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[Kim Taehyung, 20 años — Jeon Jungkook, 19 años]

2016

Taehyung apoya la mejilla en una mano, ignorando las indicaciones que da el maestro respecto a los exámenes próximos. Era la primera vez que llegaba temprano a la universidad, pero no le ha sido posible concentrarse ni un poco. Su cabeza está demasiado sofocada con pensamientos revueltos y sentimientos que todavía le cuesta aceptar.

Gira un poco el ángulo de su visión, encontrando a su mejor amigo con la atención completa en sus apuntes como si estuviera a punto de descubrir el elixir de la vida eterna. Él ha estado así durante toda la jornada, casi sin dirigirle la palabra. ¿Debería comenzar a preocuparse por eso?

La campana suena provocando un suspiro de alivio en sus demás compañeros y todos comienzan a recoger sus pertenencias a la par del profesor. El pelinegro recuesta medio cuerpo sobre su mesa, cerrando los ojos con la esperanza de regresar en el tiempo a la noche anterior.

¿Era buena idea que Jungkook despertara sólo en su habitación?

Luego de que el menor lo ignorara por completo durante casi dos semanas, que de pronto amaneciera en el departamento con su camisón...

Él no pensaría que se trató de algún tipo de secuestro, ¿cierto?

Quizás estaba exagerando un poco, pero sola idea de ser repudiado por el pelirrojo le hacía sentir enfermo. Es por eso que, cuando se levantó esa mañana, trató de hacer el mínimo ruido posible al salir de ahí. Dejó un par de tostadas hechas y café frío, también se encargó de colocar la leche de plátano en el refrigerador de forma que fuera lo primero que encontrara. Por su supuesto sabía que al menor le encantaba.

¿Estaba siendo demasiado atento?

Era difícil saber cuál era el límite entre ellos cuando, evidentemente, nunca pusieron uno.

Kim suspira pesado, entreabriendo los ojos cuando el ruido fue mínimo. Sus cejas se enarcaron y una culpable sensación estacionó en su pecho al ver que Jimin caminaba hacia la salida sin intenciones de esperarlo.

— Hey. — su voz salió un tanto tímida, tratando de recordarle su existencia. El peligris se detuvo en el marco de la puerta, todavía sin girarse a verlo. — ¿Estás enojado?

Desde el año en que se conocieron eran pocas las veces en las que se distanciaron, más que nada por simples tonterías. Sí, por supuesto que el pelinegro había cometido un error la noche anterior y su amigo tenía todo el derecho de hacerle la ley del hielo por los días que quisiera, pero no estaba en condiciones de soportarlo el día de hoy.

Su cabeza estaba hecha un lío, su ánimo no era el mejor y agregar una pelea con Jimin a su lista de pendientes por resolver, no era una opción.

— Me dejaste varado. — Park le recordó. — Antes de ir a la fiesta dijiste que volveríamos juntos, pero estaba sólo en medio de un montón de desconocidos. — aguardó unos segundos antes de continuar. — Por poco y tuve que volver a pie.

El menor agacha la cabeza, arrepentido. Se suponía que en las amistades existe una especie de acuerdo donde no estaba permitido dejar al otro en la deriva —menos en una fiesta—. Sabiendo que el mayor había propuesto la salida con el fin de levantar su ánimo, era consciente de su error. ¿Pero cómo podía excusarse sin tirar por la borda aquello que llevaba ocultando todo este tiempo?

— Lo siento. — murmuró como último recurso, incluso si aquello no lograba ayudar.

— Bien, estas perdonado. — Jimin presionó sus labios en una sonrisa, dirigiendo sus pasos hacia el lugar de al lado y tomando asiento con rapidez. Sus ojos pequeños estudiaron la reacción del menor al escucharlo y pensó muy bien sus palabras antes de proseguir. — ¿Por qué desapareciste de la nada? Si querías volver a casa debiste decirme.

Amor u odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora