El ambiente es cálido, las voces de la multitud riendo y charlando la rodean y puede oler el delicioso aroma de la comida callejera de los puestos a sus costados. Camina con rapidez, guiada por la imagen un tanto difusa de Aoi frente a ella, que también le toma de la mano en un agarre firme para no separarse la una de la otra.
—¡Sumi, Naho! — la escucha llamar — ¡No se alejen tanto!
El agarre se vuelve un poco más fuerte y tiene que aumentar la velocidad de sus pasos para igualar a Aoi que sigue a las niñas. No sería bueno que se perdieran entre la multitud de personas reunidas para el festival.
La oye resoplar, las niñas no suelen desobedecer, a pesar de su edad son educadas, maduras y bien portadas, pero la emoción por el Hanabi parece ser más fuerte. Aunque no puede verlas, sabe que deben estar correteando con grandes sonrisas en sus rostros por los puestos de comida, desbordando alegría y emoción. Suelta una pequeña risa al imaginarlo, y cubre su boca con su mano derecha, la que no está sujeta a la de Aoi.
La yukata que lleva puesta es hermosa. Una pieza hecha de algodón, liviana y delicada, de color rosado dior que hacia abajo se difumina en un tono coral suave, decorada con flores blancas que disminuyen en su cantidad a medida que suben, como si estuvieran siendo llevadas por el viento. Solía ser de su hermana, Kanae, que le contanaba sobre cómo era su yukata favorita para el Hanabi, así que decidió que la llevaría esa noche. Pero Kanao no acostumbra usar yukatas o kimonos, a excepción de la hora de dormir, ella usa su camisa y falda-pantalón que llevaba cuando todavía formaba parte de los cazadores de demonios, por comodidad. Es por la falta de experiencia que se siente un tanto incómoda en la prenda, sus movimientos son limitados, y su mala visión le impide ver bien el suelo. Da pasos son cortos y rápidos mientras el agarre la jala aún más hacia adelante. Entonces su sonrisa se borra cuando siente su pie chocar contra algo que imagina es una roca en el camino.
—Ah — exhala, tropezando y casi sintiéndose caer, mientras se suelta del agarre de Aoi.
—¡Kanao! — Kiyo, que va a su lado, grita.
La ve ponerse frente a ella en un movimiento rápido, intentando parar su caída, justo al momento en el que logra controlar sus pies y estabilizarse.
—¿Estás bien? — le pregunta.
Kanao asiente, sonriéndole para decir:
—Gracias.
—Kanao — Aoi se gira con rapidez — lo siento ¿Estás bien? — habla apresuradamente.
—Sí, tranquila —le asegura.
Logra ver su expresión preocupada y por un momento dudosa, mientras muerde su labio, hasta que finalmente dice:
—Iré a buscar a Naho y Sumi, quédense aquí — les ordena — no tardo.
Ambas asienten al unísono, para luego verla alejarse a toda velocidad, cuidando no chocar con ninguna de las personas que caminan alrededor.
A pesar de la expresión calmada que mantiene, Kanao siente una leve ansiedad florecer dentro de su mente. Ella es feliz de estar en el festival, por supuesto, pero no puede ignorar la preocupación que, aunque injustificada, tiene.
Las luces amarillentas de los puestos de comida la encandilan, el murmullo constante de las personas llena su mente. A duras penas puede ver más allá de un metro, e incluso lo más alejado se difumina. No es la primera vez en la noche que tropieza, e incluso ha chocado con más de una persona. Pero el agarre seguro y firme de Aoi la calmaba, ella estaba para guiarla.
Ahora se siente perdida, mira a sus costados mordiendo incómoda el interior de su mejilla. Solo caras desconocidas, personas que nunca ha visto, reunidas para ver los fuegos artificiales y que luego volverán a sus pueblos a seguir con su vida cotidiana, tal como ella.
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Durante La Noche | Tanjikana
Fiksi PenggemarEs durante la noche cuando sus sentimientos salen al descubierto.