—Yo...yo no sé que hacer, Ana.
—Calmate Luke. Sólo piensa en que todo está bien y...
—¡PERO NADA ESTÁ BIEN ANA! —Quede estática y sorprendida ante el repentino grito de Luke.— Y-yo lo l-lamento Ana, no quise gritarte así, e-es sólo que...Ana no sé que hacer! —Un sollozo se escucho a través de la línea telefónica y mi corazón se encogió. Honestamente no sé que hacer y/o decir. Bueno, no todos los días te llama tu amigo (el cual por cierto no conoces pero te manda textos a diario.) para decirte que su mamá está muy grave. Me siento imponente. Un buen chico que no se merece nada de esto está sufriendo, y yo no puedo hacer nada.—Lukey calmate, sí? Mira, sé que sonara cruel pero, llorando no solucionaras nada. Ten fe, tu mamá se pondrá bien. —Dije tratando de tranquilizarlo, y al parecer lo logré.
—Muchas gracias Ann. —y colgó.
por algún extraño motivo, al escuchar esas parabras, mi corazón comenzó a latir como loco.