CAPÍTULO 12

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Ha pasado exactamente un mes desde que estoy trabajando para Jeremy, las cosas están muy inestables.

Me he convertido en la mano derecha del chico, pero mi relación con Dante viene en caída libre.

Mi hijo crece sano, es un niño alegre, enérgico y lleno de magia, no me canso de decirlo él es mi mundo.

Mi sobrina es hermosa, es mi hermana en miniatura, papá está muy bien y Mili sigue aquí, en ocasiones muero por contarle en el lío que me metí, pero no puedo.

Para mí mala suerte ya tengo las manos manchadas de sangre y aunque no estoy para nada orgullosa de lo que hago soy muy buena en ello.

Ahora me encuentro con Jeremy en el burdel.

—Como siempre fue un éxito tú trabajo gatita.

—Ya deberías haber aprendido que jamás fracaso.

—Es verdad nunca me decepcionas.

—Bueno ya me voy —tomo de un trago el whisky que hay en mi vaso y me dispongo a salir.

—Espera —me detiene la voz de Jeremy.

—¿Qué? —ne giro para lograr mirarlo.

—Ten esta es tú parte del trabajo —miro el bloque de dólares y lo tomo, al hacerlo me doy la vuelta y emprendo mi camino a casa.

En el camino me dirijo a un orfanato y ahí dono de forma anónima el dinero que Jeremy me dió, luego si ya me encamino a mi hogar.

Al llegar Dan no está en casa, ya es costumbre, cuando yo llego el se va y cuando yo me voy el regresa, pero eso llega hasta hoy, estoy harta de esta situación.

Cuando entró a mi casa, como ya es costumbre me dirijo primero a mi despacho para dejar mi arma y al bajar me encuentro con Matt en la sala.

Mi hijo es hermoso, está mirando muy atento lo que hace Rubí, el cachorro corre a darme la bienvenida.

—Hola mi bebé —lo acarició y el mueve su colita enérgico, al verme mi hijo estira sus bracitos a mí —hola para ti también mi amor.

Tomo a mi hijo en brazos y me siento en el sofá, Rubí se sube a mi lado y se acuesta con su cabeza en mis piernas.

Matt ya dejo el pecho hace unas poquitas semanas, ya toma biberón.

Juego con ellos un rato y luego los alimento a ambos.

Cuando miro la hora son las 10:30 p.m, así que acuesto a mi hijo y lo hago dormir.

Cuándo se queda dormido bajo a la cocina y me dispongo a esperar a Dan.

Cerca de las 00:00 llega, está desaliniado, su cabello despeinado, la camisa desprendida y la corbata suelta en su cuello.

—Por fin llegas —hablo molesta.

—¿Y desde cuándo te importa a qué hora llego o dejo de llegar?

—Por supuesto que me importa, ¿Dónde estabas Dante?

—No me provoques Verónica, mejor ve y pídele explicaciones a tú amante.

—¿Qué? ¿De que hablas?

—Conmigo no te hagas la tonta —se aproxima de forma peligrosa, aunque se que él jamás me haría daño.

—¿Crees que tengo un amante? A no pero estás más idiota que de costumbre.

—Ya me harté de esta mierda, quedate con él, pero sabes una cosa —me señala con el dedo —me iré de esta casa ahora mismo —quedo helada ante sus palabras, sube rápido las escaleras y va a nuestra habitación.

¿Yo, tu sumisa? Sí, Tú Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora