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—Darling....yo...no quise! Perdón! Tú sentiste que había alguien atrás a quien Tom también estaba mirando.
—¡¿Dimash?! —preguntó Tom— ¡no es lo que tú crees!
—Perdón...yo... no quise interrumpir...—dijo con un nudo en la garganta— con permiso, iré a entregarle estas flores a tu mamá...que tengan buena noche.
Tom pudo ver a Dimash conmocionado profundamente. Su respuesta entrecortada acompañado de sus húmedos ojos negros daban una señal muy clara. Estaba lastimado. Dio un suspiro frío mientras recogía torpemente las rosas del suelo y se retiró con un quejido inaudible.
El joven londinense se sintió terrible. Aunque de nada ya valían los arrepentimientos. Te miró con tristeza y profunda vergüenza. Pero por supuesto, no te expondría los sentimientos de Dimash. Eso solo empeoraría las cosas. Además te había confundido. Su error no podía haber sido más titánico.
Tú estabas de pie completamente atónita y esperando una explicación.
—Yo...—dijo él— no quería. Perdóname, fui un atrevido. No volverá a pasar.
—....
—Por favor, olvida que esto pasó.
—Será lo mejor...—respondiste tú apretando tus sienes.— me iré al hotel ahora. Tengo mucho en que pensar.
Él asintió y te dejó en la entrada mientras fue tras Dimash, quien probablemente ahora estaba en la habitación de huéspedes.
Encontró la puerta entreabierta. Ahí estaba él sentado al borde de la cama contemplando la alfombra. Miró hacia la puerta y clavó los brillantes ojos en Tom.
—¿Qué quieres Thomas? —preguntó fríamente.
—Explicarte todo.
—No hay nada que explicar. Ustedes son adultos, saben lo que hacen. No tienen porque darle explicaciones a los demás.—dijo seco.
—A ti, sí. Sé que te gusta Darling y que esas flores no eran para mamá.
—¿"Sabías"? —preguntó molesto— por supuesto que lo sabías. Eso hace aún más doloroso que trates de explicarme. Nada hubieras perdido con decirme que te gustaba, yo me hubiera hecho a un lado.
—Pero tú la quieres.
—La felicidad de ella es más importante que lo que yo quiera o no.
