3- Sin miedo enfrenta tu destino

3.3K 432 229
                                    

Cuando finalmente salió de su estupor se alejó lo más posible de ambos, esta vez no estaba Ero-sennin para ayudarlo y ya había visto lo que era capaz de hacer el hermano mayor de Sasuke.

-¿Qué quieren aquí? Apenas los noten estarán acabados- bramó haciendo reír a Kisame.

- tienes agallas niño, no lo voy a negar, si quisiéramos matarte no habría nada ni nadie quien lo impidiera- y antes de que al rubio le diera un infarto a causa del terror de ver sacar a Samehada añadió- pero no estamos aquí para eso ¿Cierto Itachi-san?-

- deberías limpiarte el rostro Naruto-kun, las lágrimas no son para ninjas- el nombrado acató la órden cual borrego, la situación era extraña y sus alarmas de alerta gritaban peligro, debía irse, lo sabía... ¿Entonces por qué se quedaba quieto?

-¿Qué es lo que quieren? No hay nada en Konoha para ustedes- estando de pie frente a ellos sólo hacía recalcar lo enano que era, se sentía como una liebre entre dos lobos.

-¿de esa sucia aldea? nada, venimos a buscarte a ti- respondió seriamente el azabache.

-¿A mí? No lo entiendo-

- sí que eres lento chico, venimos por ti para ayudarte a salir de aquí, piénsalo, tendrás una mejor vida, todo lo que anhelas estará en la palma de tu mano, no habrá ley ni persona capaz de detenerte, serás libre- Naruto era un tonto, todo el mundo lo sabía pero hasta él entendía que aquello que le prometían no eran más que falacias, un vil engaño.

- sé que ahora no confías en nosotros y lo entiendo, estaremos deambulando por aquí para darte tiempo de que tomes una desición, hasta entonces creo que sería buena idea que pienses tus opciones- los ojos negros de Itachi pasaron a ser un rojo intenso y antes de poder hacer algo ya había caído en su genjutsu.



Parpadeó, miró sus manos por instinto notando que eran más pequeñas, sus pies también... Más bien, todo él era pequeño, ¿Había vuelto a ser un niño?

Su estómago rugió, cierto, no solía comer mucho en esos tiempos. Avanzó por la aldea notando las caras de asco y enojo que la gente le dirigía, tampoco se molestaban en ocultarlas aunque fuera un infante, por algo odiaba salir a las calles de Konoha.

Mientras caminaba una piedra golpeó su mejilla causando un raspón, luego otra y otra más.

-¡Lárgate de una vez fenómeno!-

Waaa, el monstruo nos está mirando!-

-¡Mi mamá dice que eres horrendo!-

Ignoró sus comentarios y prosiguió con paso firme hacia quién sabe dónde, en el trayecto una pelota azul golpeó levemente su tobillo, la levantó dispuesta a devolverla a su dueño hasta que escuchó un chillido.

-¡Papá, el demonio robó mi pelota!- gritó con voz chillona una niña castaña de finos ropajes.

-¡No es cierto, sólo iba a devolverla! ¡No mientas!-

-¿Acabas de llamarle mentirosa a mi hija? Me las vas a pagar mocoso- clamó la madre, podría ser una vieja gorda pero lo que tenía de maquillaje lo tenía de fuerza, el costado le dolió luego de la patada de aquella mujer y pronto se vió rodeado de más personas.

-¡Deja de molestar a la gente engendro!-

-¡Pero si no he hecho nada!- se defendió de manera inútil, otro golpe ahora en su espalda lo tiró al piso, las voces e insultos eran tantos que ya no distinguía exactamente qué decían, como pudo salió de ahí huyendo de la multitud.

Sin segundas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora