EXTRA 2:

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Jimin suspiró con pesadez, dejando caer la cabeza sobre la mesa cuando un mareo le sacudió los pensamientos. No era la primera vez que le sucedía algo como eso, pero aún no se acostumbraba por completo al sentimiento de desorientación. ¿Por cuánto más debía soportar aquello?

— ¿Qué sucede? — una voz calmada habló cerca de él, llamando su atención. Instintivamente el peligris elevó la mirada, encontrándose con su nuevo compañero de las últimas semanas.

¿Cómo era posible que ahora dependiera de la ayuda de Min Yoongi para salvar las materias? Y, peor aún. ¿¡Por qué aceptó cuando éste se lo propuso!?

Quizás solo había sido en un momento de desesperación. Sus compañeros de clase eran más indiferentes que nunca —teniendo sus propias materias que salvar— y los maestros desaparecían al segundo en que tocaba la campana, evitando lidiar con muchachos revoltosos e irresponsables. Iguales a él.

Se había dirigido a la biblioteca, esperando calmar el torbellino de preocupaciones que cargaba dentro. Y, sin esperarlo, de pronto había tropezado entre los estantes, cayendo de rodillas al final. Su desconcierto se hizo notable, pero fue suficiente con reconocer al pelimenta para que todo cobrara sentido.

"¿Si sabes que esto es una biblioteca? No se viene a dormir aquí." Le había dicho, recogiendo el par de libros que dejó caer. Min, sin inmutarse, lo miró con cansancio mientras intentaba volver a dormir. "¿No escuchaste o solo eres un idiota? " Un impulso lo llevó a insistir.

"Ah... odio a los chicos como tú, nunca paran de hablar." El mayor bufó, colocándose de pie dispuesto a marcharse. "¿Por qué no buscas con qué entretener esa boca y te pierdes por ahí?"

Incluso cuando todo inició con provocaciones hacia el otro, sin imaginarlo habían terminado sentados en la mesa, quejándose sobre el horrible sistema estudiantil. El más pálido, notando su horrible estrés académico, se había ofrecido a darle ayuda siempre y cuando permaneciera callado al momento de estudiar. Ni si quiera había dudado 3 segundos en aceptar.

Y, tal como lo prometido, Yoongi lo citó después de clases cada día luego de aquella vez. Jimin, sin querer echar a perder la oportunidad —porque había que aceptarlo, el pelimenta al final no era un completo descerebrado—, cumplió su parte del trato manteniendo el silencio y hablando tan solo cuando tenía dudas sobre algún tema.

Fue así durante las dos primeras semanas al menos, las cuales habían pasado más rápidas de lo que esperó. Con el paso del tiempo pudo darse cuenta de algo. Min no era el idiota que pensaba, ni el chico de apariencia oscura que todos describían en los pasillos. Era callado, analítico y sumamente relajado.

Y por eso no podía evitar odiarlo.

El pelimenta era la clase de persona que le provocaba dolores de cabeza con tan solo parpadear. Para despreocupado ya tenía a su mejor amigo, aceptar alguien más así en su vida le estaba costando demasiado.

Sobre todo porque, en el fondo, quizás deseaba ser más como él.

Desde que era solo un niño sus calificaciones fueron lo mas importante para él, esforzándose lo suficiente para alcanzar el puntaje necesario de la carrera que escogió. Entonces, saber que existían personas que alcanzaban sus metas sin tener dificultades como lo eran: El estrés, la desesperación y el cansancio, le hacía envidiarlos sanamente.

Jimin menea la cabeza, restando importancia a su malestar mientras un par de ojos oscuros lo observan fijamente.

— Verás, no quiero ser responsable de una muerte prematura solo por ofrecer mi ayuda para estudiar. — el mayor apoya la mejilla en una mano, sin dejar de mirarlo. — ¿Qué está mal?

Amor u odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora