¿Será fan? (tú, Dimash, Tom Holland, BTS)

Punto final

Miraste el pasillo del estudio con cierto desconsuelo. Eran las cinco de la tarde cuando encontraste el celular de Tom sobre la mesa. Bien sabías las cosas que habían pasado en la última horas. La dirección literal y simbólica que debías tomar estaba escrita en ese celular. Por fortuna sabías la clave.

Tomaste la dirección del mensaje que ARMY había enviado.

Era un páramo remoto de Kazajistán. Tal y como suponías,  él no  sería capaz de dejar la tierra que lo vio nacer. Probablemente  se trataba de la vieja mansión familiar o una casa de campo medio abandonada en un pueblo pequeño.

Lo único que sí sabías con certeza era que no estaría solo. En las películas por ejemplo, siempre se pinta la última confesión de amor antes del final feliz como un momento de completa dicha ininterrumpida. Pero la realidad tenía bastantes más obstáculos para llegar a ese punto idílico. Uno de los más grandes, pensaste, era el de tener que enfrentar a toda la familia de Dimash. Después de todo, indirectamente lo que había pasado era tu responsabilidad. O eso sentiste.

Sacudiste tu maleta con rueditas en un intento por moverla. Y también dejaste una nota a los chicos. Te irías esa misma tarde. Nadie debía enterarse hasta que hubieras tomado el avión.

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El joven kazajo estaba lavando unas zanahorias frente a la ventana de la vieja mansión de su familia. Desde aquella ventana se veía un inmenso campo con una mancha de bosque al extremo. Casas rodeaban parte del camino, aunque eran muy pocas. El clima del día era más horrible de lo normal. Aunque desde hace tiempo los días se veían igual a sus ojos.

En estos meses lo había perdido casi todo. Su trabajo y pasión, cantar era algo muy preciado para él.  Perdió a sus amigos.

Pero también, la perdió a ella.

Reflexionó en cuantas veces se había reído de la idea de amar a alguien de esa forma. Es cierto, siempre cantó y compuso canciones de amor. El tema no le era indiferente. Pero esta vez era algo distinto. El sentimiento de pérdida era muy profundo para ser resumido en un poema. Era un recuerdo nuboso tener que ser separado de alguien a quien quieres por circunstancias adversas.

Siempre fue un hombre de esconder las emociones. Pero cuando de verdad te sientes tristes, es algo imposible de disimular.

De no ser por sus parientes, se hubiera vuelto loco.

Y tocante al tema, siempre se preguntó que opinarían ellos de la forma en que él involucró su corazón. Probablemente se sentirían decepcionados. Hace tiempo, la opinión de su familia le parecía más importante que sus propios sentimientos. E incluso llegó a afirmar que prefería que su futura esposa amara más a sus padres que a él mismo. Pero después de esta experiencia, él supo que su camino debía separarse en algún momento del de sus familiares.

Aunque todo eso ya no importaba. La única persona que podía hacerlo tomar una decisión así de radical no se encuentra presente en su vida. Probablemente no volvería a verla. Solo esperaba una cosa de la vida. Que donde estuviera y cual camino siguiera fuera lo más feliz que éste cruel mundo le permitiera. Nada más importaba.

Tras su reflexión con esas zanahorias, miro nuevamente hacia afuera de la ventana con un rayo de esperanza.

Lo que vio no fue lo que esperaba. Una silueta conocida se abría paso torpemente por el campo, con una ridícula maleta rosa chillón. Ver esa escena no solo sorprendió a Di, también fue la causa de una hermosa y sincera sonrisa acompañada de sus oscuros ojos siendo iluminados de alegría.

Antes de que pudiera hacer un solo movimiento, la chica sacó un megáfono de bolsillo.

—Dinmukhamed  Kanatuly Kudaibergen. Desde que te vi en una video reacción aleatoria de un vocal  coach, supe que estábamos conectados. No solo cautivas con tu voz, que es sin duda hermosa. Es más bien el encanto y la responsabilidad con que portas ese talento.  Aunque tú no supieras ni remotamente de mi existencia, jamás perdí la esperanza de que alguna vez nuestros caminos se cruzaran.