ʙ ɪ ᴋ ɪ ɴ ɪ ᴘ ᴏ ʀ ɴ

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Ya habían pasado dos semanas desde la fiesta de disfraces que se había presentando en el Queens. Dos semanas desde que Alessandro había finalizado su encuentro con Horacio en un abrazo. Recordando con amor las palabras que el chico le había dedicado.

— Yo te amo, amor mío.

Horacio también se había guardado muy bien las palabras que le había dicho Alessandro, entregándole todo el corazón en aquella frase. Todo parecía indicar que el hombre entendía perfectamente que el amor no era correspondido, pero que aún así le quería y le valoraba, con eso le sobraba a Alessandro.

A pensar de que había sido significativo ese momento, Horacio no lo habló con nadie. Gustabo se había distanciado repentinamente, cambiando turno en la noche para no coincidir con él, dejó de llevarlo al club, y lo evitaba. Lo que más le inquietaba a Horacio es que ese cambio había sido literalmente de la noche a la mañana, quiso hablarle con él, pero se negaba. No entendía que era lo que estaba pasando, y harto de la actitud de niño berrinchudo de Gustabo, un buen día decidió esconder las llaves de la casa, del auto, para que no pudiera salir; cerró todas las ventanas y las atornillonó de manera que fuera imposible escapar por ellas.

Gustabo, en cuanto se levantó y salió vestido de su habitación, se percató de que todas las cortinas estaban corridas, imposibilitando el acceso de la luz. No le tomó importancia hasta que notó que sus llaves no estaban en el lugar que siempre las dejaba, buscó por debajo del mueble, en la cocina, en la sala, husmeó cada cajón, caja y lugar de la casa, a excepción de la habitación de su hermano.

No quería hacerle frente, había estado evitándolo durante semanas, y hablarle ahora era como tirar su orgullo por la ventana. Pero había llegado a la conclusión de que tarde o temprano era algo que iba a suceder. Tenía que hablar con Horacio sí o sí, quisieran o no. Y había llegado el momento de desmantelar todo. Aquella mañana de martes iba a ser la que iba a cambiar el rumbo de todo.

Se regresó sobre sus pasos a estar a unos cuantos de la puerta, en dirección a la habitación de Horacio, la cual se encontraba cerrada. Trató de abrirla sin tocar, pero traía pestillo. Rodó los ojos y tocó con la palma de la mano abierta, molesto.

— ¡Horacio, abre! ¿Por qué cojones me has dejado encerrado? ¡Abre, rata!

Del otro lado de la puerta, no se escuchó nada más que un suspiro cerca de la madera. Horacio dudó por un momento en si abrirle o dejarle así, pero él también había llegado a la conclusión de que en algún momento tendrían una plática, quisieran o no. Abrió lentamente la puerta, salió por el pequeño espacio que había hecho al abrirla, cerró detrás suyo. Sin levantar la cabeza, señaló con el dedo el antecomedor dentro de la cocina, una mesa pequeña con dos sillas.

Gustabo se dirigió hacía donde le había indicado, sin decir una palabra. Jaló una de las sillas que estaba en un extremo y se sentó, Horacio, cuando se acercó a la cocina, se limitó a recargarse sobre la barra contigua a la estufa, fijando su vista en la mesa y no en su hermano.

— ¿Y bien? ¿Me quieres explicar por qué parecemos animales en cautiverio?

Horacio no respondió en seguida, y con cautela, elevó la mirada hasta el semblante y cuerpo de Gustabo. Estaba de brazos cruzados, recargado sobre el respaldo de la silla, con un rostro serio, mostrando aires de molestia. Horacio solo pudo morder su labio superior para después pasar su lengua por sus labios, actos hechos por el nerviosismo. Gustabo le alzó las cejas, en respuesta a su silencio, diciéndole que seguía esperando una respuesta de su parte.

— No me has hablado desde la fiesta en el Queens. ¿Qué sucede, Gustabo?

El mencionado sacó aire por la boca, cansado. Resignándose a que debía de responder él también a sus preguntas, se inclinó hacía delante, deshaciendo el gesto de brazos cruzados, y posando sus codos sobre la mesa, en dirección a Horacio. Arrugó sus ojos, enfocando a su hermano, analizando cada gesto que podía utilizar en su contra, sin embargo, no lo encontró. Sonrió cínicamente.

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘   [Multishipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora