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Sólo 30 minutos para terminar tu turno y finalmente podrías irte a casa a dormir.

Trabajabas en una cafetería principalmente como barista pero algunos días también trabajaste limpiando las mesas y haciendo otras tareas ya que la tienda era pequeña. No te importaba, habías estado trabajando en esa cafetería por más de un año y todos eran amables contigo. 

Estabas preparando todo para cerrar la tienda pero entonces sonó el timbre, indicando un nuevo cliente. Te diste la vuelta para saludarlos y viste a un tipo que no habías visto nunca por la zona. Era alto, tenía pelo rubio y era muy guapo. Llevaba una camisa blanca de vestir con un traje negro y una corbata negra, su chaqueta de traje tenía unos alfileres plateados de lujo y de aspecto único. 

Se acercó al mostrador y tu admiraste su cara de cerca, tus ojos cayeron al ver los alfileres y te quedaste boquiabierta cuando viste que uno de ellos tenía diamantes mientras que el otro era de plata pura, era redondo con algunos detalles en él y alrededor tenía esta suave aureola.

Saliste de tu trance y lo saludaste amablemente, lista para tomar su orden.

—Dos americanos helados, un capuchino y un café con leche, por favor —Te miraba a ti. Sonreiste y escribiste su pedido en la caja registradora, dándole el total cuando te entregó el dinero.

Escuchaste a alguien tocando la bocina del auto afuera mientras otro tipo de pelo oscuro y vestido con el mismo traje con los mismos alfileres metió su cabeza dentro.

—Date prisa antes de que Sangyeon se enfade con nosotros por llegar tarde otra vez —Dijo el tipo alto de pelo oscuro.

El tipo rubio asintió con la cabeza y se dio la vuelta para mirarte, atrapando tus ojos.

—No te preocupes, no tardará mucho —Dijiste y con eso te diste vuelta para trabajar en su pedido tan rápido como pudiste.

Se quedó allí mirando cómo trabajabas, no de una manera espeluznante sino más bien curiosa. A decir verdad, le llamaste la atención en el momento en que llegó a la tienda. Te vio por la ventana cuando uno de sus amigos estaba a punto de ir a hacer el pedido, pero rápidamente le dijo que se quedara para poder irse, sus amigos sonrieron sabiendo muy bien que tenía los ojos puestos en ti.

Entró en la tienda y fue recibido con un encantador y acogedor olor a café, inhaló el aroma y suspiró con satisfacción, teniendo uno de esos raros momentos en los que puede parar un segundo para disfrutar de algo. Caminó hacia el mostrador donde tu estabas y sus ojos se encontraron con los tuyos, su labio se movió un poco hacia arriba, amenazando con sonreír mientras tu lo saludabas con la voz más dulce y amable que jamás haya escuchado mientras le ofrecías una hermosa sonrisa.

Miró a su alrededor y vio que tu eras la única trabajadora allí, asumiendo que era casi la hora de cerrar, de repente se sintió un poco culpable de que su llegada le hiciera quedarte más tiempo. Vio cómo tus bonitas y ágiles manos trabajaban en los cafés y no pudo evitar ver una mirada cansada en tu cara cuando te diste la vuelta para poner una de las bebidas en el mostrador delante de él.

Terminaste las cuatro bebidas y se las diste con un portavasos, él las agarró y notaste los anillos en su mano. Uno era negro con un número romano y los otros eran de plata, a juego con los alfileres de su traje. 

—Gracias —Él dijo y te dio una pequeña sonrisa, dándose la vuelta y saliendo de la tienda.

Suspiraste y terminaste de limpiar antes de cerrar la tienda y volver a casa.








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