El barracón seguía estando desocupado y solo yo vivía en él. El resto del pelotón estaba destinado a un mundo luchando contra los eldars. Esos seres amariconados que llevan armaduras ceñidas al cuerpo. – Espero que ellos estén bien y vuelvan sanos y salvos. Pensaba mientras me desvestía y me tumbaba en la cama cerrando los ojos durmiéndome.
Unos fuertes golpes se escuchaban en la puerta de los barracones que acabaron por despertarme de mi agradable sueño. Me acerqué abriendo la puerta y me topé con un comisario y dos soldados que por sus trajes eran de Cadia. Es raro que un comisario viniese a un barracón a no ser que fuese para ejecutar a alguien pero era imposible que viniese a eso o… ¿si?
- ¿Eres Jonathan hijo de James y Claudia?
- Eh…si, señor.
- Acompáñeme, hijo.
Sentía una sensación extraña en el cuerpo, esto era muy raro y no sabia que estaba pasando. Conforme avanzábamos por los pasillos de los barracones yo iba detrás de ellos con la cabeza agachada como si fuese un preso al que iban a ejecutar. John apareció en una de las puertas de los barracones de catachán cargando dos Kukris, una especie de cuchillo encorvado bastantes grandes. Parecía ser que se estaba dirigiendo a mis barracones para enseñármelos pero se quedó quieto sorprendido al ver como pasaba delante de él sin mirarle y con la cabeza agachada. Después de pasar por los barracones estábamos llegando a lo que parecía ser la enfermería. John me estaba siguiendo desde hace un rato manteniendo la distancia para ver que estaba pasándome. Nunca me llegué a pensar que vería lo que vi cuando entré en la sala, hubiese preferido morir ejecutado.
Al entrar en la sala médica vi sobre dos camas un par de cadáveres mutilados pero con parte de su armadura intacta pero que eran irreconocibles.
- ¿Reconoces a estos cadáveres? Me preguntó el comisario.
Yo estaba blanco casi entrando en pánico por ver a dos cadáveres en ese estado.
Vomité al notar el hedor que desprendían y me intenté poner firme de nuevo. El ambiente estaba cargado y lo curioso es que los que me rodeaban apenas le afectaba ese hedor a descomposición.
Cuando me acostumbre a ese ambiente me acerqué a los cadáveres y estuve mirándolos durante unos segundos.
Primero observe el que llevaba una armadura que estaba prácticamente destrozada mirando por si había algo que me sonase. Desgraciadamente reconocí el símbolo y las siglas que estaban puestas en el pecho izquierdo de la armadura eran las que tenía mi padre en la armadura. Lo sabía porque siempre le limpiaba la armadura antes de que se fuese al frente. Al reconocer que el cadáver que tenia delante era el de mi padre mis piernas empezaron a temblar y miré al comisario con una cara pálida con ojos llorosos.
El comisario evitó mi mirada y se limitó a estar de pie enfrente mio suspirando. Luego miré rápidamente el otro cadáver y no me tomo nada más que una milésima de segundo para reconocer que el otro era el cadáver de una mujer, mi madre.
Me sentí como si hubiese recibido una paliza inmensa y caí de rodillas entre las camas cogiendo lo que quedaba de sus manos sollozando. Me sentía impotente de no haber estado con ellos y estar en una nave aprendiendo mierdas sobre el emperador y la humanidad. Después de unos minutos intenté ponerme de pie ayudándome de las camas y me giré mirando a todos los de la sala intentando coger fuerzas para hablar.
- ¿…qué…los…mató? Pregunté mirándolos con unos ojos en donde se podía ver claramente una sed de venganza impresionante.
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Lobo Solitario
Science-FictionHistoria de acción y romance entre especies ambientada en el mundo de Warhammer 40.000.