DOS

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El domingo se había pasado volando. Luego de que Ezra se levantara prácticamente al mediodía, su día no había teñido varias horas. Durante la tarde ayudó a su mamá con unos pedidos que debía entregar. Ella tenía una panadería, una de las mejores de la ciudad. Sus tortas eran las mas aclamadas en donde vivían. Recibía tantos pedidos que no siempre tenía el tiempo suficiente para entregarlos, por lo que Ezra la ayudaba con estos.

Las primeras veces hizo desastre, casi prende fuego la cocina una vez. Pero había mejorado desde entonces. Su especialidad eran las galletas. Ni ansu madre le salían tan bien.

La noche llegó antes de lo pensado y ni siquiera había preparado sus cosas para el primer día de clases. Subió a su dormitorio y busco su mochila en el fondo del ropero. Parecía ayer cuando la había tirado allí ya sin ganas de seguir estudiando. Cuando la tuvo en sus manos se dedicó a buscar sus cuadernos. No se había hecho tiempo para comprarse unos nuevos, por lo que debería usar los del año que viene. De todos modos todavía tenían bastantes páginas vacías.
¿qué le faltaba? ¡Ah claro, la cartuchera! Esa si que no tenía idea donde estaba.
Agarró un par de lápices de su escritorio y los metió en el bolsillo de afuera. Conseguiría una luego. Guardó todo deseando que mañana no llegará mas.

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Definitivamente, Ezra no extrañaba el despertarse temprano. Nunca había entendido porque las clases debían ser a esa hora, ¡eran una tortura!
Todavía se encontraba somnoliento cuando caminaba por los pasillos. Debía llegar a su casillero para retirar los libros del nuevo semestre. Por suerte siempre había sido el mismo, por lo que sabía perfectamente donde se encontraba.

Está mañana Ezra decidió ponerse un outfit común, cómodo. Simplemente vestía unos jeans negros y un hoodie amarillo. Era su favorito, siempre le había gustado el amarillo. Y definitivamente había sido una buena elección porque afuera el frío se empezaba a sentir. Aunque todavía faltaban dos meses para el invierno, los días cada vez eran con menores temperaturas.

Caminando por los pasillos se sintió cómodo. A pesar de odiar la escuela, ya era como su casa. En sí no la odiaba. Odiaba a los profesores que exigían como si su materia fuera lo más importante del mundo. ¿Acaso no sabían que el mundo no gira en torno a funciones cuadraticas?
Cuando faltaban unos metros para llegar sintió como alguien lo agarraba de la espalda. Dos manos fuertes de posicionaron en sus hombros, y aunque no lo lastimaban, ejercían más fuerza de la que debían.

-Hey amigo, ¿cómo fueron tus vacaciones? ¿me extrañaste?- dijo con una voz aguda finjida con un tono lleno de sarcasmo.

No necesitaba darse vuelta para saber quién le hablaba. Zach. ¿se acuerdan de aquella historia en la cual, cuando eran niños, había chicos que molestaban a Ezra por su mochila rosa? A pesar de que esa mochila ya no estaba, Zach seguia ahí. Siempre se había encargado de burlarse de él.

- Como ni te imaginas.- respondió Ezra.

-¿Oh si? ¿No estuviste muy ocupado haciéndote una paja mirando porno?-

-No más que tu.-

Antes de que pudiera responder ( o darle una piña en la cara, uno nunca sabe) apresuró su paso.
Los pasillos ahora estaban llenos de estudiantes inmersos en charlas, como si no se vieran en años. Ezra avanzó apurado con la intención de llegar a su casillero lo más rápido posible, pero alguien se interpuso en su camino nuevamente y chocaron ¿es que acaso hoy era el día de chocar con imbesiles?

-Oh, lo siento fue mi culpa.- dijo una voz de un chico. Cuando Ezra levanto la cabeza del suelo se encontró un par de ojos marrones. El chico en frente de él era más bajo. Debía llegarle debajo de la barbilla. Su cabello era rubio y tenía una cara familiar.

- No te preocupes, es mi culpa, iba demasiado apurado. No miraba el camino.- contestó Ezra tratando de ubicar de donde conocía esa cara. - yo te conozco ¿verdad? Siento que te he visto antes.-

-Uhm no lo sé.- dijo el chico con una mirada pensativa y una media sonrisa. No era coqueta, sino más bien nerviosa.

Cuando vio esa pequeña mueca Ezra recordó. ¿cómo no se había dado cuenta antes? 
-¡Claro que si! Choque contigo en la fiesta. La del sábado ¿me estabas devolviendo el golpe?- preguntó, y sin darse cuenta había empezado a coquetear. No era su intención, pero el chico delante de él era prácticamente perfecto. Examinó su rostro en busca de algo erróneo, pero no había nada.

-Oh, si es verdad. No, no claro que no, fue un accidente. Nuevamente lo lamento.- el nerviosismo del chico era palpable. Hablaba muy correcto, parecía un diplomático.

Ezra rio para intentar calmar al rubio que tenía en frente y para calmarse a si mismo también. -Estoy bromeando. Por cierto, soy Ezra. Creo que nos merecemos una presentación normal después de todo.- le extendió la mano.

-Noah.- dijo el chico, ahora con nombre a medida que le devolvía el apretón de manos con una sonrisa. En serio, era muy apuesto.

- Bueno Noah, creo que después de ambos inconvenientes te debo al menos un café, ¿qué te parece a la salida?- no podía creer que hubiera dicho eso, pero una sonrisa estaba plasmada en su rostro.

Una sensación de nerviosismo se apoderó de Noah. Algo que nunca le había pasado antes. No tenía ni idea que estaba pasando con el, pero el chico de enfrente se veía hermoso. Tenía unos ojos de un verde muy profundo, y era casi imposible rechazar su mirada. -Uhm, y..yo... eh...- "¿Qué carajos esta pasando conmigo?" Pensó.

- Te espero en la salida a las dos.- dijo Ezra mientras se alejaba y ¿le quiñaba un ojo? ¿Desde cuándo él hacia esas cosas?

Noah se sentía confundido. ¿Qué acababa de pasar? Antes de poder tener un pensamiento coherente el timbre sonó. Debía entrar a su primera clase, literatura. Le gustaba. No, de echo amaba literatura. Siemore era el favorito de los profesores y nunca necesitaba estudiar, parecía que simplemente los conocimientos estaban en su cabeza. Su amigo, y su compañero de banco, lo envidia. "¿Como puede ser que siempre apruebas sin estudiar?" Le preguntaba. Noah respondería si supiera la respuesta.
Supongo que todos simplemente nacemos buenos en algo ¿no?

Entró al salón y varios alumnos ya estaban sentados. Busco un banco en el fondo. Aunque casi siempre sabía las respuestas, casi nunca hablaba en clase. Prefería mantenerse callado y escuchar.

El tema con Noah era que parecía muy extrovertido. Todos creían conocerlo y lo llamaban cuando había una fiesta. Pero nadie lo conocía en realidad, quizás ni siquiera el se conocía.

-Bueno días clase. Mi nombre es Mr. Walts y voy a ser su profesor este año.- un hombre de unos cincuenta años se presentó. Vestía un horrendo traje a cuadros y una camisa. Puso un maletín sobre la mesa. -Quiero que sepan que no voy a ser su amigo, por lo que no me importa lo que tengan para decir. Mi trabajo es enseñarles y el de ustedes pasar la materia. En caso de no ser así, nos veremos durante las vacaciones de verano mientras que todos sus amigos pasan el día en la playa tomando mojitos- había un tono burlón en su voz, muy leve para ser notado fácilmente. -Este año leeremos ocho libros, el primero es...-

Y así fue como la mañana del primer día de clases de Noah empezaba. El último año de escuela secundaria.
¿Qué podía salir mal, no?

Lo que queda de nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora