𝐕

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Abrí los ojos lentamente, un fuerte dolor de cabeza se hizo presente en el primer instante, apreté mis párpados tratando de sentarme en lo que parecía ser una cama.

—¿Cómo estás? —fue lo primero que escuché, Levi se sentó en la orilla del mueble mientras me retiraba unos mechones en mi frente.

—Bien, c-creo —miré alrededor aún con los ojos entrecerrados, ya que me costaba abrirlos en su totalidad— ¿En donde estamos?

—En Marley, estamos en la habitación que nos prestaron —después de escuchar aquella respuesta, recordé algunas cosas.

—Lo último que recuerdo fue la cena junto a los chicos —mencioné mientras me masajeaba la cabeza, mi esposo acarició con ternura una de mis rodillas que estaban ligeramente flexionadas.

—Toma esto —el azabache me extendió una taza que estaba en el buro, parecía que había preparado café para la ocasión.

Tomé la taza y bebí un poco mientras veía de reojo a Levi quien no me quitaba un ojo encima.

—Sé que no debí beber anoche —mencioné bajando un poco mi taza para apoyarla en mi regazo sin soltarla— no tienes porqué verme así.

—No es eso —fruncí aún más el ceño— ¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche, cuando estabas conmigo?

Desvíe la mirada hacia algún punto de la cama, intentando recordar, lamentablemente sólo venían a mi cabeza pequeños fragmentos de lo que había pasado, no era capaz de recordar algo en concreto.

O eso creía.

—¡Enano! —se escuchó el grito de Hanji desde el otro lado de la puerta, lo suficientemente fuerte como para provocarme un zumbido en la cabeza haciendo que lanzara un gruñido, inmediatamente llevé mi mano derecha a sobar una de mis sienes.

—¿No podrías moderar tu voz un maldito momento? —le preguntó con molestia a Hanji abriéndole la puerta.

—Oh, ¿despertó la princesa? —preguntó en burla mientras se apoyaba en el umbral de la puerta. Gruñí.

—¿Tan mal me puse? —pregunté con las mejillas algo sonrojadas por la vergüenza.

—Me pediste matrimonio —contestó Levi mientras se sentaba en su lugar anterior, me ayudó a dejar mi taza en la mesa de noche— dos veces.

—Y cuando te mentí diciendo que estaba casado conmigo comenzaste a llorar —completó Zoe aguantando risitas.

Oculté mi rostro mientras soltaba un ligero quejido.

—Bueno, la demás historia te la comentaremos después, por ahora debemos prepararnos para el foro, es dentro de unas horas —mencionó la castaña tomando camino para salir— necesitamos reunirnos con los demás.

—Ahora voy a verlos.

La comandante asintió y salió de la habitación. Le sonreí a mi esposo quien comenzó a dirigirse a la puerta. Justo cuando abrió la puerta para ver a los chicos se dirigió a mí.

—¿En serio no recuerdas nada, biza? —preguntó con un deje de nerviosismo, o al menos eso noté.

Eres absolutamente todo, eres quien no me deja caer y quien me hace sentir amado, lo cual es jodidamente adictivo. En medio de este mundo completamente insano, tú, Silvia Lenz, eres mi claridad.

—No —mentí fingiendo tristeza y confusión, aun así, pude notar que mi respuesta le calmó un poco el nerviosismo.

—No te preocupes, no pasó algo malo —aclaró, sólo pude asentir— nos vemos en un rato.

—Bien —le sonreí, vi por un instante un ligero sonrojo en sus mejillas. Cerró la puerta y escuché sus pasos alejándose. Solté una pequeña risa.

Esperaré el tiempo necesario para volver a escuchar esas palabras, mientras tanto, seguiré amando a Levi de la misma intensidad que él a mí, aunque éste lo haga en silencio.

Wᴇ·ʀᴇ Hᴇʀᴏᴇs: 𝑪𝑳𝑨𝑹𝑰𝑻𝒀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora