TRES

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El timbre sonó y Ezra se apresuró a salir del salón. Estaba emocionado, hacia tiempo que nadie lograba hacerle sentir algo.

-hey, hey. ¿a dónde vas tan apurado?- preguntó una cabellera rubia. Florence se encontraba mirándolo con genuina curiosidad en sus ojos.

-Eh, um... sólo un ¿café? con un amigo.-

-¿un amigo?- levantó una ceja sonrió de costado -¿desde cuándo tienes amigos? ¿Debo estar celosa?-

Ezra rio por lo bajo. - No lo creo. Hablamos luego.- le tiró un beso en el aire y se apresuró a salir antes de que siguiera con las preguntas.

No era que ni quería decir a donde iba o con quién, pero prefería mantenerlo más privado.

Noah ya estaba esperando en la puerta de la escuela, más nervioso de lo que admitiría. No sabía que era, pero ¿conoces ese sentimiento de excitación cuando conoces a alguien nuevo? ¿esa sensación de que quieres sabelo todo? Esas eran las emociones de Noah. Y lo que más lo frustaba era no saber por qué, no era como si hubiera tenido una conversación formal con el chico. Podía sentir el coqueteo de su parte. Tampoco sabía como eso lo hacía sentir. Estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando alguien se paró al lado. Una mano tocó su hombro, era casi timido. Levanto la vista y se encontró con una sonrisa de un chico de ojos verdes que simplemente despejó todas sus dudas.

-Hola, Noah.-

-Hola, Ezra.- había pronunciado su nombre casi de una manera sarcástica. No estaba acostumbrado a saludar con nombres por tan raro que sonara. Ezra también lo notó, y su sonrisa sólo se hizo más grande.

Hubo un silencio en el medio en el que simplemente se miraron a los ojos. Era demasiado íntimo. -Um, tengo mi auto en el estacionamiento ¿vamos?.- Ezra rompió el silencio.

-Uh, si.- Noah no entendía porque no podía decir más de dos palabras sin titubear y parecer tonto.

Caminaron, con una distancia prudente, en silencio. Cada tanto Noah podía sentir como el chico clavaba sus ojos en el, pero no era lo suficientemente valiente como para devolverle la mirada o preguntarle que quería. Si hubiera sido alguien más seguramente ya le hubiera sacado el dedo del medio.

Entraron al auto y Ezra se tocó el bolsillo. -Mierda. - dijo más para si mismo.

-¿Está todo en orden?- preguntó Noah, nervioso de que el chico se esté arrepintiendo.

- Me olvidé mi billetera. Seguramente no la agarré antes de salir y quedó en casa. ¿Te importaría si antes de ir pasamos para recogerla?-

- No, claro que no.-

-Genial.- respondió Ezra con una sonrisa.

Arrancó el auto y comenzó a conducir. -Entonces... Cuéntame de ti.-

-¿Yo? ¿Qué quieres saber?- ansiedad recorrió su cuerpo. No le gustaba hablar de él, y menos a alguien que no conocía. La única persona que sabía de su vida era Liam, y solamente porque habían sido amigos toda la vida. Todavia le costaba contarle algo nuevo cuando le pasaba. Líam ya se había acostumbrado de todos modos, no lo presionaba. Sabía que él tenía sus tiempos.

-Eh, no sé. ¿Con quién vives?- empezó con una pregunta segura.

- Con mis padres. Tengo una hermana también.-

Se produjo un silencio incómodo. Ezra apartó los ojos del camino y lo miró -¿Ya está? ¿Eso es todo?- había un poco de incredulidad en su voz. Nunca había estado con alguien que hablara tan poco.

- Es lo que preguntaste.-

-Vamos Noah, no me hagas sacarte las palabras de la boca.- respondió con media sonrisa.

Le gustaba como sonaba su nombre. Siempre lo había encontrado demasiado común, pero cuando él lo decía parecía especial. -Okey, okey. No soy muy bueno hablando de mi mismo ¿si?.- ¿de dónde salía todo esa sinceridad de repente?

A Ezra le pareció tierno como se exasperaba. Decidió darle tiempo para que se relajar hablando el primero. -Bueno, yo vivo con mi madre. Se llama Anne y es la mejor persona que he conocido. No creo que tenga un hueso malo en su organismo. Tiene una panadería, a veces la ayudo. No tengo hermanos. Siempre me gustaron los niños pero lamentablemente en mi familia no hay demasiados. Eh, ¿qué más?.-se tomó un momento para pensar.  -Mi color favorito es el amarillo. Creo que es muy alegre. Me gustan las cosas alegres. También me gusta la fotografía. Creo que es muy especial poder capturar momentos y mantenerlos por siempre ¿no? Tengo un gato. Se llama Hazza. Es muy esponjoso. No sé que mas puedo contarte.-

No se había dado cuenta, pero una sonrisa se había formado mientras hablaba. Noah definitivamente lo hizo. Le sorprendió lo fácil que se había abierto el chico, como si no tuviera nada que esconder, o de lo que avergonzarse. Hasta quizás sentía un poco de envidia.

Tomó una respiración profunda antes de empezar. - Yo... vivo con mis padres. Mi mamá es médica y mi padre es abogado. Mi hermana es tres años menor. No tengo mascotas. Me gustan leer y tocar la guitarra.-

No era demasiado, pero a Ezra le pareció un montón. -¿A si que lees?- preguntó levantando sus cejas.

-Si. Me gusta la poesía. Me gustaría poder escribir algún día.-

Ezra se sorprendió. No era del tipo de persona que juzgaba, pero Noah no se veía como el tipo de persona que leía poesía. Hubiera apostado a que le gustaba mirar partidos de fútbol tirado en un sillón mientras se sacaba los mocos. Al parecer el chico no era lo que mostraba ser.

-¿y por qué no lo intentas?-

-¿Escribir? Oh, no es lo mío. Nunca me fue bien expresando lo que siento.- sin darse cuenta se estaba abriendo con Ezra como nunca lo había hecho con nadie. El chico hacia parecer todo más fácil.

- Yo creo que serias bueno. Debes intentarlo.- dijo con una sonrisa y detuvo el auto. -llegamos.-

Noah miro por la ventanilla y vio una casa. Era pequeña pero bonita. Ezra se apresuró a bajar y abrió la puerta dejándolo pasar.

-Ponte cómodo ¿quieres agua?-

-Uhm, esta bien.- se saco8su chaqueta y la puso en el sillón.

Ezra fue hasta su cocina y cargo un vaso con agua. Se lo llevó a Noah. -iré a buscar mi billetera. Espera aquí.-

Se dirigió a un pasillo y al lado de su cama estaba la mesita de luz. Definitivamente la billetera estaba ahí. La recogió rápidamente y volvió a la sala, donde Noah miraba las fotografía colgadas con atención.

- La tengo, ¿vamos?-

- Si.- respondió Noah saliendo de sus pensamientos. Ezra de chico fue un niño precioso. Tenia unos hermosos rulos, más cortos que ahora, y un rostro muy inocente. Su foto favorita había sido una en la que estaba metido en un charco de barro todo sucio. Lo único blanco era su sonrisa. Se veía tan feliz. El no había tenido una infancia asi.

Se subieron al auto nuevamente y Ezra condujo hasta su café favorito. En ese lugar hacían todo demasiado delicioso, no había probado una cosa fea, y había comido casi todo el menú. Noah iba sentado silenciosamente en el auto, y Ezra se dio cuenta que no era muy charlatán. Decidió romper el silencio. -Entonces guitarra ¿Eh? Ya sabes que dicen de los chicos que tocan la guitarra. Ten cuidado porque siempre te rompen el corazón.- había empezado a coquetear de una manera furtiva.

Noah rio y Ezra nunca había escuchado un sonido tan perfecto.
-¿Por qué nadie me lo dijo? Debe ser por eso que las chicas no se acercan a mi.- contestó con un aire de diversión.

- Bueno, a mi me parece atractivo, pero no soy una chica.- contestó Ezra mirándolo de costado con media sonrisa. Ya había estacionado fuera del café, y antes de que el chico pudiera responder se bajo de auto.

Lo que queda de nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora