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-Gracias por acompañarme, Adexe.

-De nada, realmente vives cerca de la cafetería.

Nau y Nare se habían quedado cerrando la cafetería mientras Adexe acompañaba a Alaska a su casa. La chica ya no sabía que decir, el día había sido tan intenso y extraño, y aún así le pareció uno de los mejores días que había tenido en mucho tiempo. Porque un par de ojos castaños la miraban con dulzura y amabilidad, y sin él saberlo estaba haciendo sentir mejor a una chica que estaba un tanto rota por dentro, e incluso por fuera.

Y entonces, ni siquiera sabiendo cómo, la chica se encontraba abrazando a Adexe.

-Gracias -Susurró en sus brazos. Adexe estaba sorprendido al principio, la chica apenas le había dejado acercarse demasiado a ella y ahora se encontraba abrazándola, cosa de la cual no sé quejaba. Aún así el chico la abrazó con cuidado, sin querer pasarse o incomodarla-

-No las des, me alegro de que estés bien. -Susurró el castaño aún abrazando a la chica-

[...]

Al día siguiente Alaska estuvo leyendo casi todo el día, le apetecía ir a la cafetería de nuevo pero una tormenta había empezado a primera hora del día y no se veía con fuerza como para salir.

Pero realmente quería tomar uno de los tés calientes y deliciosos que Nare preparaba, había probado uno la noche anterior y se enamoró de aquel sabor. Tan solo quería amarse de valor, levantarse y vestirse para seguidamente caminar hasta aquella cafetería.

Pero el frío y la poca energía que la chica tenía no estaban a su favor.

No pudo dejar de pensar en Adexe. El chico la había tratado tan bien, había sido tan dulce y amable que Alaska no sabía como sentirse al respecto, porque realmente no estaba acostumbrada a ser tratada de esa forma. Y sabe que el chico solo estaba siendo amable pero le hizo sentir mejor por unas horas, y Alaska agradecía aquello.

Pero entonces el timbre de su casa sonó, haciendo que todos los pensamientos desaparecieran.

coffee - adexe y nauDonde viven las historias. Descúbrelo ahora