CAPÍTULO 4

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Acabo de despertar por los fuertes rayos de sol que entran por mi ventana al parecer anoche olvide cerrar las cortinas.

Me levanto, tomo una ducha y me visto con un vestido rosa pastel oscuro, es de tiras, deja mi busto a la vista y me llega a las rodillas más o menos.

Me encanta como se luce mi barriga con este vestido.

Me maquillo con un poco de delineador, máscaras para mis pestañas y brillo en mis labios, hoy pienso ir a el hotel que tengo aquí en Miami, ya es momento de devolver mi vida a la normalidad, me coloco un poco de perfume tomo mi bolso y salgo de mi habitación.

Al ya estar fuera me dirijo a la habitación que ocupaba Eker, cuándo entró confirmo que ya está vacía, evidentemente se llevó sus cosas ayer, creo que me sentiré muy sola sin él, pero no puedo ser tan egoísta de atarlo a mí, cuando en realidad no quiero nada con él.

Bajo al comedor y una de las chicas me prepara el desayuno, desayuno tranquila y luego salgo hacia mi coche con los chicos, el día está hermoso hoy, me subo al coche y nos dirigimos a la sucursal.

Al ya estar ahí me veo obligada a quedarme unas horas por algunas reuniones importantes.

Ya es pasado el mediodía y vengo de regreso a casa.

Cuando llegó me pongo cómoda y me acuesto en el sofá de la sala para mirar películas, tapada con una frazada.

Creo que me quedé dormida y me acabo de despertar por el sonido de mi celular, es una llamada entrante.

—Hija ¿Estás bien? —pregunta papá preocupado.

—Hola pa —bostezo  —sí, estoy bien, solo me quedé dormida en el sillón..

—Oh de acuerdo.

—¿Necesitas algo? —interrogo con ganas de seguir durmiendo.

—Si señorita, levántate tú y a mí nieto de ese sillón, te pondrás bien guapa, aunque no creo que sea posible que seas más guapa, pero tú me entiendes.

—Si papá te entiendo, pero ¿Para qué? Estoy muy cómoda y me gustaría seguir durmiendo.

—Mira muchachita te levantas ahora mismo que ya vengo de camino a tú casa, estoy a unas cuadras y cuando llegué te explico.

—Está bien papá —hablo con pereza.

—Un beso —me dice y corta.

Me levanto y subo a mi habitación, entro a mi armario y comienzo a buscar algún vestido, terminó eligiendo uno de color rojo. Busco unos tacos no muy altos del mismo color y apenas me maquillo un poco, dejo mi cabello suelto simple y me coloco perfume, tomo mi bolso y bajo.

Al bajar veo a papá, como una niña pequeña voy y lo abrazo.

Él de inmediato lo corresponde, sabe que son pocas las veces en las que doy estás muestras de afecto, así que de verdad lo necesito.

En sus brazos siempre me sentí segura, protegida, sus abrazos desde que lo conozco me han transmitido una paz inmensa y ahora lo entiendo es mi padre y creo que aunque yo no lo sabía esa conexión ya existía entre nosotros.

Ricardo me acaricia el cabello, mientras yo continúo pegada a su pecho.

—Ay mi niña... Todo estará bien, lo prometo.

—Papá, lo extraño —confieso separando me de sus brazos y despejando mis ojos que se encontraban inundados de lágrimas.

—Lo se mi niña, ayer hablé con el doctor y me dijo que si nosotros le decimos todo lo que ha sucedido le podemos hacer daño ya que él se sobre forzará a intentar recordar y eso le puede causar un daño permanente.

¿Yo, tu sumisa? Sí, Tú Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora