Capítulo 42

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—¡Maldición!

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—¡Maldición!

Tiré el celular en el sofá a mí lado, con las últimas palabras de Wang dándome vueltas en la cabeza.

La rabia y la impotencia al saber que mi mujer estaba en manos de ese imbécil me ponía los nervios de punta, y el solo pensar que podía tocarla me ponían tan mal que estaba seguro no respondería cuando lo tuviera enfrente.

Iba a matarlo.

Pero primero, tenía que averiguar que hacía Park Jieun en mi departamento, mirándome con ojos arrepentidos y llorosos.

Algo no me gustaba.

—Bien, te escucho.

Dije aquello mucho más calmado de lo que en realidad estaba, y frente a mí, una aturdida Jieun me miró con ojos desorbitados mientras las miradas se posaban en nosotros.

—Me…me gustaría— se aclaró la garganta, mirando a sus hermanos de reojo— Me gustaría hablar en un lugar privado.

Si aquello le resultaba incómodo me tenía muy sin cuidado. No tenía tiempo para sus niñerías, así que sin hacer caso a su petición llevé mis manos al rostro y solté el aire.

—Lo que tengas que decirlo dilo aquí y ya— me agarré el puente de la nariz— No tengo tiempo para perderlo.

Casi aterrada miró a todos a su alrededor y haciendo nudos con las manos, y yo la miré reprimiendo mi sorpresa. Jamás pensé ver así a la soberbia Park Jieun, y aquello me extrañó aún más.

—De…de acuerdo.

—¿Qué quieres?

—Vengo a hablar contigo, de tu esposa— cerró los ojos y tomó aire— Y Jackson.

Como si me hubiera dado un latigazo, alcé la vista para mirarla y ella solo atinó a tragar grueso mientras se volvía el centro de atención.

Por lo menos había logrado convertirse en el mío.

—¿Qué hay de Jackson?— me acerqué a ella de inmediato— ¿Qué sabes tú de él?

Fruncí el ceño, extrañado de que mencionara a Jackson. Rápidamente recordé la época en la que, aún siendo mi prometida, decía que Jackson Wang era para ella una de las personas más detestables que conocía, y la interacción entre ellos era nula. Eso, aunado al hecho de que Jackson y yo jamás nos habíamos llevado bien hacía que los dos jamás se miraran siquiera.

—Yo…— se removió incómoda— Yo sé que quería hacerte daño, pero jamás pensé que fuera a secuestrar a tu esposa.

—¿Qué?

—¿De qué rayos estás hablando, Jieun?

Fue la pregunta de Jimin detrás de mí, quien igual de sorprendido que yo tenía toda su atención en su hermana menor. Todos en la sala la miraban, y yo solo podía pensar en Lisa.

The DealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora