensar si le habían hecho algo más, pues estaba seguro que de hacerlo perdería la cabeza y mataría al hombre que tenía frente a mí.

El que parecía un completo extraño, pero por alguna razón parecía ser su verdadero yo como nunca lo había sido.

—Haz caso a lo que dice tu esposa. No querrás que tu mujercita tenga más emociones fuertes de las que ya ha tenido.

No contesté. Me limité a apretar mis puños con fuerza, tanto que sentía los nudillos entumecidos y fríos. No solté la bolsa del dinero, no lo haría hasta saber que podía obtener lo que quería a cambio.

—Bien, ya que nos hemos calmado, creo que podemos empezar a hablar.

No recibió respuesta tampoco. Me limité a mirarlo para después mirar a Lisa, quien temblando de miedo seguía mirando en todas direcciones, aún con sus ojos vendados.

—Veo que trajiste el dinero.

Miró la bolsa que llevaba en la mano con bastante interés, casi queriendo atravesar la tela para saber lo que contenía. Me limité a aferrarla con fuerza y tomé una larga bocanada de aire.

The DealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora