Familia (Parte 2)

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—Woah — Tanjiro exclama al llegar al puente — tenías razón, Kanao, está muy calmado aquí.

Ella inclina su cabeza hacia él con una sonrisa en respuesta. Incluso si no puede distinguir bien la cantidad exacta de personas que hay allí además de ellos, no oye muchas voces, y cuando pasó con Aoi hace no más de quince minutos, ella comentó sorprendida lo extraño que resultaba, que durante el festival Hanabi no hubiera una acumulación ridícula de personas en todas partes.

—¿Por qué será?— Tanjiro pregunta.

—Aoi dijo que está lejos de los fuegos artificiales, eso debe ser — repite las palabras de su amiga.

—¡Ah! Es cierto, debe ser eso — él ríe — hablando de eso, comenzarán dentro de poco, así que no estaremos mucho aquí — su voz se oye más desanimada que de costumbre — Lo siento por eso, te hice caminar hasta aquí y volveremos pronto.

—Ah, no te disculpes — ella niega rápidamente con su mano libre, la que no está unida a la de él — yo también quería despejarme un poco. Además, hay alguien más que necesita salir — dice con tono juguetón, bajando la mirada al pecho de su yukata.

Tanjiro en un primer momento inclina su cabeza confundido, sin entender a qué se refiere. Pero después de unos segundos la realización parece atacarlo por el cambio brusco y casi infantil a una actitud determinada.

—¡Entiendo! Ven, aquí — tira del agarre de sus manos, guiándola cerca de la barandilla del puente, y ella lo sigue con plena confianza — aquí estamos un poco más lejos de los demás, puedes salir, Kaburamaru.

Ella ya conoce el puente, ha estado aquí múltiples veces incluso antes de perder su vista, así que sabe que no deben estar muy alejados de las demás personas. Sin embargo, es bastante extenso, y confía en que lo suficiente como para que, junto con la inmersión en sus propias conversaciones, nadie note la serpiente que comienza a asomarse de entre el cuello de su yukata.

Poco a poco siente la piel escamosa y fría de su amigo moverse y desenvolverse de su pecho, para trepar con confianza y dar una vuelta a su nuca, y luego asomarse por su costado derecho, donde ella lo recibe con su mano abierta.

—¡Kaburamaru! ¡Hace tiempo que no te veía! — Tanjiro le dice con una sonrisa, para luego romper su agarre y acercar también su mano derecha a la serpiente, que se le posa sobre el dorso de la mano.

Kaburamaru saca su lengua y él ríe tierna y suavemente, y Kanao cree que podría escuchar ese sonido toda su vida sin cansarse.

De un momento a otro comienza a escuchar risas infantiles, vienen de detrás suyo, a la derecha, y se acercan veloces. Entonces siente como Kaburamaru retrocede en el camino que hizo hace un momento, envolviéndose en su cuello y apenas asomando su cabeza de entre su yukata.

Las risas se instalan no muy lejos de ellos, atrás a su izquierda. Los niños deben estar jugando.

—Kaburamaru es muy inteligente — Tanjiro dice en voz baja, y ella asiente en respuesta. Comprende que lo mejor es no mostrarse, incluso si eso significa dejarla despistada, para no asustar a las personas a su alrededor.

Kanao mira hacia abajo, donde el rojo de la la barandilla del puente se difumina y se mezcla con el azul intenso de lo que debe ser el agua del río.

Ella suele extrañar su vista. Mucho. Extraña poder disfrutar del hermoso y colorido jardín de la finca desde lejos, extraña poder pasear por el mercado sin necesidad de ser acompañada por una de las niñas, extraña poder caminar por lugares desconocidos sin tropezar, y está segura de que extrañará los fuegos artificiales.

Durante La Noche | TanjikanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora