8- Los fragmentos rotos jamás vuelven a unirse

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Fueron días preciosos para Naruto, Iruka había sido muy bueno con él, lo atendía, le daba los buenos días, y se preocupaba por él, nunca había tenido ese tipo de experiencias en toda su corta vida y de alguna manera, los pequeños gestos de Iruka lograban borrar todos los malos recuerdos que tenía.

¿Quién necesitaba a una pandilla de criminales si aquí estaba su hogar? porque sí, Naruto consideraba ahora la casa de su antiguo maestro su hogar.

"El lugar donde piensen en ti es donde puedes volver y llamar hogar"

Konoha tenía un sistema de adopción abierto las 24/7 tal vez se estaba emocionando de más pero se imaginaba muchos escenarios donde él e Iruka cruzaban las puertas blancas de aquella institución y él lo adoptaba.

Habían pasado sólo dos semanas desde el incidente de su casa, pero fue tiempo suficiente para que aquella  cabecita rubia se llenara de sueños y esperanza.

En ese momento se encontraban desayunando un intento de onomiyaki, no era tan bueno, pero el castaño lo había preparado especialmente para él y eso lo hacía el mejor y más perfecto plato de onomiyaki que Naruto haya probado.

— Naruto, Hoy tienes entrenamiento ¿No es así?— preguntó casualmente.

— sí, Kakashi-sensei nos dijo que aún tenemos mucho que hacer si es que nos queremos presentar para los nuevos exámenes Chūnnin, así que pienso entrenar un poco por mi cuenta— contestó emocionado, el hombre mayor sonrió y le deseo suerte, advirtiéndole que llegara a la hora de la cena pues tenía una noticia muy importante que darle.

Ésto hizo saltar el corazón del rubio, ¿Era posible que su deseo se haya cumplido? Sintió ganas de llorar, la felicidad lo embargó por completo que no puedo irse sin darle antes un abrazo a Iruka.

Saltó por los tejados sin importar las miradas que recibía, no importaban en éstos momentos, no existían para él.

Llegó a su lugar habitual con energías renovadas, gracias a la intervención de Tsunade  los exámenes Chūnnin volverían a reanudarse y por lo tanto, instó a qué los participantes anteriores se prepararán lo mejor posible.

Había centrado su entrenamiento en una combinación de multi clones de sombras con rasengan, hasta el momento no había tenido éxito pues trabajar con más de mil clones a la vez y añadiendo el rasengan era sumamente cansado.

Ni siquiera sé había percatado del azabache bajo un árbol cercano, Sasuke cruzaba por ahí luego de su entrenamiento matutino cuando se encontró muchos idiotas rubios, por ese lugar no solían pasar aldeanos o ninjas pero de cualquier manera quiso quedarse, nunca sabía cuándo llegaría algún idiota más grande a molestar al gennin.

La tarde cayó rápidamente y Naruto supo que era hora de cenar cuando los pájaros regresaban a sus nidos.
Se estiró antes de partir más rápido que el cuarto Hokage de regreso a la casa de Iruka, de nueva cuenta no notó a Sasuke y el Uchiha agradeció eso, no iba a tener excusa del porqué estaba ahí, aún estaba algo asustado acerca del estado del Uzumaki, sabía que el rubio tendía a ser depresivo pero nunca creyó ver el día donde éste intentara acabar con su vida.

Si no hubiera llegado a tiempo...

Sacudió su cabeza, alejando aquellos pensamientos, él estaba vivo.

Naruto llegó a la puerta de la pequeña casa de su maestro y abrió la puerta.
— ya llegué— avisó, el ruido de la cocina le informó donde estaba Iruka, procedió a sentarse en la mesa notando que todos los cubiertos habían sido colocados.

Recordaba que en su niñez a veces espiaba a familias a través de su ventana, le gustaba mucho ver cómo convivían entre ellos y se preguntaba si algún día tendría algo así, pero ahora ese anhelo era una realidad.

Sin segundas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora