Capítulo III: Un dolor difícil de entender

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Al llegar a la otra puerta, aparece la pelinegra, con un cuarto de dulce aroma, apenas unas flores como adornos sutiles en las paredes, muchos libros de cocina, un par de libretas y estuches, en el escritorio una foto, dónde se reúnen los tres hermanos, el padre y aquella mujer, la chica corre y abraza a su papá, sollozando.

- ¿Puedes quedarte papá? - le pidió la dama

- Aoi, ya lo hemos hablado, no es propio, ya no eres una niña... - dijo el ojiverde acariciando el cabello de la adolescente

- Hay tantas cosas que no me dejas hacer solo porque soy mujer... - resoplo la chica

- Aoi, soy tu padre, es por respeto mutuo, pero puedo quedarme hasta que te duermas... - dijo melancólico el caballero

- Me hace falta... - le dijo la hija

- Lo sé, a mí también... - dijo recargando su cabeza en la chica

- Estaré bien, lleva a Kazui a su habitación, seguramente está cansado por el largo día... - dijo con una sonrisa amable la doncella

Le dio un beso en la mejilla a su padre, dio media vuelta y se recostó en su cama jugando con su celular.

- No te quiero con eso, déjalo y duérmete... - ordenó el padre

- Lo dejó en seguida, sólo quería ver unas fotos... - dijo con dulzura

- Aoi... - recalcó el adulto

- ¡Ya lo dejé! - exclamó poniendo el teléfono en el cajón junto a su cama, regalando un guiño a su papá, éste suspiro

- Descansa... - dijo antes de dar media vuelta y salir del cuarto, siempre con gesto serio

Caminaron apenas un par de pasos antes de llegar a la otra puerta, era una alcoba luminosa, amplia, sencilla con algunos muebles, closet, una gran cama, cabecera con librero y un escritorio, estaba limpia y cómoda, las malestas de Kazui ya lo esperaban junto a la cama.

- Se qué no es mucho, pero es lo que puedo darte por ahora... mientras estés aquí te trataré igual que uno de mis hijos... cualquier cosa que necesites solo toca mi puerta... es la última puerta del fondo del lado derecho, las dos frente a la tuya son las de Keitaro y Kazuma respectivamente, la siguiente puerta a lado de estas es el baño, la que esta junto a la tuya es la de Aoi... - dijo el frío caballero

- Gracias señor Ulquiorra... no tenía que hacer todo esto por mí... - dijo apenado el muchacho

- Eres hijo de Inoue Orihime, eso es suficiente... sólo tengo que decirte un par de reglas... nadie va a hacer las cosas por ti, puedes ir y venir por la casa libremente, pero tu obligación es estar aquí a más tardar a las 7, si usas cualquier cosa no la dejes fuera de su lugar... cada quien lava lo que ocupa, eso incluye platos, ropa y habitaciones... generalmente repartimos el trabajo de la casa porque no estamos gran parte del día... si no necesitas algo, te dejó... te espero mañana a primera hora listo... - explicó el ojiverde

Esas reglas intimidaron un poco al pelirrojo, tenía muchas dudas, entre tantas, algo que llamó su atención es que el señor Ulquiorra hablaba de su madre, pero no mencionaba a su padre, especialmente estaba intrigado por la vida en esa casa, aunque le daba miedo preguntar, no quería ser entrometido o infantil con un desconocido.

- ¡Buenas noches!, que descanse señor Ulquiorra... - dijo finalmente el de ojos avellana

- Igualmente... - respondió serio el hombre

Cerró la puerta y dejó solo a Kazui en esa habitación, marcó a su madre para dar el reporte prometido de su estado.

- ¡Hola mamá!, ¡hola papá! - exclamó sereno el muchacho

Tres Schiffer y ¿Kazui? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora