Soy Reina, me encontraba trabajando en la cafetería, mi turno normal de la tarde, hoy me sentía extraña como observada todo el tiempo. Lo normal es que la clientela me mirase de vez en cuando, sobre todo si vistes y vestido corto negro con un delantal granate en la cintura y un escote en pleno centro de Madrid. Era la vestimenta que nos encargó el jefe, Mariela, Fátima y yo éramos las encargadas de todo hasta que el negocio empezó a funcionar y el jefe puso a Fernando de supervisor. Cambio la ropa y varias cosas del local, antes más acogedor ahora a mi parecer no hay mucha diferencia entre los demás salvo como él dijo que nosotras atraiamos a los clientes.
Mari cómo a mí me gustaba llamarla era la más hermosa de nosotras, sus piernas que parecían interminables, provocaban que los hombres de cualquier edad se le quedarán mirando y babeando.
En horario de trabajo no se nos veía muchas diferencias, las tres con cabello largo castaño oscuro y liso, llegábamos a tener curvas Fátima y yo ya que Mari su silueta era espectacular tenía donde debía solamente, cuántas veces habré escuchado la pregunta hacia ella de si se había operado algo. Pero nop, su respuesta siempre fue negativa y la creía, varias veces habíamos salido a correr y a hacer deporte y su cuerpo ha sido trabajado.
Fátima por otra parte no se puede decir que sea igual, si era bella pero se notaba a falsedad desde lejos, pelo teñido y con extensiones para parecer como nosotras y las bubis operadas, no la entiendo me a enseñado fotos suyas de antes y es guapísima pero supongo que cada persona se ve como se ve.
Yo como ya he dicho, uso tacones porque mi metro 65 no es como su metro 70 y tantos y Fernando dijo que para ser iguales mejor iguales en todos los sentidos no podía ser más baja. Bueno a lo que iba, cabello castaño eso sí por la cadera, no solía llevarlo suelto salvo para trabajar normalmente lo recogía en un moño por comodidad y mi vestuario era principalmente de sudaderas y mallas,pero eso no quita que si debía arreglarme no pudiera. Lo demás de mí no estaba mal, muchas personas me han elogiado pero no siempre he tenido mi autoestima alta como para verme hermosa, más bien me veo del montón.
Hablemos de mi familia, no tengo, de ahí por el que a mis 19 años viva sola y esté trabajando para pagarme mis estudios, recientemente terminé el primer año de universidad de marketing y diseño de publicidad, pero el segundo año ya no llegaba la cantidad de dinero ahorrado y debía seguir. Llevo 10 años de mi vida sin padres recuerdo que hubo una época donde tuve depresión y me aislé del mundo entero, la única que me quedó fue mi madrina, la mejor amiga de mi madre, pero hace dos años se casó y se mudó con el esposo y su hijo a Estados Unidos, le debo mucho por tratarme como a una hija pero debía de seguir con su vida y yo ya tenía edad suficiente para trabajar y empezar a vivir una vida de adulta.
Parecía otro día cualquiera de trabajo pero no pensaba que acabaría así.
-Amor! Quédate en el mostrador unos minutos que se te da mejor- me suplicó Mari cuando pase por su lado, es cierto era más rápida en eso y podría quitarme un rato de la gente ya que se iban unas cuantas mesas que luego tendría que recoger.
Llegó la primera pareja, la mesa 7 vienen todos los viernes a tomarse un café y hablar un rato supongo que es cuando salen del trabajo.
Ya os habréis dado cuenta de que soy muy observadora, en un grupo de amigos yo sería la que se queda callada observando la actitud de cada uno, nose siempre me gustó, no quiere decir que no hable si me relaciono con la gente pero no puedo decir que tenga un grupo de amigos, creo que soy muy desconfiada.
- perdona- interrumpió mis pensamientos un joven con acento diferente de los que suelo escuchar- podría indicarme el servicio.
-si, él aquella puerta, el de caballeros es a la derecha- indique lo que buscaba.
Casi no consigo quitarle los ojos de encima, era alto casi 1,97, con ojos verdes, pelo castaño y vestía un traje. Me gusta decirlo pero su voz es una de las más excitantes que he escuchado con ese acento que aún no identifico.
Mirando las mesas de fuera a través de los cristales encontré la mesa donde provenía el chico, en ella había dos más, me extrañe al ver que eran muy parecidos por no decir iguales. Nunca los había visto por aquí. Uno tenía el mismo pelo que el que hable y el otro más claro tirando a rubio ambos con los ojos azules. Pude diferenciar que el de pelo castaño tenía una ligera barba que lo hacía lucir más adulto que los demás.
No pude seguir mirando más porque volvió Mari
-OMG, has visto a esos muchachos de la mesa 9?- me susurro cuando estuvo al lado mía
-de la del chico que acaba de entrar al servicio?-señale la puerta del aseo
-sii, Dios están para comérselos- casi la vi babear, negué con la cabeza
-oh vamos, niégame que no querrías estar con uno de ellos, se les ve desde lejos los músculos- la verdad que no están mal - o mejor en pack con los tres- levanto las cejas repetidamente de forma pervertida.
-Mari!!!-nos reímos
-Anda Fátima necesita ayuda afuera para mover varias mesas ve que yo me quedo aqui.
Pasó la tarde y ya era la hora de cerrar, los chicos no los vi más, me despedí de mis compañeras en las taquillas ya cambiada vestida con unos vaqueros y una sudadera gris.
La vuelta a mi apartamento es bastante tranquila, paso por calles transitadas hasta una zona donde me cruzo con poca gente, ahí es donde como mujer aceleró el paso para no tener miedo y llegar antes a mi hogar.
A mitad de la calle la farola por la que iba empieza a parpadear, ya lo ha hecho otras veces no debo tener miedo repetía.
De un callejón divisé una persona con el gorro de la chaqueta cubriéndose la cabeza pero me tranquilicé al ver que iba en dirección contraria a mi a unos metros, no me vería, de pronto unas manos me agarró de la cintura y con la otra me puso un pañuelo en la nariz y boca.
La persona detrás mía me apretaba contra ella y por la fuerza deduje que era hombre incluso encontré un reloj plateado en su muñeca izquierda. A pesar de la fuerza que hice para no respirar el contenido del pañuelo no pude más y entré en un sueño profundo.
Desperté en una superficie blanda, abrí mis ojos y acostumbrándose a la oscuridad de la habitación vi que me encontraba en una cama enorme, como dos camas de matrimonio. La habitación no pude ver mucho por la falta de luz pero vi unas 4 puertas. Una a cada lado y dos delante.
Me disponía a levantarme de la cama cuando una puerta de las de delante se abrió, por lo que me volví a quedar sentada en la cama. No diré que no tenía miedo, me habían secuestrado y podrían querer hacerme daño o incluso matarme.
La puerta se abrió y entraron tres hombres, si, los tres hombres idénticos de esta tarde, los reconocí cuando el último en entrar cerró la puerta y encendió la luz del techo.
- Sé que ahora mismo tienes que estar confusa y asustada, te lo vamos a explicar - dijo con un intento de calmarme el de ojos verdes y cabello castaño.
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Trois
FantasyLa ciencia no siempre es buena, existe el lado oscuro y siniestro donde se han realizado maldades incluso con los humanos, unas de estas maldades se podría decir que son mis esposos. Si, esposos, son Tres.