—Eres mío. Serás mío. Tú y yo seremos uno para siempre.
Susurraba Cid contra su oído cada que iba a clavar sus colmillos en la suave carne de Sísifo para beber su sangre.
Atenas era un caos. Mientras el tiempo pasaba, todos los días aumentaba el número de muertos que perecían por causas que ningún médico podía explicar. Con la aparición de los primeros cuerpos pensaron que eran casos aislados de muerte súbita, pues aparentemente los occisos estaban sanos antes de su muerte, pero conforme los números aumentaron la situación comenzó a ser más y más alarmante. Algunos llegaron a considerar que era el inicio de una plaga, pues escaló entre los niveles sociales de uno en uno y actualmente no discriminaba entre la población, cualquiera podría ser el siguiente en "enfermar", o al menos eso era lo que los atenienses y los turcos pensaban.
Sísifo no estaba preocupado en lo absoluto, ya reconocía el trabajo de Cid y, aunque repudiaba lo que hacía justificado con que se trataban de malhechores de la sociedad, el domador comprendió que su repudio no era debido a que Cid matara humanos, no, su repudio era por causas menos morales y éticas, y se debían exclusivamente a celos, celos que lo invadían cada que Cid realizaba ese intercambio de sangre por muerte con sus víctimas, los cuales creía que solo debía realizar con él, aunque las cláusulas del intercambio cambiaban en su caso, era sangre por placer.
Porque cada que Sísifo ofrecía su sangre lo encontraba increíblemente placentero y no podía evitar sentirse amado. ¿Quién no lo haría con las semejantes palabras que Cid siempre dedicaba en un suave susurro contra su oído mientras lo acariciaba con sus hábiles y frías manos, arrancándole suspiros?
—Eres mío. Serás mío. Tú y yo seremos uno para siempre.
Por su parte, Cid adoraba la pasión y la entrega del humano con la cual resultaba contagiado. Sí Sísifo era apasionado al pelear, el era apasionado para disuadirlo con seducción. Sí Sísifo era apasionado para discutir, él era apasionado para callarlo a besos. Sí Sísifo era apasionado al momento de entregarse, él era apasionado en satisfacerlo. La fuerza y el calor ardiente de su humanidad eran muy contagiosas y agradecía que fuera de esa forma.
Hacía mucho tiempo que no se sentía así, tan vivo, tan humano, como lo hacía con el humilde supervisor del establo.
Su duro corazón, aquel viejo órgano cansado que llevaba latiendo por centenares de años, se enternecía con la desesperada urgencia de Sísifo por verlo con frecuencia. Incluso, el rubio emocionado había propuesto que se vieran a diario y si lo hacían lo recompensaría con un poco de su deliciosa sangre, una ofrenda muy tentadora para Cid que amaba beber de él, sin embargo, no la aceptó. Sísifo era un humano, uno que trabajaba muy duro para tener en orden a los caballos de un gobernante tirano, necesitaba las noches para descansar, y no podía exigirle tanto a su organismo para que se repusiera de sus acalorados encuentros que podían matarlo de realizarlos con tanta frecuencia. Sísifo era un hombre fuerte, pero seguía siendo un humano frágil y como todos, se sujetaba a la vida de un hilo demasiado delgado. Tendría que conformarse con verlo la noche antes de su día de descanso.
No podía ser egoísta con él, no ignoraría sus necesidades básicas.
Cada semana Sísifo trabajaba duro, desde la mañana hasta el atardecer. Siempre fue muy dedicado en lo que hacía, amaba trabajar con los animales, eran nobles criaturas y mientras estuvieran bien, sanos y Cid no se los estuviera comiendo, él estaría contento.
Ignoraba la angustia en la que el pueblo ateniense estaba sumergida, ahora no solo estaban aterrorizados bajo la tiranía del pasha, que estaba violando las reglas del gobierno turco otomano a su conveniencia, sino que también había una "enfermedad" extraña que les estaba quitando la vida, que mientras más victimas se llevaba, más gente comenzaba a vociferar rumores entre los cuales llegó a destacar que era obra del mismísimo diablo, rumores que llegaron hasta los oídos de Sísifo.
ESTÁS LEYENDO
Llévame (SísifoXCid) FINALIZADA
FanfictionSísifo, un joven que se dedica a domar y atender a los caballos del actual gobernante de Athenas bajo el régimen del imperio turco otomano en 1753, pierde uno de los caballos de su señor en medio de la noche, por lo que salé a buscarlo, sin imaginar...