Capítulo 4

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Minutos después que él se fue, llegó la policía. Queriendo encontrar un culpable a tan extraño asesinato, no vieron nada mejor que hacerme cómplice de Mika por lo que, mientras el caso seguía en investigación, estaba con arresto domiciliario. Podía ir al colegio pero no tenía ganas por lo que me pasaba las 24 horas del día en la cama, haciendo nada. Intentaba pensar en por qué Mika había matado a esa chica. ¿Celos? Esa era la posibilidad que encabezaba la lista. ¿Acaso Mika el Vampiro había estado celoso porque yo había hablado con una chica? Además ella me había coqueteado y yo como estaba borracho no lo había notado. 

Mika no volvió en los próximos días. Era obvio que no iba a volver, mi casa parecía prisión: rodeada de policías. Esperé por él una semana, luego dos, después un mes. Al final habían pasado 3 meses y yo seguía esperándolo con la esperanza de que vendría a rescatarme de mi cautiverio.  

Un día, preso del aburrimiento, encontré en internet un juego llamado Ouija que es comúnmente usado para contactar con espíritus y fantasmas. Genial. Tal vez así lograra hablar con mi perro Blad que murió hace un par de años. 

Encargué una tablero por internet y me llegó un par de días después, entonces, en la noche, con todas las luces apagadas, solo, en mi habitación y a la luz de las velas, me decidí a jugar. Necesitaba matar el tiempo con algo. Siguiendo las instrucciones que encontré en internet, toqué con un dedo el triángulo que te muestra las respuestas a las preguntas que le haces al espíritu, y le di vuelta sobre el tablero una vez. 

-Hola- dije al aire. 

Después de unos segundos, el triángulo se movió sobre la tabla, solo, como por arte de magia. Poco a poco fue apuntando a las letras dispuestas en esta hasta formar la palabra "Hola". 

Estaba que explotaba por dentro. ¡De verdad un fantasma me había respondido! Solo esperaba que fuera Blad para poder decirle cuanto le extrañaba y que lo quería mucho. 

-¿Eres tú, Blad?- le pregunté. 

El triángulo se movió hacia la esquina superior izquierda donde decía "Sí". 

De mis ojos salían lágrimas de felicidad. Estaba hablando con Blad, el mejor amigo que jamás había tenido y que creía que nunca volvería a ver. 

-¡Ay, Blad, no sabes cuánto te extraño y cuanto me dolió perderte! Aún a veces lloro por ti y siempre, siempre te recuerdo, como cuando me robabas la comida del plato o cuando...

Dejé de hablar. Mi mano se empezó a mover sola por el tablero para formar la frase "Vas a morir". En ese momento, las velas se apagaron por un ventarrón de aire, y una sombra negra entró por la ventana abriéndola de par en par. No podía creer lo que tenía frente a mis ojos, era Mika tal cual como lo había visto la ultima vez, sólo que mas desgarbado y con un aspecto más decrepito. Parecía más un cadáver que nunca. Era él y... ¿estaba luchando con algo? En el suelo se debatía con fuerza contra algo invisible. 

-¡André!...Mira...a través...del triángulo- me dijo mientras forcejeaba con lo que sea que fuera esa cosa. 

Tomé el triángulo con ambas manos y miré a través del agujero que éste tenía en el medio. Ahí estaba él y una niña de pelo largo, sucio y grisáceo, vestida con harapos, que intentaba morderlo, rasguñarlo y estrangularlo, todo al mismo tiempo. 

-¡Di...adiós!-gritó, antes de que el fantasma le propinara un manotazo en la cara. 

-A-adiós.

Y el fantasma se esfumó en el aire en una estela de humo. 

El sentimiento de alivio al ver a Mika podía más con el miedo que había sentido al verlo luchar con esa "cosa". 

-Mika...-dije con voz queda, botando el triángulo de mis manos y lanzándome a sus brazos. Su cuerpo estaba frío como de costumbre, y también delgado, muy delgado. Cuando lo abracé pareció como si se fuera a desmayar en mis brazos. 

Rosa EnsangrentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora